Aunque su sueño era ir a París, terminó luchando en la Revolución Cubana y se hizo inmortal en Bolivia
Hay hombres y mujeres en Latinoamérica que han dejado huellas imborrables en nuestros suelos, almas y memorias; entre ellos están Simón Bolívar, José Martí, José Ignacio Artigas, Abreu de Lima, Francisco de Miranda, José de San Martín, Rubén Dario, Pablo Neruda, Eduardo Galeano, Mario Bennedetti, Eva Perón, Frida Khalo, Manuela Sáenz, Juana Azurduy, Gabriela Mistral, Teresa Carreño, Teresa de la Parra, entre otras y otros tantos que han colocado en alto el nombre de los nacidos en la “Patria Grande”.
Ahora bien, a pesar de la grandeza de los nombrados, no suena atrevido decir que Ernesto Guevara de la Serna, conocido como el “Che” Guevara, puede ser considerado el ícono de la rebeldía de nuestra América, no solo por las hazañas alcanzadas durante su participación en la Revolución Cubana, sino por el espíritu aventurero que lo caracterizó y por el ímpetu de lucha y arrojo para asir un mundo más humano y más justo para los desasistidos de un continente rico en recursos naturales, pero colmado de pobres que forman los cinturones de miserias alrededor de las grandes ciudades.
Para el profesor Hernán Abreu -guerrillero venezolano de los años 60’-, el Che Guevara -de quien se celebró ayer 90 años de su nacimiento- es una figura emblemática de la guerrilla latinoamericana y su forma de ser quedó enclavada en aquellos que se consideran revolucionarios y pelean día a día por lograr una verdadera justicia social.
“Fue un hombre revolucionario, capaz de dar la vida por un proceso. Fue un hombre íntegro en la lucha por implantar el socialismo y la revolución en América Latina. Fue un hombre entregado a la lucha por su pueblo, por los humildes de la tierra, que murió como un revolucionario”, manifestó Abreu.
Joven de espíritu aventurero pero de gran sensibilidad
El profesor Abreu se emociona, como buen guerrillero que fue, y nos habla sobre ese muchacho que dejó en suspenso sus estudios de medicina para tomar una motocicleta marca Norton de 500 cc y transitar gran parte de América del Sur junto a su amigo Alberto Granados.
Abreu manifiesta que el Che Guevara desde muchacho se caracterizó por ser aventurero, y su idea era recorrer gran parte de nuestro continente y luego saltar el charco -así decían a mediados del siglo pasado aquellos que deseaban cruzar el Atlántico para conocer Europa- e instalarse en Francia, sueño que nunca logró, pues el destino lo colocó frente a ciertas situaciones que quizá le hicieron cambiar de parecer.
Abreu recuerda que luego de estar 9 días en Caracas en julio de 1952 el Che regresa a su tierra natal para concluir sus estudios de medicina, meta que logró alcanzar al presentar los últimos exámenes y obtener el título de médico el 12 de junio de 1953, dos días antes de su cumpleaños 25.
Y apenas un mes después de haberse graduado, Ernesto Guevara de La Serna decide emprender otra travesía. Al parecer en su viaje junto a su amigo Alberto Granados vivió instantes que calaron hondo en su alma y espíritu, y uno de esos pasajes fue la explotación de los obreros en las minas de cobre en Chuquicamata, Chile; porque ni él, ni Granados, habían topado antes con un proceso de explotación tan aterrador y de discriminación del nativo con respecto al yanqui y al oligarca.
Esa realidad y las vividas a lo largo de su primera aventura en Perú, Bolivia, Colombia y Venezuela, son bastantes reveladoras y hacen que el Che Guevara escriba al regresar a la Argentina:
“El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra argentina, el que las ordena y pule, yo, no soy yo; por lo menos no soy el mismo yo interior. Ese vagar sin rumbo por nuestra Mayúscula América me ha cambiado más de lo que creí”.
Conoce a Fidel
El exguerrillero venezolano, Hernán Abreu, asegura que el Che Guevara, a pesar de ser médico y un hombre de familia con recursos económicos “fue un hombre muy sensible, sobre todo en lo que respecta a lo social, y entendió la lucha contra el imperio norteamericano”.
Abreu recuerda que esa sensibilidad la desarrolló en su segundo viaje que lo llevó a pisar Bolivia, Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, donde al visitar las minas de cobre, los poblados indígenas y las leproserías muestra un profundo humanismo y se acrecienta su pensar revolucionario y su firme antiimperialismo.
