miércoles, 23 de agosto de 2017

58 años del Inces: Una ruta de formación que se reinventa con los nuevos retos



*** El Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces) nace el 22 de agosto de 1959, con el fin de formar para el trabajo al músculo laboral que el incipiente aparato productivo postperejimenista reclamaba

El Inces surgió hace 58 años, en medio de una Venezuela que salía de una dictadura cuyas características principales fueron el desconocimiento de los derechos humanos, la mediatización de la educación, la carencia de escuelas para la niñez, millones de analfabetas, el abandono casi total de la educación artesanal, industrial, comercial y una desorganización de la educación superior.

Carecía Venezuela de una institución que se encargara de promover la formación profesional de los trabajadores y de establecer programas de formación para la juventud desocupada, lo cual, es recogido por un grupo de venezolanos que asumeM la creación del Instituto Nacional de Cooperación Educativa (Ince) como una bandera de la democracia.

Con el doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa a la cabeza, se siembra uno de los más firmes institutos de formación profesional del continente americano. En el año de 1986, el maestro Prieto destacó que el Ince es un instituto de gran avanzada, “no existe otro de tanta trascendencia desde el punto de vista técnico, jurídico, educativo y social”, dijo el insigne educador. La figura del doctor Prieto es la figura del Ince y de la patria. Con su desaparición física, en 1993, su humanismo cobra mayor vigencia.

El Ince es creado como un ente autónomo, con personalidad jurídica y patrimonio propio e independiente del fisco nacional. Su primer Comité Ejecutivo, liderado por Oscar Palacios Herrera,comienza a despachar en la oficinas del Ministerio del Trabajo, entre Manduca y Ferrenquín. Luego se mudó al edificio Luis Fernando, de Socorro a Calero y de allí al edificio de la Fundación La Salle frente a la Av. Boyacá o Cota Mil. Su crecimiento lo llevó hasta el edificio “Sudameris” en la esquina de Cují, en la avenida Fuerzas Armadas.

En diciembre de 1969 estuvo listo el edificio sede, en la avenida Nueva Granada, construido especialmente para el instituto y proyectado por el equipo del prestigioso arquitecto Tomás José Sanabria. Esta estructura novedosa, de gran calidad artística, mereció el Premio Municipal de Arquitectura.

Los primerros cursos que dictó el Inces fueron: Formación de Instructores, Electricistas Rurales y Perfeccionamiento de Vendedores de Comercio al Detal.

El primer aporte al instituto lo hizo la empresa Morris y Curiel y Cia, por un monto de Bs. 39,67. La nómina de empleados Inces estaba cerca de las 300 personas, quienes lograron certificar a 1.091 venezolanos en ese primer año.

La transformación hacia Inces

Con la llegada de la Revolución en 1999, el Ince desarrolló una nueva dimensión en su realidad política e institucional. Es en el año 2003 cuando la Misión Robinson se ampara en la territorialidad de la institución para llevar a cabo la enorme labor de alfabetización en todo el territorio nacional. Más adelante, se incorporarán también las misiones Vuelvan Caras, Vuelvan Caras Joven y Che Guevara a la dinámica de formación en el trabajo que ya se esbozaba en el Ince, lo que reconfiguró el perfil que, en definitiva, queda plasmado con la reforma de la ley en 2008 y que le otorga su nueva denominación de Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces); normativa que se refuerza en 2014 a la luz de la Revolución y de la nueva Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y la Trabajadoras.

A partir de ese momento llega un sentido de revisión de los programas y la pertinencia de la formación técnica y profesional intentando aproximar a la institución a un marco de integralidad con el sistema educativo formal.

Dentro de la nueva visión del Inces se incorpora un componente sociopolítico, con un programa apegado a la transformación social que desarrolla la conciencia del trabajo como espacio fundamental para la apropiación del hombre de su propio destino, planteado desde la moral revolucionaria.

Todo debe darse en un ambiente productivo práctico con resultados tangibles ante las necesidades del país. Ahora, quien se incorpora a una experiencia formativa aborda un proceso productivo integral, donde se aprehenden cada uno de los elementos asociados a dicho proceso y donde se construye una conciencia de transformación desde lo subjetivo.

Hoy, a 58 años de una idea inspirada en un principio tan noble como la formación para el trabajo, se comprenden cambios que una sociedad en evolución reclama y necesita por parte de sus instituciones. La Venezuela de hoy no es la misma de hace cinco décadas atrás y ahí está el reto: establecer un Inces que siga dando respuestas, herramientas y soluciones, principalmente dirigidas a la juventud, llamada a insertarse en las cadenas productivas que impulsarán el desarrollo de las comunidades y de un país que, a no dudarlo, está condenado a ser feliz y próspero.

Por ello,el Inces se ha propuesto direccionar sus programas de formación y autoformación hacia la juventud, importante sector de la sociedad que representa más del 60% de la población. En tal sentido se ha planteado relanzar el Programa Nacional de Aprendizaje, y todos sus programas, en favor de este importante grupo social, sin olvidar los privados de libertad, los alistados militares, los de educación media incompleta, analfabetas y todo aquel que reclame una formación para el trabajo productivo.

Finalmente y en cuanto a la médula de la institución desde el año 2009 se aceleró una transformación curricular y por tres años coexisten las salidas ocupacionales y los cursos Inces. Posteriormente se impulsan los Proyectos Integrales Socialistas (PIS).

Desde el año 2014 se evalúan y renuevan los PIS y se crean los Programas de Formación y Autoformación Productiva (PFAP), que por un tiempo transitan, con intuición de futuro, hacia una organización en concordancia con las políticas económicas gubernamentales, de allí que se traspase de oficios calificados a los perfiles productivos cualificados.

El más reciente desafío de la institución está en la responsabilidad de incluir 200 mil jóvenes al aparato productivo del país, en el denominado plan nacional Chamba Juvenil, a través de su Programa Nacional de Aprendizaje (PNA). Al momento de este cumpleaños, la cifra de jóvenes inmersos se acerca a los 50 mil y sumando. Ojalá que el esfuerzo sostenido del Estado y los sectores privados logren vencer la barrera de abandono social y educativo para reivindicar a la juventud venezolana y anexarla a la necesaria productividad.
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