Fuente: A.E.
TEMAS ABORDADOS
TEMA: ECONOMÍA, DIVISAS, GUERRA ECONÓMICA.
MATRICES: Fracaso del control de cambio / corrupción del control de cambio / Fracaso del modelo económico / Hiperinflación / Bono es una humillación al pueblo.
TEMA: DIÁLOGO, ELECCIONES PRESIDENCIALES
MATRICES: Dictadura / Fraude electoral / Fracaso de la oposición.
BALANCE GENERAL
Editorial de El Nacional: “…este bono es para que nadie pueda amargarle los carnavales al pueblo de Venezuela.(…) La única manera de hacerlos rendir es convertirlos en papelillo para suplir el déficit de cotillón. (…) Este bono carnavalero, limosna disfrazada, como corresponde a una mascarada, es otra de las ya demasiado seguidas humillaciones a las que es sometida la gente humilde…”
Luis Oliveros: “…Venezuela va en camino de romper un récord mundial, en ocho años ha tenido ocho sistemas cambiarios y lo más impresionante es que todos han fracasado, bueno, no han tenido éxito para 99,999% de los venezolanos, (…) hay un puñado de camaradas a los cuales sí les ha ido muy bien con esos sistemas…”
Ibsen Martínez: “…cada uno desde su particular visión del mundo, juzgan criminalmente torpe el desempeño de la oposición alemana a Hitler (la hubo), reparten culpas que explican el ascenso del nazismo (…) Temo que, tras el irresistible y definitivo afianzamiento de la dictadura que seguirá al fraude electoral que ya se anuncia en mi país, caiga sobre los demócratas, dentro y fuera de Venezuela, la esterilizante discordia cainita que es el mejor aliado de las tiranías…”
SJ. Luis Ugalde: “…La anticonstitucional asamblea constituyente nos quiere imponer unas elecciones dictatoriales para prolongar seis años más el actual infierno nacional. (…) países democráticos del mundo se oponen a esa elección tramposa, y presionan para que el gobierno respete nuestra Constitución democrática (…) debemos decir no a las elecciones dictatoriales impuestas ilegítimamente (…) La población no ve que los líderes de la oposición estén a la altura para dirigir la salida con propuestas de salvación de este infierno…”
ARTÍCULOS DE OPINIÓN
EDITORIAL (EL NACIONAL, UN BONO VERGONZOSO)
Quién sabe cuánto tiempo pasó frente al espejo cual Narciso irresoluto. O como la madrastra bruja de Blancanieves. Seguramente, mientras su consorte intentaba embutirse en un mono para disfrazarse de negrita sandunguera, ¿a que no me conoces?, él se probaba una máscara del Zorro. Quizá se extravió en recuerdos de su niñez cuando gritaba ¡aquí es, aquí es!, y le arrojaban caramelos y serpentinas al paso de alguna carroza por el templete del barrio.
Lamentó no haber tenido edad para saber cómo era la cosa con Aldemaro y Sanoja en el Hotel Ávila o con la orquesta de Pérez Prado o de Machito en la Plaza Venezuela. No se sintió a gusto en el rol del justiciero Diego de la Vega y se quitó la careta para probar suerte con un turbante a lo Tamakún. Tampoco le sentó bien el papel de vengador errante.
Se puso un sombrero de mariachi, porque sigo siendo el rey y hago siempre lo que quiero. Y se le prendió el bombillo. Sería rey, sí, pero no un monarca cualquiera. ¡No, no, no!; sería el rey Momo y se imaginó coronado, encapotado con solapas de armiño y un pirulí como cetro.
Oficiando, pues, de Momo, su majestad ordenó le entregasen 700.000 bolívares a cada patrio-tarjetahabiente y, eufórico y enfático, proclamó que “este bono es para que nadie pueda amargarle los carnavales al pueblo de Venezuela. Ellos –los sectores de la derecha– le hacen la guerra al pueblo, yo abrazo y protejo al pueblo”.
Así, los camaradas del comando guarapita y del batallón lavagallo tendrán que apañárselas para que les rinda la bonificación. No dan para mucho esos hiperdevaluados bolívares. Son algo menos de tres dólares de los de verdad que no alcanzan ni para una botella de ron. La única manera de hacerlos rendir es convertirlos en papelillo para suplir el déficit de cotillón. O en papel higiénico, que bien caro está.
