jueves, 30 de agosto de 2018

LETRA DIRECTA ǀ Un Chávez para la clase media


Santiago Díaz

No sé si sea una buena idea que la gente de un país tome a una o varias personas como guía moral, fundamentalmente porque nadie es infalible. Lo que sí sé es que es fatal que quien termine asumiendo el rol de guía moral de todo un país resulte ser un santurrón insoportable. Las personas son hermosas en la medida en que sus virtudes pesen más que sus defectos, pero también es importante que esos defectos sean visibles, aunque a veces sea necesario buscarlos para poder verlos. Ser un santurrón insoportable es una opción válida de vida, pero tratar de presentarla como guía para todo el mundo es atroz.
Varias generaciones de venezolanos crecimos viendo, escuchando y leyendo a un señor que, entre otras cosas, proponía diversificar la economía, y eso está bien; pero su santurronería no le permitía hacerlo sin “explicarnos” que el petróleo era una maldición que nos convertía en un pueblo flojo e inútil. Este señor también dijo que las groserías ensuciaban el espíritu y quien las dijera iba a terminar siendo un patán o algo así. En fin, el punto es que todos los venezolanos éramos ladrones, holgazanes, un pueblo embrutecido por el petróleo y por las groserías que decimos, y la única esperanza que teníamos de ser mejores era tratar de parecernos a él. A este señor, por cierto, lo pusieron ahí los poderosos para que él, conscientemente o no, nos mantuviera así de acomplejados.
Y todos aceptamos aquella dominación durante décadas. Tanto así que tuvimos que esperar hasta que el tipo dijera la palabra “pendejo” en televisión para sacarla de nuestra lista de palabras que no se deben decir muy duro. La clase media, más que tragarse el cuento, lo devoró. Entonces, como pasa en todas las sociedades, la santurronería y la pose puritana se convirtieron en algo mucho más peligroso. Pase usted por un grupo de Whatsapp de clase media y verá que allá nadie dice groserías pero, entre fotos de vírgenes llorando sangre y cadenas de oración, se desea la muerte del adversario y se celebra cuando esta ocurre. Además, frente a actos abominables como la quema de gente, sueltan un “Que Dios me perdone, pero bien hecho por chavista”.
Parte del odio de las clases dominantes contra el chavismo tiene que ver con la renta petrolera, pero también odian el hecho de que Chávez desbaratara aquella estructura de dominación que se sustentaba en la castración de nuestra autoestima. Hoy, gracias a Chávez, las clases populares son inmunes a toda esa propaganda nefasta. Si tenemos suerte, un día surgirá un liderazgo que tenga pegada entre la clase media y les enseñe a hacer política sin violencia y a sentir rabia sin llegar a odiar. Entonces, tal vez, el chavismo podrá entregar el poder sin que ocurra una tragedia.
@letradirectasd

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