sábado, 27 de enero de 2018

Moral y luces, el artículo de Antonio Pérez Esclarín

2018

“Moral y Luces son nuestras primeras necesidades”, clamó Bolívar en Angostura; y en la  Venezuela de hoy, donde la corrupción impera soberana y la educación necesita con urgencia elevar su calidad,  Moral y Luces siguen siendo nuestras primeras  necesidades. 

Resulta verdaderamente vergonzoso comprobar  que, después de más de 18 años de una supuesta revolución moral, que iba a sepultar  la corrupción,   aparecemos  como uno de los países más corruptos del mundo.
La política se ha divorciado de la ética y la corrupción se ha instalado en Venezuela como una forma de vida. El acceso al poder se entiende como acceso al botín, y los que nos gobiernan utilizan los bienes públicos a su antojo, como si fueran propios.
De ahí que ya no  causa extrañeza ver cómo cualquier gobernante se desplaza en camionetotas blindadas y escoltado por numerosos cuerpos de seguridad y empiezan a llevar un nivel de vida que no podrían permitirse con sus sueldos y salarios. Tampoco causa extrañeza ver cómo el nepotismo se ha instalado en la política y los gobernantes de todos los niveles privilegian a sus hijos, esposas, hermanos, cuñados, sobrinos,  en el otorgamiento de beneficios y cargos públicos, y brindándoles una seguridad de la que carecemos todos los demás.

Es corrupción y muy grave utilizar  los bienes públicos en provecho  propio o de un partido, y todos pudimos ver (menos los miembros del Consejo Nacional Electoral), cómo en todas las elecciones se han utilizado descaradamente bienes y recursos públicos multimillonarios para privilegiar a un candidato.  Es corrupción repartir bonos y limosnas solo a los adeptos al gobierno y utilizar la escasez y el hambre para convertirlos en clientes y no en ciudadanos. Es corrupción especular con los precios ante la escasez o apropiarse de productos de los claps o de “casa bien equipada” para revenderlos a precios astronómicos.

La Ley de Educación prohíbe el proselitismo político, y hay Zonas Educativas que sólo otorgan cargos a los militantes del partido, o incluso han botado a opositores, lo cual  muestra  ignominia y corrupción.
 Es corrupción favorecer con dólares preferenciales a amigos y aliados, y propiciar o crear  empresas de maletín, de las que nunca dan  nombres. Las  acusaciones entre miembros del gobierno y  chavistas caídos en desgracia, nos asoman al abismo de una corrupción inimaginable.
 Es corrupción que los que ostentan cargos públicos  viajen al extranjero con un montón de familiares y amigos a costa del erario público y con generosos viáticos en dólares,  o que carguen como gastos públicos sus comilonas y bebederas. Es corrupción exigir una “mordida” para conceder permisos o sacar papeles, o  matraquear en las alcabalas y fronteras, práctica tan enquistada  que todos ven como normal.  Lo más cínico del caso es que muchos de los que así actúan, no se apean de un discurso moralizante y se la pasan acusando a los demás de corruptos. Con frecuencia, el discurso anticorrupción sirve sólo para ocultar prácticas corruptas. Por todo ello, urge una educación ética y moral que enseñe, a través del ejemplo,  los valores humanos esenciales en la familia, las escuelas y la sociedad y que los que nos gobiernan o aspiran a hacerlo, den ejemplo de honestidad, respeto y probidad.
 

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