Este bono carnavalero, limosna disfrazada, como corresponde a una mascarada, es otra de las ya demasiado seguidas humillaciones a las que es sometida la gente humilde, a la que se le exige que en el jolgorio electoral vote al son que le toque el gobierno.
Preocupa en demasía el desparpajo del reyecito y sus conmilitones al suponer que la integridad del venezolano vale tan poca cosa. ¿Por qué no usa ese dinero para comprar medicinas contra el cáncer, o aparatos para diálisis, o antibióticos para la población?
No hay diferencia entre el nariceo monitoreado electrónicamente y el seguimiento y espionaje que dieron origen a la lista negra del macartismo. Al ciudadano que infravalora a sus compatriotas y los cree comparsa incondicional de su bochinche podría preguntársele, como preguntó el abogado Joseph Welch al senador Joseph McCarthy durante su comparecencia ante el infame inquisidor: “¿Es que no tiene usted sentido de la decencia, señor? ¿A estas alturas ya no le queda sentido de la decencia?”.
Seguramente el domingo, el ciudadano de marras, disfrazado de jefe de Estado, presidirá alguna ceremonia conmemorativa de la alta traición y la intentona de magnicidio, comandadas por su mentor el 4 de febrero de 1992. Entonces, comenzará oficialmente el Carnaval.
LUIS OLIVEROS (EL NACIONAL, OTRO SISTEMA CAMBIARIO, OTRO FRACASO)
Venezuela va en camino de romper un récord mundial, en ocho años ha tenido ocho sistemas cambiarios y lo más impresionante es que todos han fracasado, bueno, no han tenido éxito para 99,999% de los venezolanos, pero seguramente hay un puñado de camaradas a los cuales sí les ha ido muy bien con esos sistemas. Hoy es absurdo venderles a los venezolanos que el control y los disparatados sistemas cambiarios adoptados, han generado bienestar y han cuidado de las reservas internacionales (el saldo es tan paupérrimo que hasta en default desordenado caímos). Pero qué importa el resultado económico para el país si como gobierno puedo tener férreo control sobre el sector privado (y, de paso, ayudar a camaradas).
La falta de inteligencia para darse cuenta de que esos sistemas cambiarios generan corrupción, fuga de capitales, mercados paralelos y distorsiones en la economía no ha existido para ponerse creativos en buscar nombres para ellos: Sitme, Sicad 1, Sicad 2, Simadi, Cencoex, Dipro, Dicom 1, Dicom 2. Y todos tenían un objetivo: destruir algo que supuestamente no existe y, por lo tanto, no tiene injerencia en la economía venezolana (la página que da una tasa especulativa, maluca y antivenezolana).
¿Por qué en Bolivia y Nicaragua no hay control de cambio? Porque los camaradas Morales y Ortega, aunque muy de izquierda y socialistas, no son gafos para entender que en economía el manejo se hace con la derecha, con pragmatismo. Si usted toca la economía con la izquierda, usted genera inmediatamente hambre, pobreza, escasez, inflación, desagrado social, desastre. La izquierda es maravillosa para vender eslogan estilo Corín Tellado sobre las injusticias de la vida, pero aún en el mundo hoy se sigue buscando su primer éxito económico.
El nuevo Dicom (o el Dicom 2 o el Dicom fuerte o el Dicom papeado, como usted le quiera poner) trae algo bueno con el Convenio Cambiario 39: se acabó Dipro. El regalo de dólares a 10 bolívares cierra su fase de enriquecimiento. Pero tranquilos, este nuevo sistema debe traer caramelos para los que se estaban privilegiando del anterior.
Debemos estar claros: la única política cambiaria óptima para Venezuela hoy es una sola, el desmontaje rápido del control de cambio, se acabó el tiempo para la gradualidad. El problema económico venezolano es tan grave que no admite esperar a que se vaya a un sistema dual donde se trabaje por la convergencia; ya no, ahora el ejemplo es el desmontaje argentino, hay que hacerlo rápido y con bases económicas sólidas, no vale retrocesos.
