jueves, 14 de junio de 2018

Ahora y siempre recordemos (II) (Trabajo especial)

LA BATALLA POR LA INSPIRACIÓN


"Claramente, no existe una lógica profunda al paso del tiempo. Pero luego identificamos patrones emolientes y propósitos nobles en la historia debido a las evasiones, supresiones y abiertas falsedades que han resultado, a lo largo del tiempo, en un enorme almacén de conocimiento defectuoso, sobre Occidente y no-Occidente por igual. Oscureciendo los costos del propio 'progreso' de Occidente, resulta severamente socavada la posibilidad de explicar la proliferación de una política de la violencia y la histeria en el mundo, ya no digamos la forma de contenerla"
Pankaj Mishra en La edad de la ira

¿Cuántas veces tienen que disolvernos como unidad regional, espiritual, sentimental? No hay sociedad vulnerada. Pero sin duda hay un problema de distribución del sufrimiento y la maximización de las ganancias que lo produce. Las heridas que nos han infringido -y las que nos perpetramos nosotros mismos- tarde o temprano enseñan. Por lo tanto, aquí no hay lugar para pobrecitismos históricos o histéricos.
Lo que tú has aprendido en este último lote de tiempo, así a veces el ruido no permita que las cosas se vean y cobren su respectivo "relieve de nacimiento", no ha sido en vano.
No sé cuál sea tu nivel de agotamiento, o el mío, pero si ya estamos hablando de estas cosas es porque aquí no hay todavía muerte en el alma. Aquí no terminan de lograr matarnos por dentro. Aquí, tal vez, quién sabe, ya vivimos el colapso y la explosión social, sólo que la vivimos, y atravesamos, por dentro.
Centrífugamente, a pesar de que padezcamos lo que padezcamos en tanto desarrollo histórico, fue decisivo el envión de energía, de movimiento, que provino del formateo externo habitual de intervención, cuya consagración definitiva son las sanciones económicas. De ahí en adelante, todo es secuela.
En el proceso de expansión de este mercado brutal, la guerra es un método y el cálculo, que siempre cubre y disfraza y consolida las formas habituales para que parezca viable, sólo empleará el hábito de decir "democracia", "derechos humanos", etc., a partir del estímulo primario que lo programa, y no desde su sustancia: lo que tú individualmente pudieras definir o reflexionar en torno a lo que esos vocablos significan para ti, nunca tendrá el mismo sentido cuando lo enuncia John Bolton, Mike Pompeo o Gina Haspel representando a la Casa Blanca.
En La edad de la ira: una historia del presente, Mishra sitúa el punto crítico: "Escapar del dualismo atrofiado de la división Oriente-Occidente, la religión y la razón, nos pide entrenar con ojos frescos al momento más ominoso de la historia humana: el auge de una civilización que, emergiendo en Inglaterra y Francia, se esparció por todo el viejo mundo de Asia y África y al nuevo mundo de América y Oceanía, creando las condiciones originales para nuestro actual estado de solidaridad negativa".
"La absoluta novedad de este evento es muy fácil perderlo de vista. Pues los cambios que trajeron dos revoluciones que se fusionaron, la francesa y la industrial, marcaron un quiebre pronunciado en la continuidad histórica: le dieron inicio a una nueva era de consciencia global. Rápidamente superando límites geográficos en relación a sus ideas y sus barcos de vapor, abrieron un nuevo escenario, potencialmente sin límites, para la acción humana. Inauguraron lo que ahora llamamos modernidad: el mundo de la política de masas, los cambios incesantes económicos y sociales, y un universo completamente nuevo de posibilidades sobre cómo pudieran actuar y moldear la historia los seres humanos, colectiva e individualmente".
Para Mishra (recordar el epígrafe al inicio de esta entrega), este es el universo que se ha puesto a sí mismo bajo una crisis profunda. Las ideas de la Ilustración y el enciclopedismo, las del libre comercio y la mercantilización de todo que le dieron moldura a las convenciones del contrato social, de la noción de democracia, de un estado liberal compuesto por tres poderes, a través de cuyos valores elevados, la marcha de la humanidad estaba (pre)destinada a marchar sin freno alguno y en línea recta hacia el progreso, el desarrollo, y el alcanzar un estado civilizatorio superior gracias a esas ideas.
