viernes, 20 de julio de 2018

Usuarios tienen una relación amor-odio con el subterráneo


La falta de inversión en el sistema ha conllevado al deterioro progresivo de las instalaciones. Falta de conciencia de la gente incrementa las...

Apenas entran en las estaciones, los usuarios del Metro de Caracas chocan con una realidad que cada día se hace más palpable. Por las entrañas de la ciudad viajan de la mano el desinterés de la institución para realizar un óptimo mantenimiento de las instalaciones y la falta de conciencia de los usuarios por cumplir las normas. De esa forma, ambas acciones contribuyen con el deterioro del sistema de transporte masivo.
En las estaciones hay todo tipo de basura en el piso, huele a orine, en los rincones se ven restos de vómito y no hay aire acondicionado, por lo que la estadía en los andenes terminan sofocando a los pasajeros, que ya vienen acalorados de la calle y de bajar varios escalones, porque la mayoría de las escaleras mecánicas estas inoperativas.
Por los altoparlantes, los pocos operadores que quedan en las casetas instan a los usuarios a cumplir las normas establecidas, como no cruzar la franja amarilla hasta que el tren se detenga y abra sus puertas, colocarse a un lado de los vagones y dejar salir para poder entrar y no colaborar con la mendicidad y la buhonería dentro de los trenes y estaciones. Muy pocos las cumplen.
El Metro de Caracas fue inaugurado el 2 de enero de 1983, lo que quiere decir que ya cumplió 32 años de servicio. Cuenta con seis Líneas y un total de 53 estaciones. En este momento no se está cobrando pasaje por razones no explicadas por la compañía que administra el subterráneo.
La falla más recurrente en la actualidad, en las líneas 1, 2 y 3, son los retrasos ocasionados por los cortes eléctricos. Este mes han ocurrido dos de este tipo. La primera fue el pasado jueves 12 de julio, entre las estaciones Caño Amarillo y Agua Salud de la Línea 1; y la otra se suscitó al día siguiente, el viernes 13 de julio, entre Plaza Venezuela y Ciudad Universitaria de la Línea 3.
El recorrido combinado de estas dos Líneas, desde las estaciones La Rinconada hasta Capitolio, se puede hacer en 60 minutos en horas pico. La falta de conciencia de los usuarios hace que ese lapso de tiempo se prolongue el doble, dado que para poder ingresar al vagón hay que entablar un duro combate de lucha libre con los usuarios que salen.
Una vez dentro del vagón hay que adaptarse ante la falta de aire acondicionado, las personas que viajan con grandes equipajes, los vendedores ambulantes y los que piden colaboración para comprar comida o medicinas. Los artistas y “espontáneos” que solían realizar actuaciones a cambio de dinero se han visto reducidos considerablemente en los últimos meses.
Los usuarios coinciden en que, pese a sus fallas y carencias, el Metro sigue siendo el sistema de transporte más confiable de la ciudad.
“Yo creo que sigue siendo una solución para los caraqueños. Lo único que considero es que hay que pedir a los usuarios más conciencia, y a los directivos que intenten rescatarlo para que vuelva a ser lo que era antes”, sugirió Carlos Aquino, un profesor universitario.
Entretanto César Vegas, presidente del sistema Metro, señaló en su cuenta en Twitter,
@metro_caracas, que estaban trabajando para minimizar las carencias y ofrecer un mejor sistema de transporte. Además, informó que este martes 17 de julio se llevó a cabo la puesta en funcionamiento del automatismo de trenes en la Línea 3, lo que influirá en la movilización de los usuarios con mayor rapidez.

Yipseros abandonaron las rutas troncales y a la gente de las barriadas

Trasladarse desde las partes altas de las barriadas hasta diferentes destinos de la ciudad, es una situación que se complica más con el trascurrir de los días. Los usuarios denuncian que los yipses que entregó el Gobierno Nacional para que prestaran servicio en las rutas troncales, desaparecieron de la noche a la mañana. Hay ausencia de unidades y, muchas veces, la única opción que les queda a los usuarios del transporte público es utilizar el “carrito de Lola”.
Johana Pérez, quien vive en la parte alta de la parroquia La Vega, espera pacientemente en la redoma de La India a que llegue “cualquier cosa” que la pueda trasladar desde ese lugar, por la carretera Negra, hasta el sector Las Casitas, donde vive. No hay yipses, los camioneteros desaparecieron desde hace unos cinco días y las cuadrilleras que habilitó la Alcaldía de Caracas ya no suben con la misma frecuencia con la que lo hacían meses atrás.
Como son las siete y media de la noche, decide subirse a un camión que está cobrando el pasaje a 40 mil bolívares por persona. Acaba de cumplir dos horas y media en el lugar, y la cercanía de la oscuridad espantó el miedo que le da sufrir un accidente en el destartalado transporte improvisado que acaba de tomar. Su meta es llegar a como dé lugar y reencontrarse con su hija de dos años.
Desde las cuatro de la tarde, La Yaguara se convierte en un hervidero de personas que intentan subir hacia El Junquito. Cuadrilleras de la Alcaldía de Caracas llevan a los pasajeros hasta el kilómetro 14, mientras que algunos especuladores que manejan busetas, hacen su agosto cobrando pasajes que van de 30 a 40 mil bolívares.
Los vecinos señalaron que las unidades todo-terreno que entregó el Estado, a través de créditos de Pdvsa Gas Comunal, se desaparecieron de los cerros caraqueños. Carlos Rojas, vecino de la parte alta de Carapita, dijo que muchos de estos vehículos fueron trasladados a la frontera colombo-venezolana y allá los están usando para realizar servicios de transporte a los trabajadores de empresas privadas.
JUAN RAMÓN LUGO/CIUDAD CCS

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