viernes, 12 de mayo de 2017

Solos, desnudos y embarrados


Entrampados en un golpe que no golpea, frustrada su militancia, sin otra estrategia que la de la pescar en el río revuelto de la violencia con cara de yo no fui, más de un mes cotidianidad interrumpida, de barricadas en sus propias calles destrozadas por encapuchados intermitentes: luchadores libertarios cuando atacan a la Guardia Nacional Bolivariana, colectivos chavistas malvados cuando la cosa se pone fea, estudiantes pacíficos que no estaban haciendo nada cuando se los llevan presos… Hartos de tragar un humo que no llega a Miraflores, la violenta pataleta, la tristemente mortal pataleta se disuelve.
La normalidad se impone sorteando el puntual caos guarimbero, y los niños que, según sus madres, lideresas de la resistencia en WhatsApp, no volverían a clases "hasta que haya libertad", regresan al colegio "porque pueden perder el año, porque están fastidiadísimos, porque ya no puedo más"… Y las santamarías arriba y el mercado, y el centro comercial y el consultorio y el país entero funcionando más allá de tres esquinas de tres municipios en llamas. Y en la medida que esto sucede, los violentos hacen las últimas pataletas de este último intento fallido.
La desesperación apaga las ideas, y más en quienes nunca tuvieron muchas. De la desesperación nace la puputov: una bomba de heces humanas para lanzarle a la Guardia Nacional Bolivariana, o sea, para que les huela fo y los dejen pesar al centro de Caracas y llegar a Miraflores y bañar todo de sangre y mierda.
¡Vaya cagada histórica!
Hijos del márketing, convocan con videos y panfletos a la locura: "Señora, señor, amigo demócrata, no desperdicie su pupú, ya que éste puede ser la llave a la libertad. No haga en la poceta, agáchese cómodamente sobre un plástico, y si tiene buena puntería, hágalo directamente sobre el frasco. Recoja su pupú y el de toda la familia, el del perrito poodle también sirve, y llévelo al centro de acopio, sí, en su carro, tranquilo, que si lo lleva bien tapadito no va a oler tan mal, y además, ¿qué importa un rato de fetidez cuando estamos hablando de libertad?".
La puputov, el mismo recurso de los niños malcriados que se cagan encima cuando les niegan una chupeta, pero elevado a la enésima potencia de la estupidez.
Y estupidizados convocan a la "Marcha de la Mierda", una marcha que define a a sus participantes. Y no faltan los infomercenarios que promueven la gesta escatológica, incluso alguno tuiteaba orgullosísimo que la puputov hacía historia porque ya estaba en Wikipedia. ¡Vaya cagada histórica!
La puputov puede ser la última en esta serie de cagadas que ha puesto la oposición en este último intento de golpe, y que han sido tan torpes, tan burdas que hasta los medios internacionales, aliados y promotores del golpismo, se han tenido que desmarcar, porque la violenta realidad de las protestas no les dejó margen para el disimulo. No como podrían contar ahora la batalla de la mierda sin que ésta salpique de ídem la empatía que quieren generar en sus lectores.
Los violentos se van quedando solos, sin liderazgo, con su rabia, embarrados en su fetidez, con la frustración de no haber logrado imponer su infierno. Se van quedando desnudos, como el del triste chigüi de Altamira, ante la puerta abierta de la Asamblea Nacional Constituyente, donde la batalla se libra con ideas y no con frascos de mierda.

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