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Mientras París era escenario de duros disturbios, en Buenos Aires, a 11.000 km de distancia, Emmanuel Macron intentó en vano evitar el tema de los 'chalecos amarillos', como se conoce a ese movimiento de protesta, con escapes hacia la literatura y la historia argentinas.
La llegada a Argentina del presidente francés el miércoles por la noche fue desafortunada. Por un error de protocolo, quien le dio la bienvenida al descender del avión fue un trabajador del aeropuerto que vestía un chaleco amarillo. La imagen se viralizó por internet.
Superado ese episodio, durante tres días Macron consiguió eludir toda referencia a los 'chalecos amarillos', a pesar de haber pronunciado un discurso, y dado dos conferencias de prensa con muchas preguntas sobre el tema.
Pero la violencia que se desató el sábado en París finalmente lo obligó a expresarse. El presidente se limitó a condenar los abusos, que "ninguna causa justifica".
Según Macron, los que protagonizaron los desmanes "quieren el caos" y tendrán que responder por sus acciones.
Anunció una reunión de emergencia para el domingo, a su regreso a París, con el primer ministro, el ministro del Interior y la policía.
Tras ello, se negó a responder cualquier otra pregunta sobre las manifestaciones. "Acabo de dar la respuesta", dijo ante la siguiente consulta.
- Paréntesis en la cumbre -
El jueves, mientras la situación se tensaba en Francia, Macron, amante de la literatura, optó por sumergirse en la cultura del país, saboreando este "paréntesis encantado".
Se reunió con un grupo de escritores argentinos en la librería más hermosa de Buenos Aires. Con ellos, habló sobre el imaginario y la importancia de los paréntesis en la obra de Jorge Luis Borges. Además, les confió que escribe todos los días.
"Una vez que haya terminado con todo eso, volveré a la verdad", deslizó, críptico.
Pudo también cumplir con uno de sus deseos: conversar con María Kodama, la viuda de Borges, sobre la cotidianidad del escritor favorito de su adolescencia.
Ese mismo día, en una conferencia de prensa con su homólogo argentino, Mauricio Macri, los periodistas que le preguntaron sobre los 'chalecos amarillos' y su reclamo creciente tuvieron que contentarse con una frase genérica sobre la necesidad de dar a los trabajadores "un lugar en la globalización".
Por la noche, frente a la comunidad francesa de Buenos Aires, se mostró duro y dijo que no retrocederá en sus decisiones.
"Probablemente sigan las noticias", dijo, en su única referencia a las protestas.
En la cumbre, Macron tuvo reuniones bilaterales con los líderes de Rusia, Vladimir Putin; de China, Xi Jinping, y de Japón, Shinzo Abe.
Con ellos mantuvo encuentros de unos 20 minutos, formatos clásicos de la diplomacia.
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