lunes, 19 de junio de 2017

Pura Soto Rojas: “Mi hermano no era un hombre de fusil, era un ideólogo”


Pura Soto Rojas, hermana del desaparecido en la Cuarta, Víctor Soto Rojas, afirmó que no siente odio por lo que pasó, solo quiere...

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Después de casi 53 años, Pura Soto Rojas recuerda como si fuera ayer el calvario que ella y su familia padecieron luego de que su hermano, Víctor Ramón Soto Rojas, despareciera el 27 de julio de 1964 durante el gobierno de Raúl Leoni.
“Mi hermano no era un hombre de fusil, era un ideólogo”, expresó al momento de contar la historia del dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), quien figura en el informe final de la Comisión por la Justicia y la Verdad como una de las 10 mil 71 personas desaparecidas durante los gobiernos de la llamada Cuarta República (1958-1998).
Soto Rojas, quien tiene un cuarto lleno con recuerdos y fotografías de su hermano y de algunas de las víctimas de torturas, desapariciones y otras violaciones de derechos humanos por razones políticas, afirmó que ni ella ni su familia sienten odio por lo que pasó, pero aún exigen justicia.
“No tenemos un acta de defunción. Él sigue desaparecido. No tenemos nada, solo el recuerdo y el dolor de la impunidad”, dijo en una entrevista a Ciudad CCS.
SIGUIENDO UN IDEAL
Víctor Ramón Soto Rojas llevaba en su sangre el ideal revolucionario por parte de sus abuelos y su mamá, afirmó su hermana.
“Él siempre tuvo una inclinación hacia la izquierda y cuando se inició en la política le gustaba el Partido Comunista de Venezuela, pero como mi hermano Fernando era de Acción Democrática (AD) lo indujo por ese camino, aunque no duró mucho tiempo”, recuerda Pura.
Cuenta que cuando cayó la dictadura, en 1958, sus hermanos se incorporaron a la lucha con AD. Sin embargo, en 1960, al ver que este partido “se desvió de su doctrina y se vendieron al imperio, se separaron de ellos”.
“Ésta fue la primera ruptura de AD. En ese momento, ellos se declaran como parte de la izquierda de este partido junto a otros dirigentes. Luego, en abril del 60, fundan el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)”, dijo.
Soto Rojas afirma que, a pesar de que sus hermanos iniciaron un nuevo camino junto al MIR, su mamá continuaba siendo seguidora de AD. “Ramón le decía: ‘mamá, a ti te tiene que pasar algo muy grande para que te salgas de AD’, y así fue, pues en el gobierno de ellos mi hermano desapareció”, expresó.
SUS PRIMEROS ACERCAMIENTOS A GRUPOS GUERRILLEROS
En 1962, cuando Víctor Soto Rojas estudiaba Sociología en la UCV, fue enviado las montañas El Bachiller en Cúpira, estado Miranda, a ver cómo estaban los terrenos para fomentar las guerrillas. 
“Él, como ideólogo, fue junto a un grupo de muchachos de la UCV. Allí tuvo un accidente y perdió el dedo índice. Aunque los agarraron presos, como estaba herido, lo llevaron al Hospital Pérez de León, donde estuvo unos días mientras le operaban el dedo”, relata Pura.
Afirma que del centro de salud se escapó y empezó su clandestinidad, pues temía que lo torturaran. “Cuando mi mamá fue a visitarlo le dijo: ‘No voy a permitir que me lleven a la Digepol, ahí la tortura va a ser por mi dedo’”, rememora.
Dijo que cuando Ramón -como llamaban a su hermano- se escapó, se le presentó a su hermana Zoila y le dijo que buscara a varios de sus compañeros dirigentes, pues necesitaba saber para dónde se iba.
“Ella fue a la UCV a buscar a sus amigos y así fue cómo él se fue a vivir a la residencia Jesús María Vargas hasta graduarse en octubre de 1963. No salía de allá porque era un prófugo (…) Le llevábamos comida y ropa”, aseguró.
LA ÚLTIMA VEZ QUE LO VIERON
En junio de 1964 el dirigente de izquierda vuelve al cerro El Bachiller a dar unos talleres. “Le dijo a mi mamá que iba a hacer un trabajo de campo con compañeros de la universidad y que estaría afuera un mes”, cuenta Pura.
Sin embargo, los hechos no sucedieron como esperaban, pues la zona fue bombardeada.
“Él no tenía experiencia. Estaba al mando de Trino Barrios -el Comandante Sánchez-. Allí fueron acorralados (…) A un grupo lo agarraron y fusilaron luego de haber sido detenidos, eran como 13. Mi hermano y Trino Barrios escaparon y salieron a la carretera que da hacia Altagracia de Orituco. Allí venía una camioneta con un portugués y se montaron confiados, cuando llegaron a la alcabala de la GNB en Altagracia, el conductor hizo una seña y los pararon”, relató sobre ese incidente.
Detalló que en el puesto de control de la GNB fueron detenidos y después pasó a la jefatura de la zona. “No lo dejaban ver por sus familiares que estaban en Altagracia. De allí lo llevaron al comando de la GNB de San Juan de los Morros que estaba al mando de Genarino Peña Peña. Nos dicen que ahí le hicieron como un simulacro de fusilamiento”, agregó.
Soto Rojas llegó al comando de la GNB de El Paraíso, que estaba a cargo del comandante Rodríguez Subero. Su hermana recuerda que, apenas se enteraron, se dirigieron al lugar y hablaron con un teniente. “Cuando llegamos me dijo: ‘Sí, aquí estuvo tu hermano, aquí se le tomaron fotos y se le entrevistó, pero lo vino a reclamar un oficial de la Digepol. Nos dijo que era un prófugo y se lo llevaron’. Él mismo nos dijo que nos moviéramos, porque ya se sabía cómo eran los de la Digepol”, dijo.
