AFP
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El Senado de Brasil eligió en la noche del sábado como presidente a un joven aliado del gobierno del Jair Bolsonaro, tras una tumultuosa y confusa sesión iniciada el viernes por la mañana.
La victoria del joven Davi Alcolumbre en la cámara alta se suma a reelección de Rodrigo Maia en la Cámara de Diputados, otro aliado del gobierno para comandar una legislatura en la que el ultraderechista espera aprobar su agenda social conservadora y su programa económico ultraliberal.
Los presidentes de la Cámara de Diputados y el Senado, además de ser el segundo y el tercero en la linea sucesoria, son los encargados definir la agenda legislativa y el ritmo de las votaciones. El jefe de los diputados es el responsable de abrir los procesos de impeachment.
El joven senador del pequeño estado de Amapá (norte) recibió el apoyo de 42 de los 81 escaños en el primer turno, en una elección marcada por polémica y giros rocambolescos.
La votación se inició tras la toma de posesión de los senadores el viernes, como la de la Cámara de Diputados, pero fue suspendida hasta el sábado por falta de acuerdo sobre el modo de votación.
La mayoría maniobró para que fuera abierto, pero un juez de la Corte Suprema dijo en la madrugada que debía ser secreto, lo cual según algunos diputados favorece las intrigas y las traiciones.
El sábado fueron necesarias dos votaciones, después de que en la primera fueran contabilizadas 82 papeletas, una más que el número de senadores. Así que, entre acusaciones de fraude, las papeletas fueron trituradas y la votación repetida.
Algunos diputados desafiaron la decisión del juez e hicieron pública su decisión.
En todo este proceso, cuatro de los nueve candidatos terminaron renunciando a sus candidaturas, entre ellos el favorito, Renan Calheiros.
Con 40 años en la política, Calheiros es uno de los caciques del poderoso Movimento Democrático Brasileiro (MDB, centro), el partido que hasta ahora ha movido los hilos del poder.
Cuatro veces presidente del Senado, Calheiros está acusado en dos procesos por corrupción e investigado en varias causas, y es un símbolo de la "vieja política" que Bolsonaro prometió desterrar.
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