Este Dicom nace con plomo en el ala. Lo primero, ¿dónde está la oferta de divisas? Si hay algo que el madurismo ha hecho muy bien es extinguir la generación de divisas del sector público, a pesar de que el precio del petróleo sube como la espuma. El gobierno quiere una “mordidita” de las remesas, ese dinerito que la diáspora envía a sus familiares en Venezuela para que sobrevivan. ¿Quién iba a pensar que eso ocurriría en este país? Pero para eso debe reconocer la tasa del odiado mercado paralelo para generar incentivos. ¿Quién va a cambiar a 10%-20% sus divisas cuando necesita ayudar a seres queridos? ¿Quién quiere anotarse y hacer un papeleo ante un gobierno que ama controlar y perseguir? Lo otro es que este nuevo sistema le tiene alergia a vender dólares, prefiere hacerlo con euros, rupias, rublos, morocotas, etc. ¿Operativamente el gobierno puede hacer eso? ¿Le abrirá cuentas en esas monedas a cada persona que salga beneficiada? ¿Las sanciones y los problemas de corresponsalía no le atan de años para enviar dinero? Si usted espera algo bueno del Dicom, usted no ha entendido qué sufre Venezuela.
¿Por qué no liberar y se acaban tantos problemas en nuestra economía? Piense mal y acertará. Mientras el PSUV esté en el poder, NO habrá liberación, pregúntele a Aristóbulo.
IBSEN MARTÍNEZ (EL NACIONAL, DIÁLOGOS ENTRE REFUGIADOS)
Dejó dicho Joseph Brodsky en una de sus inigualables conferencias que “si la vida de un escritor en el exilio hubiera de adscribirse a un determinado género literario, este debería ser el de la tragicomedia”.
Hablaba teniendo en mente a exiliados de lo que en la antigüedad de la civilización soviética fueron los países satélites del este de Europa. “Gracias a su vida anterior –dice el poeta– aquel tipo de escritor exiliado puede apreciar las ventajas sociales y materiales de la democracia con mucha más intensidad que los nativos. Pero precisamente por no ser nativo, y debido a la barrera lingüística, se ve totalmente incapaz de desempeñar ningún papel relevante en su nueva sociedad. La democracia a la que ha llegado le proporciona seguridad física, pero lo hace socialmente insignificante. Y esta insignificancia es lo que ningún escritor, exiliado o no, puede soportar”.
Brodsky diserta, obviamente, en torno al exilio en los países desarrollados de Occidente. Sin embargo, en buena parte de los hallazgos que el autor de La marca de agua comparte con sus escuchas y lectores, puede un escribidor venezolano con regular promedio de bateo como yo, desterrado para su buena suerte en un país de habla hispana, reconocer que sus días llegan y se van señalados casi todos por la tragicomedia. Mi vida en Bogotá discurre en torno a una de las bibliotecas más chéveres que he conocido: la Biblioteca Luis Ángel Arango, en la calle 80. Es allí donde he hallado un libro cuya lectura me recomendó hace tiempo Renán Silva, un distinguido historiador colombiano. Se trata de Diálogos entre refugiados.
Un físico y un obrero metalúrgico alemanes, exiliados ambos en Finlandia en 1940, coinciden en un café, siempre casualmente. Y cuando lo hacen, hablan de la Alemania nazi que los forzó al destierro. Es un libro digresivo, un texto de indagación menos personal que nacional, una suma de diálogos entre perplejos. Aunque la circunstancia y los asuntos que abordan puedan parecernos lejanos y hasta abstrusos a los venezolanos de la era Chávez, encuentro muy familiar el modo desahogadamente despiadado con que estos dos refugiados en Helsinki, cada uno desde su particular visión del mundo, juzgan criminalmente torpe el desempeño de la oposición alemana a Hitler (la hubo), reparten culpas que explican el ascenso del nazismo y, consumido el café, se despiden hasta el próximo encuentro fortuito.
Se me antoja, sin embargo, que lo que el lector pueda hallar de conmovedor en estos diálogos no es la lancinante penetración del obrero ni los sugestivos matices que introduce el científico positivo al analizar a dos voces el momento histórico y político de la patria común, sino la compartida irrisión de sí mismos, la desengañada sabiduría con que, varados en un limbo, se burlan de lo que fueron antes de ser arrojados al destierro, y de las creencias que fervientemente los animaban cuando cada quien era jefe de sindicato o de cátedra en Alemania.