Hoy en día esas son las ideas que se han volcado sobre sí mismas, y que a lo largo de todo el planeta se patenta de forma estridente: enormes movilizaciones forzadas de almas humanas, a través de todos los continentes producto de las guerras de intervención, la violencia sistémica, socioeconómica, etc., frente a unos "gobiernos" y unos "Estados" carentes de toda definición de soberanía real, así se enuncie a partir de los egregios postulados de Rousseau y Adam Smith en adelante.
El resultado visible, concreto y realmente existente, recuerda Mishra y lo ves/vives tú todos los días, es el choque de ese "abandono" (por ponerle un nombre) generalizado, donde "lo ciudadano" continúa disolviéndose dramáticamente en una masa informe, esclava, sin derecho alguno y sin tierra porque fueron expulsados, que terminan componiendo a ese disperso cuarto mundo que hace que las ciudades del primero sigan existiendo (y probablemente sea su condena de continuar así la hipocresía general).
Los grandes valores universales del siglo XVIII y XIX no eran para todo el mundo. Lo sabemos. Mediante esa vara civilizatoria es un hecho inocultable, a pesar de todo, que el "logro" de esas "ideas" ejercidas por los grupos de poder a lo largo de la historia dependió absolutamente del exterminio y la esclavización del otro. No importa cuándo leas esto.
Y esas ideas hacen aguas. En términos de política formal, son formas muertas. Su uso y abuso de la Casa Blanca (y la cultura de la crueldad que se desprende de eso) signan esta repetición absoluta y anti-creativa de las formas de intervención y destrucción de sociedades tal como las atestiguamos, ahora sí de forma exacta, en esa transferencia en el caso venezolano, ya confeccionado definitiva como exactamente lo mismo de la expedición punitiva anterior, sin cambiar básicamente un ápice. Y en nombre de esos "valores".
Un ser primario como Trump no piensa así, y un ser igual de primario y vitriólico como Bolton tampoco. Ni nadie en esos escalafones del poder global. El uso de las formas habituales de la democracia y su repertorio es, no lo dudes más nunca, una cobertura. Nunca había quedado tan en evidencia la máscara y el rostro. Y es horrible.
Al final de ese camino, si el envilecimiento interno de una sociedad, de acuerdo al modelo híbrido cuyo prototipo son las aventuras de Reagan en adelante, al que se le adapta el intervencionismo liberal formato Clinton/Obama con sus programas de soft power y diplomacia pública light, se acaban las vías indirectas y se pasa a las pesadas, lo importante es ese instante de cobertura de legitimidad que dé pie a la consecuente destrucción y su formato, uno y el mismo. La doctrina del turbocapitalismo neoliberal, con su peculiar teología de la seguridad que ha desatado una guerra global contra ti mismo.
Este mal, que también trae de nuevo la certificación de "presente común" (Hannah Arendt citada por Mishra, para los efectos prácticos de este contexto) no se queda en esa ratio de la decisión administrativa de todo lo que viva fuera del molde del 1%, no es sólo coletazo y azote de las naciones-víctimas y los Estados-objetivos. La guerra también se ha volcado hacia dentro de los Estados Unidos.
Pero antes de vislumbrar el mundo resultante que produjo la más reciente (¿última?) aventura del imperio gringo (Grandin) en la región latinoamericana, examinemos un momento las demostraciones musculares que han llevado ese atrofie interno y esa maximización de la ceguera respecto al dolor de los demás en los Estados Unidos; observemos, por un momento, cómo el daño sin reparo en el pasado, es el daño que Estados Unidos se hace a sí mismo en el presente, que no es más que la actualización de cómo se demuestra científicamente el funcionamiento de la Ley del Embudo.
Porque esa cultura de la crueldad que se puede padecer del mismo modo en Honduras o en Arabia Saudita (quien, por cierto, fue el financista estrella del Irán-Contra) se ha podido ver con toda claridad y contundencia tanto en el abandono de la población negra del Golfo de México, particularmente en Nueva Orleans, cuando el huracán Katrina, en 2005, luego reproducido al calco en Puerto Rico, tras el paso del huracán María, en 2017: la misma política (deliberada) del abandono, de la animalización del tejido social, y de su zombificación digital-informativa.