“El Che es sensible sobre todo con lo que pasa en América Latina, pero especialmente en Guatemala, luego del golpe de estado contra Jacobo Arbenz”
Abreu recuerda que luego de la salida de Jacobo Arbenz, Guevara se ve en la necesidad de salir de la nación centroamericana debido a que es calificado de “peligroso comunista argentino y es convidado a salir de Guatemala”.
El Che sale rumbo a México, y aquí “ya hace contacto con Fidel y muestra simpatía con el movimiento que Castro quería llevar a cabo para tomar el poder en Cuba”.
Para el momento que el joven Ernesto Guevara de La Serna conoce a Fidel Castro, trabajaba en la Sala de Alergias del Hospital Central de México, y ahí se encuentra de nuevo con Ñico López, joven revolucionario cubano a quien conoció en Guatemala, y lo pone en contacto en principio con Raúl Castro; y es a través de éste que logra tener acceso a quien años más tarde sería el máximo líder de la Revolución Cubana.
Guerrilla Venezolana rogó por su venida
Cuenta el profesor Abreu que en 1965, cuando estaba en el frente guerrillero José Antonio Páez, se habló mucho de las posibilidades que el Che Guevara se uniera a la guerrilla venezolana.
“Nosotros rogábamos para que el Che viniera en el año 65, pero nunca vino”, expresa Abreu y relata que hubo un instante en el cual Fabricio Ojeda habló de esa posibilidad, ya que se corrió en aquellos años el rumor de que el Che Guevara viniera a colaborar con la lucha armada en el país, porque ya venía de haber sido participe de la misión internacionalista en El Congo, donde junto a otros cien combatientes revolucionarios cubanos colaboró con Laurenta Kabila y los insurgentes congoleños.
Abreu asegura que la historia pudo haber sido otra en América Latina si el Che, en vez de ir a Bolivia , hubiese tenido como destino Colombia, Venezuela o Nicaragua, en especial estas dos últimas.
“Si hubiese venido a Venezuela en vez de Bolivia, quizás hubiera triunfado; es más es posible que de haberse instalado en Venezuela, Colombia o Nicaragua las cosas hubiesen sido distinta”, manifiesta.
“En Venezuela si había condiciones porque los campesinos nuestros estaban ganados para la lucha armada”, acota Abreu y dice que a pesar de no tener ellos formación política-ideológica, “siempre estaban ganados y dispuestos a dar apoyo al movimiento guerrillero”.
Para Abreu fue un error de el Che haberse ido a Bolivia, y más cuando el secretario general del Partido Comunista de Bolivia, Mario Monje Molina no le dio el apoyo de iniciar el movimiento guerrillero en Bolivia.
“Ellos no querían que el Che Guevara fuera el líder del movimiento insurgente, pero fueron muy egoístas y poco inteligentes”, precisa Abreu.
La historia de el Che Guevara en Bolivia es conocida por todos, pero estas líneas aquí plasmadas no son para rememorar momentos agrios, por eso el profesor Abreu manifiesta que Ernesto Guevara de La Serna siempre será recordado por los revolucionarios como la máxima figura de la guerrilla latinoamericana y mundial.
En 1952 el Che se paseó por Caracas
A pesar que tal como cuenta el profesor Abreu, la guerrilla venezolana se quedó esperando la venida de Ernesto Che Guevara, y Caracas, la Sultana de El Ávila -o del Waraira Repano, usted está en libertad de decirle como quiera amigo lector-, esperó con ansias sentir por segunda vez los pasos del “Guerrillero Heroico” por sus calles; no se puede olvidar que cuando era el Che un imberbe jovenzuelo que recorrió a mediados del siglo pasado, junto a su amigo Alberto Granados, parte de nuestro continente en motocicleta y en el carro de Lola -pasando mucha hambre y pidiendo cola-, la capital de Venezuela tuvo la dicha de ser recorrida por el “Guerrillero Heroico”.
Ernesto descubrió en su diario a la ciudad de los techos rojos y de los barrios que comenzaban a emerger. “Caracas se extiende a lo largo de un angosto valle que la ciñe y la oprime en sentido transversal, de modo que, a poco andar se inicia la trepada de los cerros que la circundan y la progresista ciudad queda tendida a nuestros pies, mientras se inicia un nuevo aspecto de su faz multifacética”, plasmó en su diario.
Y no dejó pasar la oportunidad para relatar como la lucha de clases y razas era lugar común en aquellos años, donde los negros se vieron invadidos por un nuevo ejemplar de esclavo: el portugués. “Y las dos viejas razas han iniciado una dura vida en común poblada de rencillas y pequeñeces de toda índole”, así veía el Che a la Caracas bajo la dictadura de Pérez Jiménez.
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