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El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, inauguró el sábado la reunión del Grupo de Puebla en Buenos Aires, en un guiño a la centroizquierda de América Latina con el que intenta mantener un delicado equilibrio político durante su transición hasta asumir en diciembre la presidencia.
Tras ganar las elecciones de octubre, el peronista moderado Fernández se ha mostrado cercano a líderes como el mexicano Manuel López Obrador o el brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva, como un modo de alinearse con muchos de sus votantes y con los movimientos de centroizquierda regionales que lo apoyaron.
Al encuentro de Buenos Aires asistieron la brasileña Dilma Rousseff, el uruguayo José Mujica y el español José Luis Rodríguez Zapatero, entre otros líderes regionales y de España, quienes pueden considerarse la contracara del actual presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, con quien Fernández tiene una conflictiva relación.
La candidatura de Fernández, hasta entonces un pragmático negociador político, fue gestada por la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner, un fuerte símbolo de la centroizquierda en la región y quien será su vicepresidenta.
“Vamos a poner de pie a América Latina con todos ustedes”, dijo al inaugurar el encuentro Fernández, quien añadió que “el continente no pasa el mejor momento” como consecuencia del “conservadurismo”.
El presidente electo de Argentina y los demás asistentes al encuentro celebraron la liberación de prisión del exmandatario Lula, el fuerte rival de Bolsonaro que envió un saludo grabado a la cumbre.
Pero Fernández no ha descuidado tampoco su relación con Estados Unidos, que podría ser clave en medio de la grave crisis económica que padece Argentina, que la obligará a renegociar un acuerdo crediticio por 57.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Luego de ganar los comicios de fin de octubre, recibió un llamado del estadounidense Donald Trump y comunicaciones de otros importantes líderes.
En un complejo juego en el que cualquier paso en falso podría ahondar la ya grave crisis del país -que está en recesión y tiene altísimas tasas de inflación y pobreza-, Fernández ha dado señales ambiguas también en la política doméstica, con colaboradores elogiados por los mercados o, por el contrario, militantes de izquierda.
Fernández ganó las elecciones con el apoyo de muchos votantes pobres y otros hastiados de los ajustes económicos del presidente saliente -el neoliberal Mauricio Macri-, con los que quiere simpatizar. Pero sabe que necesitará el respaldo de los mercados para reactivar la economía argentina.
El Grupo de Puebla propone políticas alternativas a las neoliberales y, en el difícil caso de Venezuela, promueve una solución doméstica para resolver la crisis del país caribeño.
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