Mercedes Chacin
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Niñas, adolescentes o mujeres adultas. No importa la edad. El machismo se manifiesta de distintas formas. Con la mamá, con las hijas o con las hermanas. Con las parejas. En los lugares de trabajo y recreación, en el hogar. Los hombres y las mujeres pensamos distinto porque fuimos criados y educados de distinta manera. Hay costumbres masculinas realmente adorables (para mí) como esas que llaman “caballerosidad”, que son esos momentos en que los hombres nos tratan de verdad a punta de pétalos de rosas, aunque el dicho diga que ni con eso.
El machista muchas veces no se da cuenta de que lo es. Existen hombres que creen que tienen derecho sobre las mujeres, hasta el punto de decidir sobre sus vidas: “vives como digo yo, o te mato”. Hay otros que creen que lavando los platos, la ropa y el piso, ya son feministas. Hay otros que entienden que tenemos los mismos derechos. Pero son menos, porque si fueran muchos, tal vez estas letras serían innecesarias.
Nuestro planteamiento es simple: sin el concurso de los hombres tardaremos más en lograr la equidad.
Si los caballeros, los que lavan y friegan, los piropeadores, los que entienden que hacer el amor con placer es importante también para las mujeres, los que saben que tenemos derecho a tener un salario justo, tan justo como el de los hombres, los que se ocupan de sus hijos, los violentos que usan la fuerza para doblegar o dominar a la mujer (como si fuera una hazaña) … todos esos hombres deben ser tocados por el discurso de la igualdad de género.
Y es que el hombre fue criado para ser libre. Para no rendir cuentas. Para mandar. La mujer para ser dependiente, para explicar. Para obedecer. Ha sido así miles de años. Y en algunas culturas la mujer es tratada de forma realmente abusiva, castradora y miserable. Las mujeres nos rebelamos contra eso siempre, pero esa lucha se ha hecho visible apenas hace poco más de un siglo. Y algunas reivindicaciones hemos conquistado. Muchas murieron para abrirnos los ojos al resto. Y tiene lógica, porque el oprimido quiere ser libre. Y quien oprime, oprime.
Por eso, desde esta pequeña tribuna queremos decirle con mucho cariño a los hombres que luchemos juntos, juntas. Sin ustedes, queridos compañeros, tardaremos mucho más en cambiar la realidad que nos lacera de distintas formas. El “ni una menos” del sábado 25 de noviembre tardará más si la lucha es en solitario.
Queremos decirles que no queremos cambiar nuestra opresión por su libertad. No queremos esclavizarlos, no queremos matarlos, no queremos que sean infelices. Queremos ser tan libres como ustedes. Queremos amar libremente. Queremos que nuestras capacidades sean reconocidas. Queremos derrotar nuestra opresión también con su conciencia y, una vez que seamos libres, juntar las libertades para tener una libertad plena, hermosa, compartida. Es una campaña necesaria. Ni un machista más. Te toca. Nos toca. Sigamos.
mechacin@gmail.com
@mercedeschacin
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