Musculatura y descompensación: Nicaragua, Panamá 1989, El Chorrillo forever (y Joshua Holt)

Llamaron Operación "Causa Justa" a la desmedida y salvaje operación militar que los Estados Unidos perpetraron contra Panamá el 20 de diciembre de 1989 con todo el peso del plomo, la sangre y la práctica de tierra arrasada. Y es el perfecto y miserable caso de estudio que mejor nos habla de la psicología machorra y narcisista de la dirigencia gringa del momento. Y ni siquiera hablamos de Trump.
Esta historia es una mierda, y tiene como protagonista a Colin Powell, y es de nuevo Robert Parry el que nos ayuda en el camino. En esta oportunidad con el periodista Norman Solomon, en una serie sobre el carismático general que hasta la aparición de Obama había sido tratado como el primer afroamericano presidenciable.
El mismo que como secretario de Estado, en 2003, exhibió las "pruebas" (truchas) de las armas de destrucción masiva en Irak ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Sólo que en el arco temporal descrito en el trabajo de Parry y Solomon, en 1989, se encontraba en plena ruta de ascenso.
Y cuentan: "A mediados de diciembre, las tensiones entre los Estados Unidos y Panamá explotaron cuando cuatro oficiales norteamericanos se llevaron por delante un punto de control cerca del cuartel general de las Fuerzas de Defensa de Panamá. Tropas panameñas abrieron fuego, matando a un norteamericano".
"Otro oficial y su esposa fueron detenidos para ser interrogados. Tras su liberación, el oficial alegó que había sido pateado en la entrepierna y que a su esposa la amenazaron con violarla".
"Cuando en Washington se supo de esta humillación, Bush (padre) vio el honor norteamericano y su propia hombría desafiados. Con toda seguridad podía imaginar, también, a los opinadores haciendo fiesta sobre su cobardía, de no actuar".
Un mínimo de contexto: recordemos que todavía en este punto -finales de los 80-, el proceso de "expulsión" del "síndrome de Vietnam" seguía su curso, a pesar de los desafíos y contratiempos en la agenda por parte del juego de contrapesos gringo (los checks and balances), encontrando en el propio narcotráfico y en figuras como el general Manuel Noriega un acicate en el proceso de expansión logística del prototipo, como una vía eficiente para su continuidad.
Noriega, quien asumió el mando de Panamá tras el "accidente aéreo" sufrido por el general Omar Torrijos, desde antes de llegar a la silla presidencial ya colaboraba con la CIA. Pero entre que su gusto por el narcotráfico se fue de palos y el convertirse más bien en un problema para los Estados Unidos, una vez más, confluyeron las oportunidades y los intereses: había que hacerse cargo de Noriega y de paso mandar un nuevo mensaje "ejemplarizante" a Centroamérica en particular, a América Latina en general.
"La autorización para el ataque se halló en una opinión legal del Departamento de Justicia de casi seis meses antes", cuentan Parry y Solomon.
"Bajo órdenes de Bush, la invasión comenzó el 20 de diciembre, Powell y (Dick) Cheney (para el momento secretario de Defensa) monitoreaban el desarrollo de los acontecimientos desde el Pentágono".
Colin Powell era, a la sazón, Jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército. Dick Cheney, CEO de Haliburton, fue el vicepresidente de W. Bush durante sus ocho años de gobierno, y no era ningún secreto que era él quien gobernó durante esos ominosos ocho años, en su papel de übber neocon.
"La fuerza de asalto norteamericana, dotada de alta tecnología, usando la aeronave invisible F-117 por primera vez, incineraron el cuartel general de las Fuerzas de Defensa de Panamá y los barrios a su alrededor", detallan.
Se refieren al Chorrillo. Lo que sería para Caracas el 23 de Enero, que como dice la canción de Rubén Blades más abajo, "ardió como Berlín".
"El Sismógrafo de la Universidad de Panamá registró la primera bomba a las 00.46 hrs. En las 14 horas siguientes, antes (sic) que dejara de funcionar, registró 417 bombas: una cada 2 minutos", recoge un informe del Centro de Estudios Estratégicos-Panamá, una ONG local que comenzó precisamente con un programa de investigación sobre el costo humano de la agresión norteamericana.
Pero 417 bombas y miles de muertos y heridos después, los Marines no capturaron a Noriega (ni siquiera lo encontraron). El general apareció el 24 de diciembre pidiendo asilo en la Nunciatura Apostólica.
Para sacarlo de la embajada del Vaticano, el ejército norteamericano bombardeó con cañones sonoros, emitiendo rock pesado durante días (¿remember Zelaya en la embajada de Brasil?), hasta que el 3 de enero, Noriega se entregó.
