domingo, 15 de octubre de 2017

Que se hunda este país


Todos estamos de acuerdo en que raspar cupo es simplemente una actividad lucrativa como cualquier otra en el mundo libre, o lo era, porque ya nos la quitaron, una actividad a la que todos debemos tener derecho, porque ese es nuestro petróleo, nuestro oro, y eso se comprende porque es una necesidad. Todos y todas nos queremos arreglar palomas, bíceps, tetas, nalgas, cucharas, ponernos ojos como los gringos, aumentar de tamaño para vernos bonitos, en esos carrotes importados, estacionados frente a los botiquines de Las Mercedes, comiendo y bebiendo lo que nos dé la gana, atragantándonos de cerdo frito y su piel crocante en el sitio que promueve, empaltosao, el arrimao de Vladimir Villegas, donde no pueden entrar los negros y chancletúos, como en Palo Negro, Altagracia, Guatire, El Clavo o El Naipe, donde los ves consumiendo chicharrón con hallaquitas picantes, que usan para limpiarse el grasero que les chorrea.
De no ser por Chávez, pudimos haber continuado ganando no sólo los Miss Universo y Miss Mundo, sino también los Míster, para ser definitivamente los dueños de la belleza, gente glamurosa destacada en el planeta, no como esa Misión Sonrisa, o Milagro, o todo ese rosario de vainas donde se malbarata la plata y que poniendo a reír a la gente desdentada a leer, a comer, porque dígame usted de qué sirve que a esa gente, que ya desechó la buena vida para dedicarse a los vicios, se le brinden más oportunidades, o como dicen algunos, que esos dólares son para estudiar y sacar al país adelante. No señor, eso debe ser para producir, esos deben dárselos a los concursos de belleza, a la Polar, a la Colgate Palmolive, a las fábricas de carros, a la Revlon, a la Max Factor, a Loreal, al papel tualé con olor a fresa, o cuando mínimo a Carolina Herrera que de tanto echarle bolas ya su nombre lo dicen en inglés por televisión. A la agroindustria, para tener vacas y grama que lucir, como el rancho de los presidentes de los Estados Unidos, que uno no entiende cómo los igualados estos de Venezuela también llaman rancho a las casuchas esas en donde tienen unas antenas como si fuera casa de rico, imitando a las personas que habitan en los valles, las colinas y las cumbres. Parecen más bien cirqueros haciendo equilibrio en esos voladeros, en esos farallones, en esos abismos de los cerros. Yo no sé a qué se vienen a Caracas, habiendo tanta tierra en este país, pero lo parejero no se le quita a los venezolanos, no saben que con su presencia afean la ciudad y dan muy mala imagen al país cuando los turistas llegan. Si los dólares se dieran como debe ser, Caracas tendría sus calles plenas de misses y místeres paseándose rodeados de cámaras y turistas nórdicos, en vez de esos costeños del Caribe que todo lo afean.
También deberían darle los dólares a las empresas extranjeras, que esas sí saben trabajar, pero qué va, el Estado frena la libre empresa sin saber que eso es un derecho humano, pero el Gobierno los viola como les da la gana. Qué tiene que ver que todos los dólares del petróleo se lo entreguen a la libre empresa y ellos hagan lo que les dé la gana. ¿Por qué no pueden inteligentemente ponerlos a ganar intereses o invertirlos en otros países que sí aprecian sus esfuerzos? ¿Por qué no pueden invertir en la floreciente industria de la droga o en la estafa bancaria? Para eso son sabios, para eso es que se estudia, para aprovechar las oportunidades. No, pero el Gobierno no sabe, se le está pasando la mano con el control de cambio y el recorte de dólares y la gente no puede hacer lo que quiere, porque al fin y al cabo esos reales son de nosotros que nos merecemos la gotica de petróleo. Ojalá y nos invadieran los gringos y podamos hacer unos arreglos y venderle de una vez al precio que sea todo ese petróleo, que según dicen es la reserva más grande del mundo. Imagínense el platero que nos tocaría a cada uno, podemos si nos da la gana irnos a vivir a la Quinta Avenida de Nueva York, como bien lo hizo Capriles.
