miércoles, 11 de septiembre de 2013

Allí debajo de la tierra no estás dormido, hermano compañero Allende


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Carlos Machado Villanueva / El Peatón
Mañana se cumplen 40 años del derrocamiento sangriento y posterior muerte en combate en el Palacio de la Moneda del presidente socialista chileno Salvador Allende. “Creo en Chile y su destino, superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición y la felonía pretenden imponerse…”, diría momentos antes a través de Radio Magallanes, que sería finalmente silenciada por una bomba de la aviación fascista para evitar que el malogrado estadista pudiera convocar la resistencia del pueblo chileno antes de que se desatase el terror ordenado por el dictador Augusto Pinochet.
Aquel 11 de septiembre de 1973, aquí en Caracas, en nuestra humilde casa de un barrio popular, mi madre Narcisa, militante comunista convencida desde su juventud, y sus hijos, veíamos horrorizados y llorando las escenas del terrible bombardeo a La Moneda y llorábamos por aquel atroz magnicidio contra un hombre de un elevado humanismo y bonhomía.
Luego vendría el dolor por el asesinato del cantautor del pueblo chileno Víctor Jara en el Estadio Nacional de Chile que ahora lleva su nombre. Antes de asesinarlo, sus torturadores le reventaron los dedos de las manos a culatazos de fusil, y uno de ellos le vociferaba cegado de odio anticomunista: “Canta ahora pues, güev…, hijo e´pu…comunista, canta…”.
Detrás de estos dolorosos hechos estuvieron la derecha chilena, sobre todo los sectores más extremos de esta y el Pentágono, dirigido entonces por el abominable Henry Kissinger en su condición de Secretario de Estado del gobierno del presidente Richard Nixon, y desde donde se dio financiamiento de gran parte del plan desestabilizador del gobierno de la Unidad Popular, integrado por el Partido Socialista, El Partido Comunista, el Mapu y otras organizaciones progresistas y de izquierda.
Hoy, al ver cómo avanzan las fuerzas revolucionarias en Nuestra América por la vía pacífica y democrática en la instauración, mejor dicho en la concreción, del que fuera también un sueño de nuestro Salvador Allende, una canción de nuestro Víctor Jara se me viene a la memoria.
“Ahí, debajo de la tierra, no estás dormido, hermano-compañero. Tu corazón oye brotar la primavera, que como tú soplando irán los vientos (…). Aquí, hermano aquí sobre la tierra, el alma se nos llena de banderas, que avanzan contra e mi

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