"Noriega se rindió a las Fuerzas Delta y voló encadenado a Miami para ser juzgado por narcotráfico… Con la rendición de Noriega, terminó la carnicería panameña. Dos días después, un Powell victorioso voló a Panamá para anunciar que 'le hemos devuelto el país a su gente'".
"Fue trágica la pérdida de vidas inocentes", citan los periodistas la entrada en la autobiografía de Powell, "pero hemos realizado todos los esfuerzos para contener las bajas de todas las partes".
"'Bajo los Acuerdos de Ginebra, el agresor se encuentra en la obligación de minimizar el daño a los civiles', nos dijo un funcionario de Americas Watch. Más bien, el Pentágono ha demostrado 'una gran preocupación por minimizar las bajas estadounidenses porque aquí no iría bien políticamente tener una cifra grande de muertes de militares estadounidenses", tercian Parry y Solomon.
Dos años después, con la primera invasión estadounidense a Irak en 1991, Bush (padre), Powell y Cheney celebraron haber expulsado de una vez y para siempre el "Síndrome de Vietnam", empleando igual un uso de la fuerza salvajemente desproporcional, y, como en Panamá, con el apoyo irrestricto de opinadores y medios.
Mientras tanto, al día de hoy, no existe ninguna cifra rigurosa sobre la verdadera cantidad de víctimas (sobre todo civiles) de esa expedición punitiva civilizatoria. Después de todo, vuelve a confirmarse que todo documento de civilización es también un documento de barbarie.
Todavía el bombardeo al Chorrillo, la invasión y el desmantelamiento de todo lo nacional en el Istmo sigue acusando las mismas heridas.
No existen revisiones oficiales o institucionales honestamente comprometidas para contabilizar la verdadera cantidad de muertos y heridos, y esto no es un asunto de casualidad y mala gestión: los responsables locales e internacionales necesitan ocultarse, no están acostumbrados a responder por sus acciones y sus decisiones políticas.
Sin embargo, cuenta el CEE-Panamá que "el Sr. Saturnino -Nino- Solís, trabajador de la Morgue desde aquellos días de Diciembre 1989-Enero 1990 declaró que en la Bitácora que se llevaba en la Morgue, la Lista de Víctimas mortales ya superaba los ochocientos (800) nombres, antes de que las páginas fueran arrancadas y desaparecidas por las autoridades del momento (¿El Ejército de los Estados Unidos…el Ministerio de Gobierno y Justicia en manos de los demócrata-cristianos…la Presidencia de la República…?)". El subrayado en negrillas proviene del original.
Por ahora no ha aparecido el primer gobierno panameño que asuma levantar los velos de silencio de la masacre del 20 de diciembre y los días subsiguientes. A falta de compromiso del Estado, el propio documento citado del CEE suministra una lista de nombres de varios de los desaparecidos, de acuerdo a lo recabado por el CEE y otros grupos de investigación a lo largo del tiempo. Un trabajo de gentes. Un trabajo que, para andar, necesita de esta inspiración de la que venimos hablando. Y también amerita que lo recordemos.
Por un problema de dudas sobre masculinidad, a nivel humano y de Estado, los Estados Unidos se embarcaron en una demostración muscular para dejar claro el mensaje de que ellos son el padre y el depredador de la región al mismo tiempo.
Hace nada, el presidente francés, Emmanuel Macron, declaró en Estrasburgoque la (cretina) aventura en Siria del 7 de mayo en la que gringos, franceses e ingleses intentaron bombardear Damasco, lo hicieron "para defender el honor de la comunidad internacional", con seguridad la frase más estúpida, baja y oligofrénica que alguna vez haya salido de un alto mandatario francés, pero no por eso menos descriptiva y sintomática.
Retengan un momento este dato del ya citado artículo de Greg Grandin en la entrega anterior: "El 5 de octubre de 1986, un joven solado sandinista llamado José Fernando Canales Alemán disparó un misil tierra-aire SAM-7 y derribó un avión de suministro C123K de la CIA. De la tripulación, solamente Eugene Hasenfus sobrevivió, saltando en paracaídas y cayendo en la selva. '¿Ahora qué, Rambo?', le preguntó un sandinista luego de que fuera capturado al día siguiente. Hasenfus previamente había realizado vuelos en misiones de la CIA en Laos y Vietnam, bajo el infame programa Air America de la CIA. En Nicaragua, confesó que formaba parte de una red clandestina que ilegalmente le suministraba armas a los Contra -apoyados por Reagan- despegando desde la base (aérea) de Ilopango, El Salvador, arrojando alijos de armamento en puntos dispuestos para eso".
