San Salvador, 09 de Agosto - El expresidente salvadoreño, Elías Antonio Saca González, conocido como Tony Saca, confesó el jueves ante un tribunal de justicia que desvió fondos de las arcas del Estado para favorecer a sus empresas y a terceras personas.
“Él ha dicho una verdad que no había mencionado porque no era el momento procesal y porque no teníamos ninguna posibilidad de un proceso abreviado”, explicó el abogado Mario Machado, defensor del expresidente.
Durante la confesión ante los tres jueces del Tribunal de Segundo de Sentencia de San Salvador, Saca aceptó ser el cerebro de la red de corrupción que según sostiene la Fiscalía General desvió 301 millones de dólares de fondos públicos.
El mandatario explicó que cuando asumió la presidencia el 1 de junio de 2004 y firmó el reglamento para el manejo de gastos reservados, ordenó la creación de cuentas bancarias para mover el dinero y que lo hizo como se había hecho en gobiernos anteriores. “Me aproveché de los escasos controles sobre las dos cuentas que abrió Elmer Charlaix (su secretario privado) para sustraer dinero con el que se pagaban a otras personas”.
Luego admitió que entregaba 100.000 dólares mensuales a varias empresas de publicidad que no prestaban servicio y que del total de dinero que llegaba de Casa Presidencial pedía una devolución de 80% de lo contratado con sus empresas y permitía que los otros se quedaran con el 20% restante.
Además confesó que parte del dinero fue a parar a cuentas del derechista partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que lo llevó al poder. Machado precisó que Saca confesó que al partido Arena le dieron 400.000 dólares.
Cuando se le preguntó con cuánto dinero se había beneficiado el exmandatario, el abogado respondió que los montos aproximados “que él ha hablado que (se distribuyeron) entre terceras personas y él rondarían los 50 millones de dólares”.
Saca agregó que entregaba 10.000 dólares mensuales a su esposa, la ex primera dama, Ana Ligia Mixco de Saca, para que pagara las deudas que tenía en sus tarjetas de crédito.
Confesó que con el dinero que sustrajo construyó una lujosa residencia, compró dos haciendas con una extensión de 450 manzanas, así como 12 propiedades que adquirió a través de testaferros, incluyendo ocho propiedades rusticas y dos casas.
Asimismo, el expresidente admitió que pagó 10.000 dólares mensuales al periodista Jorge Hernández cuando este conducía un programa de entrevista en una de las más importantes empresas televisoras del país para tener abundante y favorable cobertura noticiosa.
El exmandatario y tres de sus exfuncionarios más cercanos --Elmer Charlaix, secretario privado; César Funes, secretario de Juventud; y Julio Rank, exsecretario de Comunicaciones-- han sido acusados de desviar 301 millones de dólares durante su mando de 2004 a 2009. De ese monto, unos 195 fueron cobrados en efectivo y remitidos a cuentas particulares de empleados de Casa Presidencial y luego transferidos a cuentas y empresas, algunas de Saca.
Saca, sus tres exfuncionarios más cercanos y dos exempleados de Casa Presidencial que ayudaron a desaviar el dinero, aceptaron esta semana confesar los delitos que se les imputan a cambio de recibir una condena menor.
“Él ha dicho una verdad que no había mencionado porque no era el momento procesal y porque no teníamos ninguna posibilidad de un proceso abreviado”, explicó el abogado Mario Machado, defensor del expresidente.
Durante la confesión ante los tres jueces del Tribunal de Segundo de Sentencia de San Salvador, Saca aceptó ser el cerebro de la red de corrupción que según sostiene la Fiscalía General desvió 301 millones de dólares de fondos públicos.
El mandatario explicó que cuando asumió la presidencia el 1 de junio de 2004 y firmó el reglamento para el manejo de gastos reservados, ordenó la creación de cuentas bancarias para mover el dinero y que lo hizo como se había hecho en gobiernos anteriores. “Me aproveché de los escasos controles sobre las dos cuentas que abrió Elmer Charlaix (su secretario privado) para sustraer dinero con el que se pagaban a otras personas”.
Luego admitió que entregaba 100.000 dólares mensuales a varias empresas de publicidad que no prestaban servicio y que del total de dinero que llegaba de Casa Presidencial pedía una devolución de 80% de lo contratado con sus empresas y permitía que los otros se quedaran con el 20% restante.
Además confesó que parte del dinero fue a parar a cuentas del derechista partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que lo llevó al poder. Machado precisó que Saca confesó que al partido Arena le dieron 400.000 dólares.
Cuando se le preguntó con cuánto dinero se había beneficiado el exmandatario, el abogado respondió que los montos aproximados “que él ha hablado que (se distribuyeron) entre terceras personas y él rondarían los 50 millones de dólares”.
Saca agregó que entregaba 10.000 dólares mensuales a su esposa, la ex primera dama, Ana Ligia Mixco de Saca, para que pagara las deudas que tenía en sus tarjetas de crédito.
Confesó que con el dinero que sustrajo construyó una lujosa residencia, compró dos haciendas con una extensión de 450 manzanas, así como 12 propiedades que adquirió a través de testaferros, incluyendo ocho propiedades rusticas y dos casas.
Asimismo, el expresidente admitió que pagó 10.000 dólares mensuales al periodista Jorge Hernández cuando este conducía un programa de entrevista en una de las más importantes empresas televisoras del país para tener abundante y favorable cobertura noticiosa.
El exmandatario y tres de sus exfuncionarios más cercanos --Elmer Charlaix, secretario privado; César Funes, secretario de Juventud; y Julio Rank, exsecretario de Comunicaciones-- han sido acusados de desviar 301 millones de dólares durante su mando de 2004 a 2009. De ese monto, unos 195 fueron cobrados en efectivo y remitidos a cuentas particulares de empleados de Casa Presidencial y luego transferidos a cuentas y empresas, algunas de Saca.
Saca, sus tres exfuncionarios más cercanos y dos exempleados de Casa Presidencial que ayudaron a desaviar el dinero, aceptaron esta semana confesar los delitos que se les imputan a cambio de recibir una condena menor.
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