08:30 AM / 27/08/2017-Gabriela Trujillo / Agencias
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Al llegar al supermercado, la señora Isabel se paró frente a los estantes de comida, estiró la vista hacia el fondo y se quedó observando, inmóvil, como si fuera a desatarse una batalla entre los precios, las fechas de vencimiento, la publicidad y los requerimientos nutricionales de su familia.
Se llenó de valentía y la razón pudo más que el mercadeo. La salud y la buena alimentación de sus hijos estaba primero. Se dedicó entonces a leer las etiquetas de los productos. ¿Por qué no? Hay que conocer lo que comemos, pensó.
Los profesionales de la nutrición están de acuerdo con que las personas se tomen el tiempo para investigar el contenido nutricional de cada artículo a consumir. Para Emeris López, jefa de la Unidad de Producción de Alimentos del Centro de Atención Nutricional Infantil de Caracas, el consumidor debe planificar el menú necesario con anterioridad.
López aconseja estar atentos a la fecha de vencimiento que aparece en el empaque como también en la vigencia del mismo. “Hay que revisar las características del artículo y si aún las letras de las envolturas están legibles. En el caso de las latas, que no estén golpeadas y las cajas que no estén abiertas, puesto que la presentación refleja la calidad del producto”, opinó la experta.
Según estudios publicados en Internet, la información que incluyen las etiquetas contiene la cantidad de calorías por porción, calorías por grasa, grasas totales, tipos de grasas y contenido de colesterol.
Luis Pardo, nutricionista, explicó que el orden en el que se enumeran los ingredientes en la parte inferior es un reflejo de la composición de ese alimento. “Por ejemplo, si la harina se menciona primero, esto significa que es el principal ingrediente o si el azúcar encabeza la lista, entonces el alimento es rico en glucosa”, explicó. Y si la persona es diabética no es recomendable que lo consuma.
Por su parte, Zenaida Borjas, nutricionista, indica que “muchas veces las personas ven más el precio que los componentes nutricionales y esto puede ser peligroso”.
Además de los ingredientes, allí debemos detenernos a los siguientes datos respecto a las calorías y los macronutrientes:
Porción consumida: esto puede darnos una idea del tamaño de la ración que debemos ingerir. Hay productos en los que nosotros ingerimos menos de una porción y hay otros, como las patatas fritas de bolsa u otros snacks, donde la porción indicada en el envase suele ser muy inferior a lo que consumimos.
Kcal o aporte energético: aquí conviene mirar el aporte energético de la porción si previamente visualizamos que la cantidad que consumimos es similar a la ración que se indica en el envase. De lo contrario, es conveniente estimar en base a la porción cuánto ingerimos y de allí, calcular el aporte energético prestando atención a las calorías brindadas por cada 100 gramos.
Éste último dato siempre debemos tenerlo en cuenta si queremos reducir al densidad calórica de la dieta. Ya que un producto que tenga más de 200 Kcal por cada 100 gramos es concentrado en energía y favorecerá una dieta de alta densidad energética, mientras que un alimento cuyas calorías no superan las 100 Kcal por cada 100 gramos nos ayudará a disminuir la densidad calórica de la dieta.
Aporte de grasas: aquí debemos atender a los gramos de grasas por cada 100 gramos de alimento, siendo siempre recomendable que el producto no supere el 30%. Aunque si queremos una dieta baja en grasas lo ideal es escoger ingredientes con menos de 10 gramos de grasas por cada 100 gramos de alimento. Asimismo, sobre todo cuando el aporte de grasas es significativo, no podemos dejar de mirar cuáles son las grasas que brinda el alimento, ya que el predominio de grasas saturadas nos hablará de un producto no apto si queremos cuidar la salud y el colesterol en sangre.
Sodio: interesa especialmente para aquellas personas con problemas cardiovasculares o hipertensión que deben llevar una dieta hiposódica. Para ello, es más sencillo mirar el aporte por cada 100 gramos de producto y escoger aquellos que aporten menor de 200 mg de sodio por cada 100 gramos de alimento Un producto con más de 200 mg de sodio por cada 100 gramos es considerado alto en sodio y con más de 1 gramo por cada 100 gramos es considerado alimento salado o muy rico en sodio.
Calcio: su aporte es interesante por la gran necesidad del organismo en este nutriente si queremos conservan el buen funcionamiento neuromuscular, así como la salud de huesos y dientes. Un producto con más de 100 mg de calcio por cada 100 gramos es considerado fuente de calcio.
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