Miguel Romero
Sin servicios públicos, con una infraestructura que denota falta de atención a las áreas escolares que sirven a una matrícula de más de 600 alumnos, y a la merced de la inseguridad, está el icónico Colegio Jorge Washington, ubicado en la parroquia Bolívar de Maracaibo.
El agua y el gas “brillan por su ausencia” en la institución. Años han pasado sin que se restituya el servicio del gas doméstico, apuntaron las maestras. Con una bombona -prestada- han logrado resolver la prepararación de alimentos para los estudiantes.
El “refill” lo obtienen a través del dinero que puedan recolectar de aportes que piden docentes a los representantes de los alumnos del plantel. Cada llenado dura, aproximadamente, “tres días, estirándolo muy bien”, dijeron las cocineras mientras daban forma a la harina que se convertiría en arepas para el desayuno.
Del mismo modo adquieren botellones de agua potable, destinados exclusivamente para el uso en la cocina escolar. “Les pedimos colaboraciones a los padres porque no hay otra manera de comprarlo. No hay agua ni gas, ¿cómo cocina uno así?”, apuntó una maestra.
El Programa de Alimentación Escolar (PAE) no funciona correctamente, denuncian los estudiantes. “Cuando hacen las comidas sólo alcanza para los estudiantes de primaria, en bachillerato nos quedamos sin comer”, dijo Fabiola Rojas, estudiante de cuarto año.
Trascendió que, a falta de un sello que diera cierre al papeleo necesario para el despacho de rubros alimenticios, unos 150 kilos de carne y un lote de verduras y hortalizas no llegó a la cocina del Jorge Washington.
“Faltaba nada más que el director sellara unos papeles para que llegaran. No se hizo y nos quedamos sin carne ni vegetales. Estamos comiendo arepa sola y hay muchas veces que no rinde para los más de seiscientos alumnos. Comen los niños de primer a sexto grado y se acaba la comida”, denunció una dirigente estudiantil.
La inseguridad es otro punto débil. En lo que va de año escolar 2017-2018 han robado ya dos veces. El cableado eléctrico fue hurtado, por lo que el área de bachillerato no tiene electricidad y el laboratorio de computación fue clausurado luego que robaran todas las máquinas. Además, los alimentos desaparecen constantemente de las alacenas.
Por igual, alumnos y personal docente, claman por la atención del gobierno municipal, regional y hasta nacional, paradar solución a estos problemas.
La infraestructura está de espanto. Ventanas rotas dan vista hacia las aulas que poca iluminación tienen. El patio poco tiene de espacio recreacional, pues no hay bancas para que los alumnos tomen asiento en el receso. En su lugar, yacen escombros de concreto.
Son contadas las áreas verdes. Pisos y paredes piden “a gritos” una restauración. Urge una refacción en la cancha del colegio y la restitución de portones violentados por delincuentes.
“Queremos enviarle una comunicación al gobernador Omar Prieto y al alcalde Willy Casanova para que atiendan estas necesidades que están ocasionando ausentismo escolar”, dijo una maestra de quinto grado.
El director de la institución, Rolendio Soto, desmintió que haya problemas con el PAE. Indicó que el programa está en “una fase de prueba”, por lo que tampoco se ha concretado la construcción del comedor; y negó que, por negligencia, no se haya recibido el lote cárnico.
La secretaria de Educación, Damelis Chávez, apuntó que la restauración de la unidad educativa dependerá de una inversión por parte de la Gobernación, proyecto que se ejecutaría luego de revisar las condiciones del colegio, por lo que dijo que tiene el “compromiso de visitarlo y revisar cuál es realmente la situación para plantear la realidad de la institución” y hacer el planteamiento para atender las necesidades.
Sobre la inseguridad, dijo que se trabaja en conjunto con cuadrantes policiales para minimizarla y pidió a la comunidad “denunciar los actos delictivos” así como cualquier “actividad sospechosa” que detecten.
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