Podríamos usar esos dólares para comprarnos un presidente de esos norteamericanos
Porque viéndolo bien, como dicen los ecologistas y los jipis, ese petróleo mancha y contamina y es mejor que se lo lleven cuanto antes los gringos con todo y Arco Minero, porque esos sí saben qué hacer con todo ese oro, coltán, torio y vaca y cachicamo y todos esos otros animales que cuando uno va al campo asustan y no dejan disfrutar del tranquilo y limpio césped de la campiña, porque si nos ponemos a reflexionar... Así los gringos nos dejarán tranquilos viviendo en nuestro paraíso terrenal, sin que tengamos que hacer nada, porque los gringos nos darían toda esa montaña de dólares y con eso nos pasaríamos toda la vida comprándoles sus güevonadas, y en vez de ríos y playas les pedimos a los gringos que nos construyan piscinas como las de la mafia en Mayami Bay, donde no pican los mosquitos ni los puri puri, en donde en vez de los repelentes nos echaríamos por tobos los Coopertones y que se jodan ellos trabajando, mientras nosotros disfrutamos como si fuéramos turistas alojados en grandes hoteles. Que de paso, buscaríamos a los gringos para que nos los construyan a las orillas de las playas y los ríos, en los copitos de las montañas, en medio de las sabanas, y les pagamos un alquiler mientras ellos se joden, nosotros disfrutamos con nuestros grandes carrotes practicando rustiquiar y fangueo, y a la vez eliminando esas hierbas fastidiosas y esos animales peligrosos de las sabanas, caños, humedales y esteros, y en los médanos de Coro les diremos que nos construyan una Dubai, pero más mollejúa, y en Quíbor que nos construyan una torre Eiffel para visitarla cuando nos dé la gana, con sus Campos Elíseos y sus corraleros del majagual con todo y burrita, y en el Orinoco les pediremos a los ingleses que nos hagan el puente de Londres pero mamonúo para que ningún puente le gane, y un boulevard que vaya de La Guaira hasta Margarita, para de vez en cuando irnos de paseo, y en el Cabo Codera que nos hagan un botiquín que diga en la entrada "atendido por su propio dueño, el Cabo Codera", en donde podamos disfrutar de un buen mondongo con cerveza, y que todo el trayecto en este poblado de esos simpáticos quiosquitos que uno consigue en La Negra, Cerezal y los páramos de Mérida, para traernos a la casa por las tardes un souvenir, un recuerdito, para regalárselo al perrito, a los gatos o a los abuelos.
También podríamos usar esos dólares para comprarnos un presidente de esos norteamericanos, que sí saben mandar y no se calan a esos negros, árabes, asiáticos, coreanos, indios, haitianos, caribeños, que lo único que saben es afear al planeta con esas ropas y esas lenguas tan raras que uno ni entiende, en vez de usar paltó y corbata y hablar el inglés, que sí es una lengua bonita, sabia y sale barato aprenderla por open inglis o inglis laif, para no seguir con esos zambos, autobuseros, indios, negros. Lo que falta es que nos gobierne una mujer, aunque si es una Obama o una Hillary, bueno, también puede que sirva, pero hay que negociar duro para que sea, quiera dios, por lo menos un Trump.
Sí señor, y así nos quitamos de encima eso de chavistas y antichavistas, de escuálidos y oficialistas, porque todos en un abrazo seremos de nuevo como siempre lo hemos sido: un solo país. Porque si a ver vamos, aquí hasta los chavistas quieren sus buenos carros y casotas y cuentas en Mayami o en las islas Caimán, y vestir donde se viste Vladimir, porque ese sí es verdad que no tiene dudas ni se cae a coba para escalar. Que nadie me venga con güevonadas de comunismo o chavismo de principio, porque todos estudiamos en las mismas universidades y todos queremos los éxitos ofrecidos, si no entonces ¿para qué estudia uno? ¿Para andar defendiendo país como si alguna vez nos hubieran enseñado a pertenecer a él? Aquí todo el mundo lo que quiere es cogerse todo, comerse todo. ¿Qué importa río o sabana o mar, o humedal o ese arenero en Coro o Capanaparo, o si el Apure existe? Aquí lo que a todo el mundo le interesa es la plata para cogerse a todo el mundo, para atragantarse de drogas y el que se quedó pegao, se quedó pegao, ¿o no? Yo le digo a los chavistas: déjense de pendejeras, háganle caso a la oposición, que esos hablan inglés y han vivido bastante tiempo allá en Gringolandia y saben negociar con los gringos, y uno tiene que tener claro que negociar con los gringos es saber jalar bolas. ¿O es que tú crees que Gómez o los adecos y copeyanos mandaron porque eran arrechos? No señor, eso es puro cuento, se mantuvieron en la silla porque sabían jalar bolas diplomáticamente y eso no es malo, eso es ser inteligente, bien mandado.
