Redacción Actualidad
José Núñez
Dos contrastes y dos realidades. La larga espera para surtir de combustible los vehículos en las estaciones de servicio es diametralmente opuesta a la escena de venta del carburante que persiste en la Troncal del Caribe, desde su inicio.
Mientras los conductores de Maracaibo hacen kilométricas colas y madrugan, desde hace meses, en las gasolineras, en plena Troncal del Caribe, principal vía que conecta a Maracaibo con el norte del Zulia: Mara y la Guajira.
En esa Troncal existe una “pasarela” de puestos ilegales de venta de venta de carburante, donde hasta familias enteras participan.
Esa arteria vial rebosa día tras día de vendedores de gasolina. Los letreros que indican que “se venden pimpinas a 5 mil bolívares” en efectivo, resaltan a la vista de todos los conductores; muchos siguen sorprendiéndose de lo que observan.
Pese a los reiterados operativos y despliegues de funcionarios castrentes y los cuerpos de seguridad del estado para desmantelar los puestos clandestinos de gasolina en distintas comunidades, el oficio se sigue multiplicando y aún más en el noroeste.
Hace pocos años, en Puerto Caballo, de la parroquia Idelfonso Vásquez de la capital zuliana, se caracterizaba por la venta de yuca, agua de coco y pescado. Las familias, que hasta no hace mucho vivían honradamente de la venta de alimentos, ahora turnan a sus miembros, que van desde abuelos hasta niños, para “atender” los puestos de gasolina, llamar la atención de los conductores batiendo embudos improvisados en el aire o contando pacas de efectivo que reciben dependiendo de los billetes que son “aceptados” de acuerdo a su denominación.
A los que elevan y bajan una y mil veces esos embudos los llaman “mariposas”, pues simulan un vuelo.
“Es insólito ver cómo venden aquí en la Troncal del Caribe la gasolina de esta manera; a plena luz del día. Es de contar y no creer. Esta gente, vendedores y compradores que le sacan el cuerpo a las colas en Maracaibo se exponen a riesgos con tanta pimpina junta”, dijo Régulo Arévalo, quien iba de Lagunillas a El Moján en una buseta. “Ya me habían dicho, pero me parecía increíble”, agregó.
Gerardo Lugo, vecino del sector La Floresta, explica que accede a comprar pimpinas de gasolina para no someterse a la “tortura de las colas”. “Prefiero pagar que perder todo un día en una cola de gasolinera, sin poder comer a las horas, ir al baño o tener que estar estacionado de madrugada corriendo peligro. Esto es una calamidad y muchas veces es peor el remedio que la enfermedad porque al final la venta ilegal nos afecta a largo plazo”, enfatizó.
En la ciudad, en gasolineras de la C-1, San Jacinto, Delicias Norte, San Francisco, en Sabaneta (antes de El Varillal) -por citar algunas- este martes persistían las impactantes colas.
Como dos caras de la misma moneda, la espera en una ‘bomba’ y la venta libre del carburante a la vista de todos coexisten en el principal estado petrolero de Venezuela.
La ruleta rusa para conseguir gasolina “legal” en las estaciones de servicio sigue siendo el dolor de cabeza de los marabinos. La mayoría de los residentes tiene el mismo clamor: que se ponga orden y se restablezca el suministro para volver a la tranquilidad de años atrás.
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