Pura señaló que cuando se presentaron en la Digepol les informaron que su hermano estaba en investigación y que fueran a visitarlo el domingo.
“Ese día fui con mi mamá y nos dijeron que se lo llevaron la noche anterior. Le preguntamos para dónde y nos dijeron que al parecer fue para Cúpira. Luego le dicen a mi mamá que vaya a Barcelona. Fue y no estaba. La mandan a El Dorado, por Bolívar, y tampoco lo consiguió. Después le dijeron que lo buscara en Maracaibo y también fue mentira (…) Mi mamá, que tenía como 60 años, recorrió todas las cárceles y no lo consiguió por ninguna parte. Allí empezó la búsqueda y el calvario”, lamentó.
RUMORES SOBRE SU MUERTE
En ese entonces, recuerda Pura Soto Rojas, la Fiscalía General de la República armó una comisión para que investigara la desaparición de su hermano, “pero el organismo indagó y se quedó callado”. 
“En septiembre del 64 es cuando le dicen oficialmente a mi mamá que mi hermano había caído en una emboscada guerrillera. Ella le responde al fiscal que si él estaba en la Digepol cómo había pasado eso. Alegaron que lo llevaron a reconocer la zona de los guerrilleros y él trató de escaparse”, dijo.
Señaló que su mamá pidió el cadáver, pues si le habían disparado debían tener el cuerpo. “Dijeron que era una zona montañosa y por eso no sabían dónde estaba”, añadió.
Pura y su mamá siguieron buscando a ver quién les decía algo y empezaron los comentarios.
“Al principio nos dijeron que lo habían enterrado por Cúpira (…) Un obrero cerca de Altagracia de Orituco le dijo a mi hermana que en la hacienda de Juan Loreto estaba enterrado un adeco. Mi hermana fue con esos obreros y sacaron el cuerpo, pero se dieron cuenta de que no era, porque era una persona pequeña (…) Había una especie de lápida que decía: ‘hasta aquí llegó el comandante Sánchez’. Mi hermana lo registró y le consiguió un reloj Silvana. Ella lo tomó y entregó al MIR. Ahí afirmaron que el reloj lo usaba Trino Barrios y su hermana lo confirmó”, contó.
Después informaron a los familiares que por Bacatara habían lanzado a una persona de un helicóptero. “Mi hermana se fue por esas montañas y en efecto consiguió un árbol con unas ramas caídas y un pantalón en el piso con unos huesos. Como mi hermana fue con la PTJ de Barcelona se los llevaron”, afirmó.
Relata que cuando la señora Rosa Soto Rojas vio los huesos expresó: “Éste es mi hijo, es mi hijo”.
“Antes no había ADN y le dijeron que lo iban a trasladar a la PTJ de Altagracia. Allí le informaron que no era el cuerpo de mi hermano y no supimos que se hicieron esos huesos. A ella le decía su corazón que era él”, afirmó.
Esta tesis también fue dada a conocer por el militar Herber Faull, quien les contó a los familiares que lo mandaron a revisar el helicóptero y el cuerpo del combatiente se había estrellado contra una ceiba muy grande por Guatopo, estado Guárico.
Pura Soto Rojas comentó que cuando ella estaba estudiando en la UCV un soldado fue a buscarla y le dijo: “Mire, no sigan buscando a su hermano, a él lo llevaron para el campamento de San José de Guaribe, lo tenían muy torturado. Yo le puse una bermuda y lo subieron a un helicóptero, estaba el teniente Tomás Rojas Grafe. Cuando volvió el helicóptero, ya no venía el detenido”.
“Mi mamá decía: ‘¿Qué pensaría Ramón, cuando lo iban a lanzar, pensaría en mí?’, porque es horrible pensar que un hermano o a un familiar lo lancen vivo de un helicóptero”. acotó.
LA INJUSTICIA EN CONTRA
Ante la falta de justicia, la madre de Víctor Soto Rojas se dirigió a organismos como la Organización de las Naciones Unidas y la Cruz Roja Mundial, y no obtuvo respuesta. “Fue a hablar con el presidente Leoni, estuvo todo el día sentada en Miraflores para que le dijeran que no podía atenderla. Intentó hablar con Menca de Leoni y tampoco”, aseveró.
Señaló que los adecos le decían a su mamá que Víctor Soto Rojas estaba en Cuba. “El caso de mi hermano fue muy sonado en esa época. Nosotros también hicimos todo lo que pudimos porque no queríamos que siguieran desapareciendo más personas, pero eso no bastó porque siguieron asesinando a miles y miles”, afirmó.
Indicó que en el expediente de su hermano solo reposa la historia del ajusticiamiento. “Es solo una hojita lo que hay de su caso”, acotó.
Añadió que su mamá murió de 103 años y hasta ese entonces buscó a su hermano. “Siempre decía que no tenía odio, que lo que quería era justicia, y saber dónde está para colocarle una rosa roja como su nombre en donde haya caído”, expresó.
LA COMISIÓN DE LA VERDAD
Pura Soto Rojas dijo que aunque ya salió el informe final de la Comisión por la Justicia y la Verdad seguirán la lucha. “Falta mucho aún, los cuatro años fueron insuficientes (…) Hubo demasiados muertos, sobre todo campesinos porque los guerrilleros se sabían esconder muy bien”, agregó.
Afirmó que su mamá, quien murió en el 2008, hubiera sido la primera en pertenecer a la comisión y luchar por la verdad y la justicia de todos los combatientes que aún son recordados por el pueblo.
KATIUSKA SERRANO / CIUDAD CCS
FOTOS VLADIMIR MÉNDEZ

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