miércoles, 3 de mayo de 2017

Rehenes de la locura


Esa mañana, la señora Fulana amaneció poseída por el espíritu libertario. Su inteligencia, tal como le pasó al nudista de Altamira, le dijo: "Marica, tienes que hacer algo". Entonces ya no tuvo dudas.
La señora Fulana coló su café con determinación. El café siempre ayuda en estos casos. Bebió la taza de un solo sorbo, sintiendo cómo el brebaje quemaba su garganta. ¡Qué le importa el dolor a una guerrera!
Activado el sistema digestivo por la cafeína, Fulana sabía que el tiempo no le sobraba. Apurada, buscó un rollito de papel toilet, salió y apretó el botón del ascensor mientras apretaba también glúteos y esfínter. Ya en planta baja, cruzó las puertas del edificio y salió a la calle. Sus vecinas de toda la vida la saludaban batiendo banderitas siete estrellas, pero la mente de Fulana, concentrada al máximo en su misión, no estaba para saluditos.
Finalmente llegó al medio de la calle, como la buena ciudadana que es, por el rayado peatonal. Allí, ante los ojos atónitos de sus vecinas, se bajó los pantalones dejando las nalgas expuestas a la vista de los cuatro gatos que hacían la barricada. "¿Qué está haciendo Fulana? ¡Ay, Dios, tiene el culo horrible!", comentó Gladys a Mireya. "Nosotras que le llevamos un par de años lo tenemos más firme", agregó antes de quedarse muda porque ya la cosa no era mostrar unas nalgas colgantes, no: Fulana en cuclillas, en pleno plantón libertario, estaba poniendo un plastón al grito de "Me cago en la dictadura!". "¡Está haciendo pupú!", dijo Mireya. "¡Libertad, libertad!", coreó Gladys.
La cagada de Fulana se regó por las redes sociales. Entre asombro, burlas y rechazo, la imagen de la gente decente y pensante de este país quedaba en entredicho. Entonces la oposición sacó su conejo comodín de la chistera: y fue así como la Sra. Fulana se convirtió en "colectivo".
Al día siguiente, cuando Fulana salió a caminar por el bulevar de toda la vida, sus vecinas, de toda la ídem, le torcieron los ojos porque ellas, primero muertas que saludar a una infiltrada colectivo asesino narcochavista.
Mientras se desarrollaba esta tragicomedia en El Cafetal, todas las urbanizaciones del este estaban sitiadas por sus propios vecinos. Otra vez autosecuestrados para que cayera Nicolás. El nuevo líder de la MUD, Freddy "Audi" Guevara, entiende, porque a veces entiende alguna cosa, que su propia gente está siendo instrumento ciego de su propia destrucción. Así, el líder sin liderazgo decidió explicarle a la gente pensante que esa pendejada de encerrarse a ellos mismos no servía para nada. Le tomó una retahíla de tuits para hacerlo, y bajo cada tuit, una chorrera de insultos de su propia gente decente, que como avispas furibundas, defendían su derecho a clavarse el aguijón ellas mismas "hasta que caiga la dictadura".
Maduro les ofreció una vía de escape a quienes quieran dejar de ser rehenes de la violencia y la locura
En Lara, más tardecito, un grupo de encapuchados secuestró una gandola de gasolina. Allí, en la entrada de una zona clase media, decente y pensante, of course, amenazaban con hacerla explotar si el Gobierno no liberaba a 141 compañeros de estos terroristas, perdón, estudiantes, hijos ejemplares, deportistas y manifestantes pacíficos que sólo exigían justicia y libertad, según tuiteaba explicativo y solidario el gobernador Henri Falcón.
Horas después, ya en la noche, ardía el camión y volaba por las redes la información de que unos colectivos lo habían incendiado. No, no fueron las decenas de encapuchados violentos que amenazaban con hacer volar medio Cabudare, no: resulta que unos tipos, en una moto, se colaron entre los furibundos encapuchados, los mismos que hemos visto linchar a cualquiera que tenga el pelo medio chicharrón por ser sospechoso de ser chavista… Bueno, sí, resulta que entre ese enjambre violento, se coló esta moto con unos chavistas malvados, que prendieron en llamas al camión para "dañar la imagen de la protesta pacífica". Fueron los colectivos, repitió la gente pensante en coro.
Y uno se pregunta si en verdad toda la oposición es tan bruta y tan loca, y más cuando la mayoría de las encuestas dicen que la gente lo que quiere es diálogo y paz. Entonces, aunque parezca poco científico y tal vez un poco tonto, en un grupo de WhatsApp encontré un indicio de respuesta: la oposición está emocionalmente secuestrada.
Unas mamás opositoras tomaron el chat del colegio para hacer su parte en esta lucha libertaria. Alguna sugirió dejar de llevar a los niños al cole, "por su seguridad y por apoyar a los que luchan". Una a una, las mamás se iban sumando en una especie de votación abierta donde la que no se sumara quedaría en evidencia. Una de ellas quiso ser la voz de la razón y dijo que llevaría a los niños al cole para que no fueran a perder más clases. Una lluvia de caritas bravas, de duda y de sospecha de esas que se usan en WhatsApp dejó en claro la desaprobación del grupo. La voz de la razón fue apagada de golpe, no fuera cosa que la confundieran con una chavista y, desde entonces, ella lidera el paro educativo en pro de la libertad.
Secuestrados los votantes por la violencia de unos pocos. Secuestrados los dirigentes por los mismos violentos. Aquellos, como Henri Falcón, que quisieron ser la "alternativa" terminan hundiéndose cobardemente en el chiquero de los violentos.
Mientras tanto, el presidente Maduro abre la ventana de la Constituyente, que, entre otras cosas, sirve como vía de escape para quienes quieran dejar de ser rehenes de la violencia y la locura. Una vez más se abre una puerta al diálogo y al debate. Una vez más, quienes no tienen más argumento que el odio, se oponen con violencia. Una vez más serán vencidos, porque aunque algunos tengan que disimularlo, la mayoría de los venezolanos somos gente de paz.

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