Por eso este país era feliz, pero no lo sabíamos. Todos trabajábamos, los gringos nunca reclamaban nada, en la política internacional nadie nos nombraba, los presidentes más famosos fueron unos asesinos, que todos lo eran, pero de todas maneras eso no era una raya porque todos los presidentes del mundo tienen que serlo, porque si no, ¿cómo se puede gobernar a ese arreo de bestia que son los pobres? Y no es por ofender, pero si tú tratas bien a la gente, es como si le das un dedo y te arrancan el brazo. También fue famoso uno que presentó su examen de inglés en la ONU y otro que fue muy borracho, que si a ver vamos, fue el que mejor representó al gentilicio. También éramos famosos por botarates, impusimos en el mundo la gran frase que dan nostalgia y ganas de llorar: "¡Ta barato, dame dos!", única en el mundo, precursora del raspa cupo y el bachaqueo. Deberían darnos un Premio Nobel por el aporte a la literatura universal. Fue la época en que debimos dar el gran paso y abandonar para siempre este país de mierda, porque teníamos con qué, se podía beber güisqui con Frescolita y Pepsicola y comer pasapalos de muslos de pollo rellenos con cochino, y celebrar los cumpleaños de los niños en disneigüor con las adorables hamburguesas y los inmensos perros calientes que uno le brindaba al ratón miqui y al perro pluto, que por un dólar uno los podía tocar y todo.
Qué bello era el pasado, qué felicidad tan grande. De vez en cuando teníamos la gracia de un campeón de boxeo, en los demás deportes figurábamos casi siempre de últimos, pero eso no era una tragedia, siempre nos daba ganas de reír. Dígame en ese fútbol. Éramos la burla de todos los países, porque eso lo jugaban eran los hijos de los italianos, portugueses y españoles, dueños de restaurantes, burdeles, botiquines, panaderías y construcciones, y después cuando llegaron los colombianos, peruanos, ecuatorianos, bolivianos, haitianos, y jugaban, era como si siempre se celebraba el mundial de fútbol en Venezuela, pero bueno, la prensa siempre nos nombraba con titulares como estos: "Hemos escalado, Venezuela en el lugar ciento ochenta del rÁnking FIFA", "Casi logramos la meta, llegamos décimos", "Venezuela ocupó un honroso último lugar en bolas criollas", "Por poco ganamos en campeonato de beisbol", o casi siempre nos robaban los puntos, los tantos o las peleas.
¿Nos vamos para Chile a recoger papa y a lavar pisos y que se hunda este país?
Sí señor, los periodistas eran especialistas en levantarnos el ánimo con lo perdido, con lo no ganado, y nos conformábamos con el simple hecho de competir o jugar. El famoso lema de lo importante no es ganar sino competir, lo grabamos en nuestras mentes con hierros candentes, casi nos convencieron de que no servir para un coño era lo importante, y tenían razón. Porque la culpa no era del país ni de los gobiernos ni mucho menos de los empresarios, siempre fue de los deportistas, que antes de competir o no comían o no se ponían los zapatos adecuados, o no cargaban sus instrumentos. Porque para flojos, eso sí búsquennos (aunque yo no, porque para eso estudié), o simplemente por comelones, a veces los señores por pura gula se zampaban una mano de cambures antes de salir a correr y, claro, siempre nos hacían quedar mal. De vez en cuando algunos causaban sensación porque a veces sin camisas o descalzos o cuando se les olvidaba comer, o le prestaban los instrumentos de competición, o se alojaban en los hoteles en donde se alojaban los demás deportistas, porque a los señores se les antojaba irse un día antes a la competición y tenían que dormir en los autobuses o aviones o barcos, pero bueno, de vez en cuando lograban a coñazo limpio una medalla. Como en cien años logramos una medalla de oro olímpico y eso porque fueron unos morochos Rodríguez Hernández, como que era que se llamaban. A mucha honra, porque te digo, hay países muy pobres que no se han ganado ninguna.
