lunes, 10 de julio de 2017

Mercedes Sosa sigue cantando


Lorena Almarza

lio, 2017
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“La Negra” dedicó su vida entera a luchar, cantar y viceversa > Creció en el seno de una familia pobre y peronista
Su voz acaricia y penetra profundo en los sentires y en la conciencia. La Negra, como fue conocida por el mundo entero, puso en su voz, corazón, sueños y esperanzas por un mundo mejor, y así cantó a los cuatro vientos para conmover, denunciar y también celebrar la vida. Su voz fue terreno fértil para las causas sociales y políticas. Su vida, lucha y canto, pues de que sirve la vida sin la lucha y sin el canto.
Junto a Armando Tejada Gómez, Manuel Oscar Matus, Eduardo Aragón, Tito Francia y Juan Carlos Sedero, entre otros artistas, impulsó una corriente renovadora de la música popular argentina denominada Movimiento del Nuevo Cancionero, con el fin de recuperar la memoria cultural, explorar narrativas de contenido social; y contar y cantar, la cotidianidad de las mujeres y hombres argentinos.
Sufrió la persecución en la década de 1970 debido al contenido social de sus canciones y su militancia en el Partido Comunista. De hecho, fue incluida en las listas negras del régimen dictatorial; sus discos fueron prohibidos así como cantar en lugares públicos y, por supuesto, sonar en la radio. Sin embargo, eso no impidió que sus canciones fueran coreadas como himnos por el pueblo argentino. Vivió el exilio pero nunca estuvo sola, pues su canto, que fue el canto de todos los que luchan, consiguió en el mundo entero conciencias donde resonar y múltiples voces para sumar.
Con su canto comprometido, Mercedes, visibilizó la diversidad y riqueza de las expresiones culturales y artísticas propias de la Argentina, como zambas, chacareras, milongas y tonadas; y a su vez, construyó un espacio para el diálogo y el encuentro con otros creadores y creadoras de la propia Argentina, América y el mundo como León Gieco, Víctor Heredia, Fito Páez, Julia Zenko, Nito Mestre, Charly García, Gustavo Cerati, Joan Manuel Serrat, Caetano Veloso, Milton Nascimento, Jorge Drexler y Natalia Lafourcade, entre otros. Incluso compartió escenario con la cantante estadounidense Joan Báez y con Luciano Pavarotti.
Fue embajadora de buena voluntad de la Unesco para América Latina y el Caribe y embajadora regional de los embajadores de buena voluntad de Unicef. En distintas ediciones de los premios Grammy Latinos, se alzó con el galardón de Mejor Álbum Folclórico, por Al Despertar, la Misa criolla y Acústico, entre otros premios internacionales.
Solo puedo decir que la Negra se nos quedó en vibrando en una esquinita del alma.
NEGRA Y PETISA
Nació en Tucumán, una provincia ubicada al noroeste de la República Argentina, el 9 de julio de 1935. Ema del Carmen Girón fue su madre, quien nació en las inmediaciones del tucumano ingenio azucarero Concepción, y su padre Ernesto Quiterio Sosa, quien la registró con el nombre de Haydeé Mercedes, en lugar de Marta Mercedes como habían decidido inicialmente. Ella misma contó que su madre pensó en algún momento ponerle Julia Argentina porque nació el día de la Independencia y cerquita de la casa histórica. En su familia siempre fue Marta y para el mundo entero, la Negra. Sin embargo, con unos catorce años, cuando debutó en la radio, en un concurso durante el Día de la Lealtad a Perón, se hizo llamar Gladys Osorio para que su familia no se enterara.
Vivió en el seno de una familia muy pobre y peronista. Su padre realizó diversos trabajos para poder llevar un dinerito a la casa, Estuvo en un aserradero, fue estibador en el puerto y se ocupó de las calderas del Ingenio Guzmán hasta que logró entrar en el Instituto de Previsión Social y todo mejoró. Sobre su madre, la Negra refirió: “Mi mamá era todo. Muchas veces cuando mi papá se quedaba sin trabajo, ella salía al frente de la casa, planchando o lavando ropa para afuera. Ejercía un verdadero matriarcado”. Aunque vivieron con mucha estrechez, tanto ella como sus hermanos recordaron siempre con alegría su infancia y destacaron también el amor entre sus padres. En el libro Mercedes Sosa, La Negra, que hizo con el periodista y escritor Rodolfo Braceli, la cantora afirmó: “Lo que me salvó de ser una persona amargada fue la unidad entre mi papá y mi mamá. En medio de tantas carencias, teníamos amor”.
