Así lo dice un estudio de la Universidad George Washington de Estados Unidos, citado por El País. Según éste, no disponible al público, todas las cuentas chavistas, en conjunto con las rusas, lograron imponer puntos de vista a favor de la independencia de Cataluña en la opinión pública de España y del resto del mundo.
El bluff de la conspiración chavistaputinesca
La teoría citada por el director adjunto de El País, David Alandete, también se basa en una investigación del Comando Estratégico de la OTAN, donde se afirma que en un primer nivel, trabajos de Sputnik y RT generaron matrices en contra de España, después esparcidas en las redes sociales por bots chavistas y rusos.
Entre las cuentas citadas como bots, aparece, por ejemplo, la de Larissa Costas, la presentadora de "A Un Click" emitido en Venezolana de Televisión (VTV).
Pero esta teoría no se queda aquí, porque ahora el actual presidente de Honduras, Orlando Hernández, afirma que desde Venezuela se conspira a través de las redes sociales para influir en las venideras elecciones presidenciales, en las que se candidatea a la reelección. Por lo que se asume al chavismo con capacidades de influir en la misma medida que el aparato comunicacional de Estados Unidos lo hace en cada punto del globo.
Como es obvio en este tipo de casos, las pruebas son parciales y poco sustentadas. En ese sentido, no tiene lógica que un país como Venezuela, señalado de estar en una crisis humanitaria, donde la gente supuestamente se devora entre sí por un paquete de arroz, tenga tiempo para liderar una conspiración contra un gobierno que todos los días se la pasa replicando esta imagen sobre el país. Menos si esa conspiración es dirigida por el mismo Nicolás Maduro, al que todos los días acusan de ser un hombre incapaz que habla con pajaritos.
No se puede ser todo a la misma vez, partiendo de toda la propaganda que todos los días sueltan contra la República Bolivariana.
Una conspiración liderada por un país bloqueado
Es importante recordar que en este momento Venezuela, acusada de liderar esta conspiración, ha sido puesta literalmente en cuarentena por todo el aparato financiero que responde a algunos de los círculos de poder de Washington y Wall Street. Abocados en inducir contra el país un bloqueo para que no pague sus deudas ni importaciones, con el fin de ahogarlo económicamente y promover una caotización de sus finanzas internas, que termine en una situación social tan complicada que les permita vender una intervención o un inmediato cambio de régimen.
Todos los días esta realidad es disfrazada con el mantra de la crisis humanitaria por todos los medios que forman el aparato de propaganda de España.
Por lo que no es difícil abandonar las explicaciones conspiranoicas para simplificar las razones de por qué un importante número de chavistas opinaron sobre lo de Cataluña. En un país como Venezuela, donde la ciudadanía politizada se preocupa por cada conflicto en cada rincón del mundo.
Por más que ninguno de los estudios citados por El País, ni la OTAN, expliquen nada de lo que afirma. Si sirve de ejemplo tomar en cuenta el contexto de lo sucedido.
La realidad es que ni Maduro armó un ejército de bots en Miraflores, ni tampoco Mario Silva llamó a Larissa Costas para que se pusiera de acuerdo con Carola Chávez en sus tuits, ni Inna Afinogenova de RT se comunicó por Skype con éstos para afinar una sofisticada campaña anti-España. Sino que una corriente de opinión espontánea, escandalizada por los golpes de la policía de Rajoy a los ancianos de Cataluña, se sirvió en bandeja una crítica mordaz, sustentada en fotos y videos, contra los restos del franquismo que hoy gobierna España.
En contexto, bien vale recordar para los desprevenidos que unos meses antes del reprimido referéndum en Cataluña se había dado un plebiscito opositor en Venezuela, no contemplado en la Constitución Bolivariana. Paradójicamente, una de las preguntas de esta consulta iba dirigida a validar un gobierno paralelo sobre el oficial en el país, sin embargo, las fuerzas de seguridad de las autoridades cuestionadas dieron resguardo a quienes participaron con la existencia de un escaso incidente, develado inmediatamente por la justicia.
Unos días después, el mismo Rajoy que había criticado a Maduro por supuestamente no proteger el plebiscito, se valió de los palos de su policía y las detenciones de la justicia para criminalizar el nacimiento de una nueva nación en su país, que contraviniese la Constitución española, según sus propias palabras.
Inventar teorías de la conspiración para desviar la atención
Ya es costumbre que en España se inventen historias disparatadas de Venezuela cuando se necesita demonizar a cualquiera que vaya en contra del status quo de corrupción del Partido Popular (PP). Hay desempleo, Venezuela, hay corrupción, Venezuela, hay elecciones, Venezuela, hay una protesta en la calle, Venezuela. Un comodín utilizado a discreción cada vez que hay un problema que pone en juego la credibilidad del sistema de gobierno español.
Venezuela, un país que produce política para bien o para mal, se ha convertido en el reino español en la comidilla diaria de los empleados y desempleados. No importa si Rajoy y el PP se robaron el PBI entero de las arcas del Estado, si antes no se habla de lo mal que está la República Bolivariana. Después de todo, los españoles no parecen tener una vida política propia que no escape del cuadro cerrado puesto entre Maduro, Chávez y Jordi Évole, fiel reflejo frívolo y superficial del punto de vista del ciudadano medio bombardeado por las noticias sobre el país.
Sobre esta superficie, el gobierno de España utiliza la nueva trama ruso-venezolana para darle una razón de ser al uso de todo su aparato de seguridad contra los ciudadanos catalanes, asqueados por el comportamiento político y criminal en contra de ellos. Mientras, la OTAN reutiliza a su manera la conspiración para lo mejor que sabe hacer en este contexto: vender la amenaza rusa para suministrar armas a toda Europa frente a la "peligrosa" influencia intervencionista de Vladimir Putin.
Sin embargo, todo este mal cuento, en realidad, esconde la enorme debilidad discursiva, retórica y argumental de la política en el mundo civilizado del "primer mundo", arrogante y creído de ser la vanguardia de la humanidad. Donde cada vez que se les revierten matrices de opinión, como las que propagan contra la República Bolivariana, aducen teorías locas de la conspiración provistas de imaginarios de películas sobre espionajes y libros de ciencia ficción.
Sin reparar que ellos mismos pusieron a intervenir Venezuela en la política española el mismo día en que la convirtieron en asunto de interés nacional, por encima, incluso, de sus propios ciudadanos desempleados y desahuciados. Como si la realidad venezolana les sirviese para hacer que su gente ni siquiera observe la miseria que generan los que votan, elección tras elección, para evitar algún día ser como Venezuela.
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