Pero en donde sí florecíamos como campeones era en la exportación de misses, ahí éramos una maravilla, no había país del mundo donde no nos nombraran por las nalgas, las tetas y las pepitas abultadas de nuestras misses.
Siempre se dice que los enfermos, que los hospitales no funcionaban, pero digamos la verdad: a los pobres nunca les interesó médico, porque si no lo hubieran pagado. Tan es así que el primero que conocieron lo convirtieron en santo. Que si había hambre, pobreza extrema, desnutrición y sus consecuencias: enfermedades, delincuencia. Pero dígame usted qué país no los tiene. Que eran pocos los que estudiaban. Pero es que en los países no estudia toda la gente. Que teníamos sembradíos y laboratorios de drogas, que pagaban muy bajos salarios, que los empresarios se cogían todo el presupuesto nacional, que todo se le vendía a precio de gallina flaca a los dueños del mundo, y sobre todo a los gringos, ajá, pero el mundo ¿acaso no es así? Yo que me he quemado las pestañas estudiando y viajando, lo sé, y todo el mundo lo sabe, hasta el más bruto y pobre sabe que eso es así. Ah no, pero tenía que llegar Chávez a decirle a todo el mundo que éramos pobres y que él arreglaría las cosas, y se puso a desnudar todas las llagas, a restregarnos la miseria en la cara, gritándolo a los cuatro vientos, como si no supiera que los trapos sucios se lavan en casa. Ahora todo el mundo sabe que no sólo somos misses, flojos, borrachos y petróleo, sino que además somos pobres y que hay que curar esas llagas, como si alguna vez los pobres se hubieran quejado. Eso nunca pasó en este país. ¿Que algunos se alzaron? Bueno, sí, pero el padre de la democracia dijo disparen primero y averigüen después. Pero después ya los habían desaparecido, y nadie sabe y nadie supo lo de los miles de desaparecidos, porque ese era un hombre muy inteligente que aprendió rápido la enseñanza de los gringos. Así se pudo gobernar y nadie se quejaba. Dígame usted qué padre no reprende a sus hijos para que se porten bien, y sobre todo si sus hijos son flojos y borrachos y no les gusta trabajar, pero que además le faltan el respeto a todo el que viene de afuera a tratar de enseñarnos, porque si alguna cosa tienen los gringos es que saben trabajar y por eso es que han prosperado, no como dicen los deslenguados chavistas que es invadiendo, saqueando y obligando a que la gente se endeude.
Como en todas partes ellos también tienen sus flojos, pero para eso tienen sus cárceles, donde a punta de esclavitud los enseñan a trabajar de gratis y a convertirse en hombres y mujeres de bien. Que allá en Gringolandia las grandes mayorías no son dueños ni del hueco en que los entierran, que todo el mundo anda endeudado y a cada santo le deben una vela, sí, eso es verdad. ¿Y cómo quieres tú que funcione el sistema, si todo el mundo es dueño? ¿Entonces qué gracia tiene? Dueño tiene que ser el que trabaja día y noche, sin descanso, Semana Santa y Carnaval, cumpleaños y Año Nuevo, y el día de las madres y todos los días del mundo, hasta que se muere. Porque si no cómo queremos ser dueños con vacaciones, reclamando más salarios, y que te den vivienda y estudio, enfermándonos, pariendo y que te den reposo, prenatal y natal y postnatal. No señor, uno con el reposo mortal ya tiene. Qué mantequilla, así es muy cómodo, así cualquiera es dueño.
Nosotros lo que debemos es darnos cada quien su puesto. Zapatero a su zapato. Qué chavismo ni qué chavismo un coño, dejemos al mundo como está, que los dueños manden como cuando éramos felices y no lo sabíamos. Porque para mí es que este Chávez se alzó porque andaba despechao y no iba a ser general. ¿Tú qué crees? ¿Nos vamos para Chile a recoger papa y a lavar pisos y que se hunda este país? Porque si ya no hay oportunidad de raspar cupo, yo prefiero limpiar mierda en otra parte que morir de ingeniero en esta pocilga.

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