Joshua Holt, el ciudadano norteamericano capturado en Ciudad Caribia con armas, aprestos militares, mapas y conexiones con bandas armadas recientemente liberado es al mismo tiempo Eugene Hasenfus y el oficial que recibió una patada en las bolas y su pareja que pasaron a ser la excusa para invadir Panamá y para que Bush padre recuperara su masculinidad.
Es la descripción exacta de en qué andan precisamente los gringos en Venezuela, y del peligro inminente que pudiera haber significado retenerlo, puesto que nadie en el mundo, ni siquiera Estados Unidos, en realidad necesita otro envión de testosterona inoculada y drones Predator.
Nunca olvides al Chorrillo. Esas víctimas también son nuestras.

Retazos de cómo la guerra se devuelve o titulares del colapso

"O los Estados Unidos destruyen la ignorancia o la ignorancia destruirá a los Estados Unidos"
W.E.B. Dubois
"Yo también te amo", es el último mensaje de un hijo adicto a la heroína y otros opiáceos en un brillante trabajo de investigación del Enquirer de Cincinnati de mediados del año pasado (2017). "Siete días de heroína: así es cómo se ve una epidemia" se llama, y cubre diversas historias en simultáneo de una sociedad autoasediada por la heroína y otros opiáceos.
El "yo también te amo" es el último mensaje de un hijo adolescente a su madre tras el trayecto de una semana en la que 18 personas murieron, al menos 180 personas sufrieron una sobredosis, más de 200 consumidores fueron encarcelados y nacieron 15 bebés con problemas médicos relacionados a la heroína, en la ciudad de Cincinnati, y una limitada parte de sus alrededores.
Todos los mensajes previos al "yo también te amo" eran del tipo "déjame en paz, vieja loca, no estoy en ninguna parte" comprimiendo la épica horrible de una madre de las afueras de Cincinnati, Ohio, en busca de su hijo perdido de la casa y llevado a la deriva por la ola epidémica de los opiáceos.
Tal vez a esta altura del ensayo, pierde peso el énfasis obsesivo sobre John Bolton, una ficha que circunstancialmente está desencadenando el deterioro general de la política exterior, pero Bolton, más allá de las nefastas consecuencias directas de su mediocre delirio, se desvanecerá "como todos los muertos que se olvidan / en un montón de perros apagados", con el perdón de García Lorca. Pero la epidemia del opiáceo, y las noticias del colapso interno, continuarán emergiendo, lo más seguro que rápidamente.
"El hecho más perturbador de esta epidemia es lo que escenificó deliberadamente el llamado Big Pharma en campaña por obtener superganancias de eso. Sin embargo, esta epidemia hubiera sido imposible de lanzarse sin el consentimiento consciente de una amplia gama de practicantes médicos que eligen asociarse en el crimen con el Big Pharma. No obstante, mientras las compañías ganan miles de millones de dólares con las drogas opiáceas ahora más o menos legales, no podrían importarle menos las miles de personas que mueren cada año por su peligrosa adicción a los analgésicos", dice el periodista Martin Berger.
"Queda claro que en las últimas dos décadas los estadounidenses no han comenzado a experimentar más dolor, pero el número de analgésicos que les prescriben se han cuadruplicado. De hecho, usan muy por encima del 80% de los opiáceos legalmente fabricados en el mundo", dice en otro artículo.
Y ataca a todo el cuerpo social norteamericano, y a lo largo de todo su vastísimo territorio. Berger comenta el caso de Arizona y el aumento de neonatos que sufren del síndrome de abstinencia en los últimos cuatro años. "Esto resulta en bebés recién nacidos viniendo al mundo sufriendo de insoportables dolores por la abstinencia de los opiáceos debido al aumento de los índices del abuso de heroína y analgésicos a nivel nacional. Entre los síntomas a corto plazo que sufren los bebés se encuentran convulsiones, problemas de alimentación, exceso de llanto, diarrea y respiración acelerada. Y aún así, el amargo sufrimiento de niños recién nacidos y los índices de muertes por sobredosis al alza no impiden que los estadounidenses usen más analgésicos recetados como nunca antes".
