La llamada con pedido de injerencia política contra los demócratas que hizo Trump al presidente de Ucrania, que ha tenido que reconocer la propia Casa Blanca y que le puede costar el juicio político al presidente norteamericano, fue a fines de julio. Hace una semana esa noticia se filtró a dos diarios y una cadena de tevé. Los diarios son The Washington Post y The New York Times, los dos odiados por Trump, y la cadena ABC, otra odiada.
A partir de ahí la nueva madeja de Trump tuvo que empezar a ser destejida en público. Es el valor, mejor dicho, uno de los valores y sentidos, del periodismo de investigación en la democracia.Explica por qué Trump, y no sólo Trump, choca tanto y tan seguido con la prensa. E ilustra también el escrutinio del periodismo sobre las acciones de gobierno.
Ucrania es un país que tiene un pesado lastre de corrupción. Trump habló con el presidente Zelenski y lo hablado merecería ser de una película mafiosa por los sobreentendidos. Uno, es que Trump tenía retenidos unos 390 millones dólares en asistencia a Ucrania cuando los dos jefes hablaron. Trump, como quien quiere referir a una cosa pero apunta a otra, destaca el “esfuerzo y el tiempo” invertidos por su país en la nación europea: “EE.UU. ha sido muy, muy bueno con Ucrania”. Luego: “No voy a decir que sea recíproco, porque las cosas que están pasando no son buenas”. Ni el Padrino lo hubiera hecho mejor. ¿Qué podría hacer Ucrania para que las cosas que están pasando sean buenas?
Investigar al hijo de Joe Biden, que hizo negocios en Ucrania. Biden va hoy a la cabeza de las encuestas para la elección del candidato demócrata para el 2020. Las llamadas de los presidentes norteamericanos a otros presidentes tienen un estricto protocolo de documentación del que participan varios funcionarios. Una serie de interpretaciones forzadas para no revelar la conversación fueron impulsadas por Trump, cuando ya estaban bajo la presión, pero no pudo sortear los resguardos democráticos de su país. Con sólo un par de omisiones que deben tener su razón de ser, la Casa Blanca tuvo que hacer pública la charla. ¿Se imaginan algo similar aquí?
El contenido de la llamada alertó a uno de los participantes de ese protocolo, que inició las acciones que su conciencia y ese mismo protocolo le dictaron. Y lo puso por escrito. Por ahora ese denunciante es secreto. Naturalmente, encontró las resistencias del caso del entorno de Trump, que en la llamada con Zelenski reclamándole esa injerencia, le comunica en quiénes delega la cuestión de la cuestión: su abogado, el ex alcalde Giuliani y el fiscal general William Barr. La ayuda para Ucrania usada para beneficio partidario.
Trump no cambió de discurso, como no cambia de mañas. Tuiteó que todo es fraude y llamó a los republicanos a defenderse de los demócratas que intentan “destruirlo”. Escribió: “Luchen duro, republicanos. ¡Nuestro país está en juego!”. Y en realidad, parte de verdad tiene, no tanto porque en esto su país esté en juego, sino porque lo que pone otra vez en juego Trump es tratar de mantener unido uno de los bordes de la grieta: eso se llama polarization.
En toda su gestión, desde el inicio, Trump se dedicó a pelearse con el periodismo que no se le subordinó. Y éstos hicieron su trabajo de manera impecable poniendo al presidente en el umbral del juicio político.
Lo que falta ahora es que a la Casa Blanca se le ocurra proponer el disparate de una Conadep del periodismo.
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