Con lo que torno a pensar en la ofuscadora insignificancia de que habla Brodsky. En los amigos sureños, escritores o no, que hice en la Caracas de su exilio, en los años setenta. Pienso en sus asados y sus empanadas, en el equipaje de rencores y rivalidades que acompañaba a tantos de ellos, en sus pueriles y enconadas disputas, ininteligibles para sus amigos venezolanos, los felices de aquella tragicomedia. Temo que, tras el irresistible y definitivo afianzamiento de la dictadura que seguirá al fraude electoral que ya se anuncia en mi país, caiga sobre los demócratas, dentro y fuera de Venezuela, la esterilizante discordia cainita que es el mejor aliado de las tiranías.
Confiemos, con Machado, en que no será verdad nada de lo que sabemos.
SJ. LUIS UGALDE (EL NACIONAL, ?NO Y SÍ DE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES)
La anticonstitucional asamblea constituyente nos quiere imponer unas elecciones dictatoriales para prolongar seis años más el actual infierno nacional. Evidentemente, todo venezolano que –por ineptitud y corrupción gubernamental– está sufriendo y sobreviviendo en este inmenso desastre, no quiere esta elección tramposa con un lapso indebido de solo un par de meses y con partidos, tarjetas, candidatos y votantes inhabilitados y árbitros vendidos.
NO. Todos los países democráticos del mundo se oponen a esa elección tramposa, y presionan para que el gobierno respete nuestra Constitución democrática. En Venezuela civiles y militares tenemos la obligación de defender la Constitución y “el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia” (art. 333). Por tanto todos y de todas las maneras posibles debemos decir no a las elecciones dictatoriales impuestas ilegítimamente para prolongar por seis años (y más) este infierno actual, que va a empeorarse en los próximos meses.
SÍ a las elecciones presidenciales constitucionales y democráticas establecidas en la Constitución para 2018. Movilización en todos los frentes para exigir que sean realmente libres, transparentes y justas, con árbitros y tiempos equitativos. Pero no basta decir sí, hay que obligar al gobierno con todas las presiones posibles a que abra la puerta a estas elecciones que nos debe. No somos abstencionistas, ni somos bobos para confundir la fraudulenta votación anticonstitucional con la debida votación democrático-constitucional para salvar al país de la miseria.
Unidad. La población está desesperada y no confía en el gobierno ni en las elecciones dictatoriales a las que se quiere obligar. Tampoco ve que los líderes de la oposición estén a la altura para dirigir la salida con propuestas de salvación de este infierno. No es posible salir sin una unidad rotunda y vigorosa que diga no al drama caótico actual; unidad que presente un equipo de trabajo, con un líder con garra y un coordinador interno con autoridad y eficiencia. Equipo que presente media docena de puntos claves para el cambio y para un gobierno de salvación nacional. Esa unidad tendrá un valor extraordinario para movilizar el país y recibir el apoyo efectivo de las democracias del mundo.
Esa unidad fundamental e indispensable ha de ser de los partidos y de toda la sociedad que defiende la democracia, los derechos humanos y los valores morales indispensables para rescatar la República con una economía sana, productiva y sin pobreza.
Todavía no hace falta candidato si el gobierno no cede e impone la tramposa elección dictatorial con chantaje y coacción; en su momento los demócratas unidos y unánimemente dirán que no van a esa elección, ni reconocerán su resultado fraudulento. Por el contrario, si dentro de dos o tres semanas se ve que el gobierno se abrió a condiciones electorales, democráticas e imparciales, los demócratas unidos deben ir a ganarlas; en ese momento por consenso elegirán el candidato.
En el mismo sentido deben manifestarse el mundo empresarial, el académico, las organizaciones gremiales y otras asociaciones de la sociedad civil, las iglesias y comunidades religiosas plurales.
Así 2018 será el año del triunfo de la democracia y del inicio de la reconstrucción con reconciliación.
La dictadura de Pérez Jiménez a mediados de diciembre de 1957 impuso su plebiscito y lo ganó con procedimientos dictatoriales. Con ello creció la desesperanza de muchos demócratas perseguidos que vislumbraban una década más de dictadura militar. Simple ilusión del dictador y de los demócratas derrotistas contra los que luchaban esperanzados: antes de un mes huía el dictador y brotaba la primavera democrática unitaria. Así ocurrió también en otros países de América Latina y del mundo. Así será en 2018, si todos los demócratas activamos las conciencias y nos unimos en lo fundamental para salir de este infierno de muerte. Sin esa gran unidad de salvación nacional, Venezuela irá al abismo.
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