"Parece que la mayoría de la población ignora el hecho de que el muy usado analgésico OxyContin es químicamente idéntico a la heroína", vuelve a decirnos Berger. Y amplía que "luego de diez años en el que se dio el momento en que OxyContin comenzó a suministrar a la compañía Purdue Pharma con los súper ingresos, tuvo que detener su producción. De cualquier manera, fue rápidamente reemplazado por un medicamento químicamente idéntico con un nombre similar, mientras que la epidemia de los opiáceos se volviera la maldición de todos los Estados Unidos. Para el año 2010, los practicantes de medicina suministrarían 250 millones de prescripciones al año, resultando en que los estadounidenses consumieran el tercio de todos los opiáceos producidos en el mundo".
Perdue Pharma es propiedad de la familia Sackler. Una oligarquía es responsable de la inundación de drogas semilegales, con la misma estructura química de la heroína, hace millones, es totalmente respetado por la "comunidad médica", cotizan en la bolsa, y nadie los investiga. Lógica simple: no existiría un ecosistema tan dañino de no existir alguien maximizando ganancias.
Pero es estúpido simplificarlo a un vulgar "quién gana en esta" (cui bono) de no ser un problema que se desplaza por un enfermo cuerpo político con toda esa destrucción arterial. Y reitera Martin Berger en otro trabajo más sobre las causas de la epidemia de los opiáceos:
"Rara vez se menciona que tanto Europa como Norteamérica con frecuencia son suministrados con drogas letales a través de bases aéreas controladas por fuerzas militares occidentales en Afganistán".
"Si hablamos del involucramiento de los Estados Unidos en el negocio ilegal de las drogas en Afganistán, no podemos olvidar que las ganancias estimadas por el narcotráfico en Afganistán puede estarse aproximando a los 100 millardos de dólares al año, lo que empodera a Washington a manejar con calma las crisis de los países musulmanes, apoyar a terroristas y derrocar gobiernos islámicos indeseados. Con toda seguridad, Washington nunca acordaría en abandonar tales flujos de ganancia colosales, lo que habilita a Washington a establecer una presencia duradera en una región tan peligrosa como esta. Quedan pocas dudas de que ambos la OTAN y los Estados Unidos están en completo control del narcotráfico afgano, o mínimamente valerse de él para cosechar máximas ganancias para ellos mismos".
(Nicaragua de nuevo: no hay novedad alguna en el esquema de financiamiento y robustecimiento de la CIA como un paraestado financiado por las transacciones del narco, puesto que es una práctica de post-guerra que comenzó con el uso de la mafia corsa. A mediados de los 90, el periodista Gary Webb reveló la continuidad de la trama post-Irán-Contra en Nicaragua en su serie "Alianza oscura", en donde unió los puntos entre el tráfico de cocaína de la Contra que colocaba cocaína colombiana en los Estados Unidos, esto derivando en una asociación entre un vendedor de droga local y el narco-contra, en lo que luego "evolucionó" en la crisis del crack de los 90, en especial en el centro-sur de Los Ángeles).
Y así, entonces, mientras se cierra el círculo, no puede quedar más al descubierto la razón de ser profunda que encubren y encapsulan bajo las (muertas) formas habituales: el imperio es la organización narco-criminal más extendida y prolongada en el tiempo. En eso como en otras cosas, es que se diferencia dramáticamente de los modelos anteriores: en tiempos de achique y colapso, se vuelva contra todo, en primer lugar su propia población: no hay oleada de consumo suicida de opiáceos sin la guerra y la ocupación perpetua.
No es nuevo el grado de agresión y vulneración de la sociedad a lo interno del imperio, pero este nuevo ciclo de autodestrucción pareciera alcanzar el grado cero civilizatorio: porque no podemos olvidar que el punto de coronación se encuentra en los "poderes especiales" del "presidente" (acentúe comillas) para librar la guerra sin necesidad de apoyarse en su propia constitución y que esta sea aprobada por el Congreso. El Congreso con menor aprobación de toda la historia republicana.
"La política de los grandes partidos en Estados Unidos… es poco más que un chanchullo para protegerse. Tal como lo describe, las burocracias de los partidos usan las elecciones locales como foros para engullir efectivo de a millones, con la ideología o incluso ganar, a lo sumo, como consideraciones secundarias", dice Matt Taibi en una crónica donde sigue el proceso de las primarias para las elecciones legislativas de finales de año, en este caso siguiendo la contienda interna del partido Demócrata en el estado de Nueva York.
