Una mujer sumergida en la prostitución fue rescatada por el amor de Cristo y se convirtió en pastora para hablar sobre el poder de Dios en su vida.
Amy J. Miranda, tuvo una vida marcada por las adicciones, sus sueños fueron frustrados por las opiniones de su propia familia y se convirtió en alguien que jamás imaginó.
Su sueño desde pequeña era ser pastora, pero su padrastro le dijo que las mujeres no ejercían ese tipo de liderazgo dentro de la iglesia, lo que llevó a Amy a cuestionarse su papel dentro de la congregación.
Excesos y adicciones: resultado de un sueño frustrado
Creció con esas dudas y abandonó su beca estudiantil para estudiar en la universidad y comenzó a viajar por todo EE.UU en fiestas, consumiendo drogas y buscando hombres para llenar el vacío que sentía.
Su adicción a las drogas se convirtió en una obsesión a tal grado de convertirse en bailarina exótica y luego en prostituta por 5 años para financiar su consumo de sustancias ilícitas.
«Justifiqué mis acciones al sentir que no importaba lo que ya no tenía, todavía tenía dinero», expresó.
Encontró a Dios justo a tiempo
Su abuela, que se mudó cerca de la chica de ese entonces, asistió a una iglesia cristiana y pidió que oraran por la vida de su nieta, quien con 23 años y sin pareja ya estaba embarazada.
June Duncan, la abuela de Amy, la invitó a la iglesia Century Assembly, donde se sintió atraída por la música y donde la dejaron participar en el coro sabiendo el estilo de vida que había llevado.
Estando en el coro, Dios la quebrantó revelándole su amor, lo que hizo que ella se determinara en seguir una vida para Cristo, “Amy, morí por los quebrantados. Puedes ser restaurado. Después de ese domingo, no volví a mirar hacia atrás”, confiesa.
Luego de unos años, se casó con uno de los músicos del ministerio de alabanza de su iglesia, y comenzó a tener una nueva vida como maestra en una escuela cristiana hasta convertirse en directora del centro.
Se convirtió en pastora y tiene su propio ministerio
Se formó en estudios teológicos y se convirtió en pastora de su iglesia, y fundó su ministerio “Amy Miranda Ministries”, ayudando a jóvenes y mujeres en su anterior situación.
En este mismo año, lanzó su libro “De Prostituta a Pastora: Destacando con la luz de Dios”, con el que muchos se han sentido identificados; tiene un sólido matrimonio de 29 años y dos hijos: Katrina y Gabriel.
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