sábado, 2 de junio de 2018

La vaca Cleta: El grafiti que colorea a Venezuela


Otto Rojas
 Su nombre es Cleta, tal vez la haya visto con sus ojos saltones y su picardía irreverente en algún rincón de Maracaibo, pero si aún no la observa, preste atención cuando esté circulando por Cecilio Acosta, Santa Lucía o El Milagro, por nombrarle unos pocos sectores. Es la vaca de color azul y fucsia que con su peculiar estilo acapara las sonrisas de los transeúntes y conductores, mientras expresa un mensaje elocuente. El padre de este animal humanizado es Okso, un grafitero y artista plástico que invade al país con una especie de “vacamanía”.
Okso prefiere que lo llamen y conozcan por ese seudónimo que escogió hace dos décadas cuando incursionó en el arte del grafitti. Oculta su nombre para reservar su identidad, defiende su razón porque a su juicio pintar espacios públicos abandonados de cualquier lugar a veces es condenado por la sociedad y lo tildan de “ilegal”. Explica que se trata de un estigma que le tiene el común a al oficio que él defiende a capa y espada. “Yo soy un artista que le regala arte a la ciudad”, dice.
La vaca responde a la necesidad de hacer algo diferente. El grafitero comenta que  él quiso salirse del estereotipo del grafiti básico de las rayas y formas asimétricas pintadas en la pared con aerosol.“No me gusta que no tengan un estilo propio”, acota.  “Cleta es mi personaje principal y con ella realicé mis mejores trabajos mostrándola como un animal humanizado”, expone. “Ridiculizar lo cotidiano es una premisa psicosocial”, apunta. 

Cleta es un personaje diferente, puede desenvolver cualquier rol cotidiano, en  pocas palabras es polifacética. “Ella puede ser un personaje cualquiera. Desde una figura pública, pasando por una deportista, a una millonaria, a una combatiente, una erudita, una reina del antiguo Egipto o emulando un reconocido personaje de Disney. Ella puede ser todo, ella puede ser cualquiera”, dijo a PANORAMA su creador.  
“Cuando decidí que iba a comenzar a dibujar y retratar a algún animal, quise que fuera uno universal, que estuviese en todo el país y que no fuera alguna especie que solo se hallara, por ejemplo, en los llanos venezolanos, por eso escogí a una vaca. No la podía pintar como es normalmente ese animal. Marrón, negro y blanco no era una opción, entonces busqué otras”, explica.

Okso recuerda que el azul y el fucsia los seleccionó porque cuando comenzó a pintarla, fecha que no recuerda, la paleta de colores disponibles en aerosoles se  limitaba a siete y los más económicos fueron los que él eligió, algo de lo que no se arrepiente, pues logró el cometido: ser notable por todos.
“Lo que yo pinto siempre lleva algo irónico, satírico, de crítica social que tenga algo conceptual que lo respalde”,   manifiesta  el artista refiriéndose a que Cleta no solo es un dibujo bonito.  “Mucha gente ve solo la vaca azul y no va más allá de la obra, no llega a la profundidad, a lo verdaderamente interesante”, opina.
En más de 20  ciudades del país hay por lo menos una cleta pintada. El arte no se limita a paredes en abandono, también  hay retratos en postes de electricidad, teléfonos públicos y hasta en un carrito por puesto de una línea de Maracaibo.
“Quise que Cleta estuviese rodando por toda la ciudad, que no solo la viera la persona que pasara por donde estaba ella pintada, sino que ella  le pasara por enfrente a los demás. Hice un llamado a varios choferes para pintarle gratis el carro con la vaca, y seleccioné a uno y le hice ese regalo. La receptividad fue brutal”, comentó. Si usted llega a ver  el automotor en alguna esquina de la ciudad, ya sabe quien lo pintó.
El artista  que estudió grafitti en una escuela de artes gráficas en Caracas no tiene contabilizadas cuantas vacas ha dibujado, pero lo que si puede aclarar es  que en el Zulia hay más de dos docenas. Además de Maracaibo, el retrato azul con fucsia está en una choza de Machiques de Perijá y en Sur del Lago.

“Quisiera poder pintarla en lugares como Canaima, Roraima y Los Roques para que puedan ser vistas por los turistas extranjeros, pero lamentablemente esos destinos son costosos y están dolarizados. Aún no he podido costear con los traslados y los viáticos para lograrlo”,  comenta.
Nadie lo financia. Cada arte es autofinanciado por él. “A todo el mundo le gusta la vaca, todos se quieren tomar fotos con ella, pero a nadie le gusta colaborar. Lo que hago es pagado por mi bolsillo, por eso no he podido hacer más. Trabajar con patrocinantes o marcas es complicado, siempre quieren beneficiarse o aprovecharse para su propio beneficio”.

“Las personas tienen la falsa creencia de que pintar es fácil, que esto no es algo serio. Pero  la verdad es que agota, la muñeca sufre mucho  porque uno va graduando con el dedo para que el espray salga de cierta forma. Terminas adolorido”,   dice el artista, defendiendo el oficio  que le apasiona.
Aunque es caraqueño, su cotidianidad transcurre entre la capital y Maracaibo, ciudad por la que sintió una gran afinidad desde hace siete años cuando participó en  la Velada de Santa Lucía, en esa oportunidad retrató a Cleta en la popular barriada  ubicada en el centro de la ciudad.
Okso lamenta que perdió tres murales en Maracaibo durante la última campaña presidencial de abril. “Taparon tres obras con propaganda de uno de los candidatos. Es increíble como los políticos prefieren adornar las calles con firmas, eslogan, ojitos o cualquier otra cosa, que con ideas que hagan reír a la gente y darle color a los espacios abandonados”.
Una vaca  narradora de noticias dentro de un televisor, una  vaca con expresión de asombro encerrada en una pared de ladrillo; otra Cleta en forma de helado derritiéndose por el calor de la ciudad;  forman parte de las expresiones que Okso ha retratado en la urbe de Maracaibo.  
“Aún hay personas que no comprenden que con el grafitti puedes hacer cosas positivas para la ciudad, que no es un acto vandálico y que a la larga puede ser incluso beneficioso para la comunidad”,  finaliza el  artista urbano, formado en la Escuela de Arte Cristóbal Rojas y en la Escuela Armando Reverón.

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