Sobre aquellos días agregó: “Hubo noches en que nos acostábamos con ese dolor de estómago que viene del hambre. Mi mamá bromeaba, nos daba un bollito, mate cocido y nos sacaba a jugar al parque 9 de Julio. Mordíamos aire, comíamos inocencia (…) Si tuviera que resumir toda mi niñez dentro de una palabra, elegiría felicidad. Fuimos tan pobres pero ¡tan millonarios! Mis padres eran tan abnegados, fueron sabios: jamás nos hicieron sufrir su sufrimiento. En la casa había alegría. Y adentro de la alegría estaba la felicidad, como pan de cada día”.
Entre sus recuerdos de niña se mezclaban las visitas con su abuela al cementerio donde ella y su prima solían corretear y cantar entre las tumbas, los traguitos de café con coñac que se robaban en los velorios, ninguna muñeca o juguetes a la vista, pero sí, corretear y trepar árboles, jugar a los almohadazos entre hermanos y por supuesto darle a la pelota.
Luego de casarse se fue a Mendoza donde inició su larga y fructífera carrera como cantora, militante y, a su vez, estrechó vínculos con diversos creadores e intelectuales debido a la creación del Movimiento del Nuevo Cancionero. Contó Mercedes que por entonces los tildaban con frecuencia de comunistas, y en su opinión esto fue debido a su interés en la cultura popular y en la cercanía con los pobres de la tierra. En su opinión, “todo acto revolucionario provoca miedo en la gente y la cultura es la revolución más importante (…) La cultura es el poder más tremendo que existe”. A los 23 años y con su hijo Fabián bebecito, se fue a Buenos Aires. En enero de 1965 asistió al Festival de Cosquín, y allí el gran Jorge Cafrune, quien estaba en el escenario y la había oído cantar antes, invitó a subir a la tucumana, “negra petisa”; y para sorpresa de todas y todos, su registro cálido y de perfecta afinación, ganó una ovación. Allí comenzó la leyenda.
EL ADIÓS
El 4 de octubre de 2009 debido a problemas renales y hepáticos, a los 74 años de edad y casi 60 en el mundo de la música, se apagó la voz de América. Su muerte causó gran conmoción en el medio artístico como en la población en general, dicen incluso que ese día, en diversas canchas de fútbol se coreó “la Negra no se fue, la Negra no se va”, pues Mercedes no solo fue una gran artista sino también un símbolo de lucha por los derechos de los pueblos a un mundo mejor. Sus restos fueron velados en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional de la Argentina, donde el pueblo se despidió de su cantora con alegría, y junto a varios artistas se cantó Alfonsina y el mar. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas esparcidas según sus deseos en Tucumán, Mendoza, y en la ciudad de Buenos Aires.
A MERCEDES, POR EL COMANDANTE 
(Fragmento de carta a Cristina Fernández de Kirchner con ocasión del fallecimiento de la cantora)
“Mercedes Sosa, la de ustedes, la nuestra, la misma que aprendimos a sentir en toda nuestra América como la voz que nos festejaba aclarándonos el sendero, ha partido para quedarse convertida en memoria sublevada, pan del menesteroso y aliento tenaz de los humildes. Nuestra América toda quedará en eterna deuda con esta extraordinaria mujer que encarnó lo más sublime que puede darle sentido a la existencia: la entrega incondicional a los injustamente olvidados de la tierra.
(…) Maestra cantora entre los cantores y las cantoras: Mercedes es encarnación del canto como razón de ser personal y colectiva. Canto como afirmación del espíritu de vida y como combate contra la muerte: luminoso canto de todas y todos. ¡Honor y gloria a Mercedes Sosa!”.

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