"Muchos norteamericanos han pensado su país como un modelo para otras democracias liberales, pero difícilmente alguna visión de nuestra nación como la puesta en escena de una vulgar plataforma para que una 'revolución democrática global', para ser promovida al invadir otros países y armar insurrecciones foráneas donde ningún 'cálculo del interés nacional es necesario'", comenta Michael Lind en un trabajo de 2004.
"La crueldad estadounidense es a la vez legendaria, y uno de los grandes misterios sin resolver en el mundo. ¿Exactamente por qué la población de un país rico dejaría morir a su vecino por falta de medicinas, a su juventud con trabajos, y pensiones, decentes, hacer que la población anciana trabaje hasta el día de su muerte, quebrar a estudiantes con deudas para toda la vida, cobrarle a las nuevas madres la mitad de su ingreso para tener hijos, no mencionemos el encogerse de hombros cuando sus hijos comienzan a masacrarse unos a otros en la escuela? ¿Qué motiva este tipo de crueldad espectacular, única, inimaginable y espantosa?", se pregunta Umair Haque.
Dimitry Orlov habla de las cinco etapas del colapso del siguiente modo:
"Etapa 1: Colapso financiero. La fe en 'los negocios como siempre' está perdida.
Etapa 2: Colapso comercial. La fe en que 'el mercado proveerá' está perdida.
Etapa 3: Colapso político. La fe en que 'el gobierno cuidará de ti' está perdida.
Etapa 4: Colapso social. La fe en que 'tu gente te cuidará' está perdida.
Etapa 5: Colapso cultural. La fe en 'la bondad de la humanidad está perdida'".
Haque, en otro trabajo, además de agregarle cuerpo a cada una de estas etapas con lo que en otro de sus trabajos llamó las "nuevas patologías del Estado fallido más rico del mundo", resaltando, además, la velocidad de cómo ocurre.
Quienes conocen el trabajo de Orlov (uno más que vivió la Perestroika de primera mano), está familiarizado con la noción de que el colapso, cuando ocurre propiamente, es imperceptible, y que lo que convencionalmente se define como tal no es más que las expresiones, síntomas y consecuencias de ese primer momento, que no es gradual, sino más cercano al desplome.
Tal vez el colapso en tanto principio se reproduzca del mismo modo independientemente de la velocidad con la que ocurra. En términos monumentales, la sostenibilidad de los imperios pasan más o menos por los mismos patrones de pugna intra-élite, disminución de la oferta, incremento de la desigualdad y envilecimiento absoluto del hecho sociocultural, sin embargo, pareciera que en el caso gringo, el precedente consista en que nunca habría llegado por semejante dimensión de heridas auto-infringidas, suicida, trastornada, profundamente lesionada y financiada proactivamente por su clase dominante.
El veterano periodista, intelectual, activista y ministro presbítero Chris Hedges pareciera resumirlo demoledoramente en dos puntos en un trabajo reciente de su columna de los lunes en el portal Truthdig ("El colapso que viene"), primero en los medios y luego en el horrible retrato subsiguiente:
Primero sobre uno de los grandes cómplices de la tragedia: "La prensa corporativa es una reliquia decaída que, a cambio de dinero y acceso, cometió un suicidio cultural".
Y luego:
"Como corresponsal en el extranjero le he hecho la cobertura a sociedades colapsadas, incluyendo la antigua Yugoslavia. Es imposible para cualquier población condenada a asir lo frágil del decaído sistema financiero, social y político, que está en vísperas de la implosión. Todas las señales del colapso son visibles: infraestructura que se derrumba; subempleo crónico y desempleo; el uso indiscriminado de la fuerza letal por la policía; parálisis y estancamiento político; una economía construida sobre el andamiaje de la deuda; asesinatos masivos nihilistas en colegios, universidades, lugares de trabajo, centros comerciales, conciertos y salas de cine; sobredosis de opiáceos que matan a 64 mil personas al año; una epidemia de suicidios; expansión militar insostenible; el juego como una herramienta desesperada de desarrollo económico e ingresos gubernamentales; la captura del poder por una camarilla mínima y corrupta; censura; la disminución física de instituciones públicas desde escuelas y bibliotecas a cortes e instalaciones médicas; el incesante bombardeo de alucinaciones electrónicas para distraernos del paisaje deprimente en el que se han convertido los Estados Unidos y nos mantienen atrapados dentro de ilusiones. Sufrimos las patologías habituales de una muerte inminente. Estaría feliz si me equivocara. Pero ya he visto esto antes. Conozco las señales de alerta. Todo lo que puedo decir es: prepárense".
