María Centeno
El 11 de abril del 2002, luego de una gran movilización de la derecha y más de 11 muertos, la dirigencia militar venezolana desconoció el liderazgo del presidente Chávez y lo invitó a renunciar. Toda la derecha nacional e internacional declaró que no había habido golpe de Estado sino un “vacío de poder”. Misma narrativa que sobre Bolivia hoy mantiene un grupo de intelectuales, entre quienes destaca Rita Segato. Respetada antropóloga argentina, quien declaró a radio Deseo de Bolivia que la caída de Evo Morales fue causada por sus propios errores, y que hubo un vacío de poder que fue aprovechado de forma oportunista por la derecha boliviana para derrocarlo.
¿Evo cometió errores? Sin duda, su error principal fue no preparar una organización popular en previsión de este golpe. Pero los errores que le endilga Segato no tuvieron que ver con su caída. Que se mantuvo 14 años en el poder…Ni Angela Merkel, o Netanyahu, y ni hablar de sus altezas reales han tenido problema alguno con largos mandatos.
Ella dice: “Para mí él no ha sido la víctima de un golpe sino la víctima del descrédito en el que se encontró a razón de varias de sus acciones”, el que una feminista como Rita diga esto es llamativo, es como decir que una mujer se buscó que la mataran porque era infiel. Revictimizar a la víctima, de eso las feministas sabemos bastante. Evo ganó las elecciones del 20 de octubre con 47% de los votos, con 10% de diferencia con su más cercano oponente, por lo que me parece a mí que el descrédito no era tanto.
Otro de los varios errores que contribuyeron, según la antropóloga, a la caída de Evo, fue su machismo. Si así fuera, ya Trump, Bolsonaro, Boris Johnson, los reyes de Arabia Saudita, en fin casi todos los jefes de Estado del planeta estuviesen cayendo uno tras otro como piezas de dominó.
No, compañera Segato, no fueron los errores de Evo Morales los que causaron su derrocamiento, sino sus aciertos. Un gobierno que nacionalizó sus recursos naturales, quintuplicó el salario mínimo, triplicó el ingreso per cápita y elevó la expectativa de vida de 64 a 71 años, incorporó a las mujeres a la vida política (justamente a las indígenas, a las de polleras), redujo la pobreza extrema de 38% a 17 % e hizo crecer el PIB más de 300 veces. Todo eso sin arrodillarse ante los amos del norte. Era un pésimo ejemplo para sus vecinos, y para el mundo entero.
Rita Segato, una intelectual seria, respetadísima, no pudo ver al elefante en la sala, al factor más pesado en la ecuación: el imperialismo norteamericano y sus zarpazos de fiera herida que trata de sostener su hegemonía.
Sí compañera, sí hubo golpe, y en Bolivia actualmente hay dos bandos claramente distintos, binarios: quienes masacran al pueblo, y quienes son masacrados. Quien no lucha con todas sus fuerzas contra los masacradores, será cómplice del genocidio de un pueblo.
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