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Muchos de los más de 5.000 migrantes centroamericanos que llegaron en caravana a Tijuana estudiaban sus opciones al perder las esperanzas de poder solicitar asilo en Estados Unidos o cruzar la frontera ilegalmente.
Los ánimos estaban caídos después que agentes estadounidenses lanzaron gases lacrimógenos a los que lograron llegar a la frontera. Consideran que el choque y la respuesta oficial les quitan posibilidades de llegar a Estados Unidos.
Se formaba una larga fila frente a una carpa instalada por la Organización Internacional para las Migraciones donde los funcionarios ofrecían ayuda a quienes querían regresar a sus países de origen.
Según los funcionarios, se advertía un mayor interés de los migrantes que querían iniciar gestiones para permanecer en México. Una feria que ofrecía empleos en Baja California recibía un número creciente de solicitudes.
“Lo que sucedió ayer nos perjudica a nosotros”, dijo Oscar Leonel Mina, salvadoreño de 22 años, acerca del choque del domingo.
Mina, su esposa y si hijita no fueron a la marcha y luego se alegraron de ello al enterarse de lo sucedido, dijo sentado en la puerta de su carpa en el complejo deportivo de Tijuana, mientras se quitaba el polvo fino que todo lo cubre con un cepillo para dientes.
En la carpa vecina, Brandon Castillo, de Santa Rosa, Guatemala, terció que “dicen toda la caravana, pero no fue toda la caravana”.
Tras estos sucesos, Mina está revalorando su plan de ir a Estados Unidos. Dice que le han hablado de Rosarito, un balneario concurrido por turistas estadounidenses que se encuentra a unos 40 minutos al sur de Tijuana.
Allí “se puede ganar dinero y vivir bien” si uno está dispuesto a trabajar, dijo. Su objetivo ahora es partir del refugio en una semana.
La fuerza de seguridad mexicana incrementó su presencia en el centro deportivo que sirve de refugio a miles de migrantes de la caravana, con el motivo aparente de evitar una repetición del incidente del domingo.
El secretario de seguridad pública de Tijuana, Marco Antonio Sotomayor Amezcua, dijo en conferencia de prensa que la policía mexicana será prudente en el empleo de la fuerza, pero que se debe garantizar “a toda costa” que no se vuelvan a cerrar los cruces fronterizos.
Los migrantes que esperaban cruzar ilegalmente se enteraron el domingo que eso no será posible, dijo Sotomayor.
Los migrantes que desean solicitar asilo deben inscribirse en una lista de espera que ya tenía unos 3.000 nombres antes de que la caravana arribara a Tijuana. Los funcionarios estadounidenses procesan menos de 100 solicitudes diarias, por lo que la espera puede extenderse durante meses.
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