Si queremos detectar cuáles fueron las consecuencias a largo plazo, en la misma amplitud de onda de la última y demencial aventura gringo-corporativa que hemos ido estudiando hasta ahora; si queremos preguntarnos qué más explotó tras la devastación del Chorrillo, de Grenada, de las Torres Gemelas o Bagdad; si queremos encontrar hacia dónde volaron esas brasas que sólo parecían cenizas y en cuál incendio están ardiendo, pareciera que como habitantes del Sur Global, que conocemos y comprendemos muchísimo mejor qué es y qué son los Estados Unidos que los propios gringos, paradójicamente tendremos que pasar por reconocer con precisión y claridad cómo es que sufren quienes sufren allá, cómo es que les duele y quién les duele a los "deplorables" (el dulcísimo mote con el que Hillary Clinton se refirió a la base blanca, pobre, reaccionaria y zombificada en su país por ella y sus grupos de poder), es a ellos a quienes tenemos que comprender.
Tal vez, como también propuso Mishra (entrevistado por Hedges), sea ahí de donde pudiera emerger una cultura de la compasión que identifique a los responsables políticos directos; tal vez es desde ahí que lograremos encontrar el principio inspirador para descarrilar al tren de la muerte desplazándose. Tal vez esto comience a señalizar por dónde pasa la tarea para ir desactivando el dolor propio y ajeno, mientras quitamos uno a uno los rieles antes de que pase el enemigo y siga aumentando la bolsa cada vez que los gringos se masacran a sí mismos o fomentan la masacre en Yemen. O el abandono en Puerto Rico. O la intervención miserable en Nicaragua, como si esa fuera la marca del eterno retorno. O la pretendida destrucción del país donde yo vivo como mal soñada clave del principio de su nueva aventura.
Otro poco de calma, camarada;
un mucho inmenso, septentrional, completo,
feroz, de calma chica,
al servicio menor de cada triunfo
y en la audaz servidumbre del fracaso.

Embriaguez te sobra, y no hay
tanta locura en la razón, como este
tu raciocinio muscular, y no hay
más racional error que tu experiencia.
Cantó César Vallejo en sus Poemas humanos, título para oportuno por cierto en un momento como este, de cara a la muerte de las formas y frente a la inminencia del abismo "Necesario es que sepas / contener tu volumen sin correr, sin afligirte", y poner frente al malevo gagueo de la muerte "tu realidad molecular entera", esa genética acumulada que ha hecho que no haya habido Brian Naranjo que logre descifrar lo suficiente al país y sus resortes internos profundos (diría Ramón), degenerando en la opción fratricida como solución expedita a su "problema" geopolítico.
Que hasta aquí hayamos llegado a pesar de todo y contra todo no es más que clara señal de esa encarnadura que se encuentra, si asumimos que lo destituyente de este momento nos trae las preguntas que son y las necesidades que necesitamos para esta otra tormenta que se nos viene encima. No hay más racional error que tu experiencia.
Eres de acero, como dicen,
con tal que no tiembles y no vayas
a reventar, compadre
de mi cálculo, enfático ahijado
de mis sales luminosas!
Continúa el egregio peruano del Perú en el domingo de las claras orejas de su burro que murió en París con aguacero: no estamos tampoco en pedanterías del planquinquenalismo de algunos como solución cuando el tiempo achica, y lo que aguanta la primera línea de defensa ha quedado siempre patente, y no pasa por el "hay que hacer" y el mandar a autocriticar al otro. Somos suelo natal. Hemos levantado caídos a nuestro paso y elaborado planes para llegar incluso, como lo dijo El Libertador, a un equilibrio del universo. De donde salen esas ideas, salen estos actos nada espectaculares que mantienen adherido a los adentros de nuestro país. Nuestra única puerta hacia fuera, y la ventana que le ofrecemos al mundo de cómo, a pesar de todo, podemos ser buenos con nosotros mismos en todo, y a pesar de todo.
Esta es la interrogante que alumbra el camino culebrero. Sigamos. Disipandoa los fantasmas, como también dijo Simón

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