ES UN INSTRUMENTO TRAÍDO DEL JAZZ, QUE SE FUE COLANDO ENTRE EL GUSTO DE LOS LATINOS HASTA QUEDARSE EN LA MÚSICA CARIBEÑA
POR MERCEDES SANZ • @JAZZMERCEDES
Hay dos temas donde el vibráfono es ejecutado maravillosamente: “Mujer divina”, en la adaptación de Joe Cuba (desde que la pieza comienza, el halo de misterio lo marca este instrumento tocado por Tommy Berríos), y “Paula C”, de Rubén Blades, con una fuerza melancólica y dramática lograda por el magistral solo de Louie Ramírez.
Podemos hacer una lista, incluyendo instrumentales, pero estas dos joyas musicales son reconocibles en el cancionero popular latino y caribeño, donde el vibráfono juega una función decisiva. En el caso de “Mujer divina”, se evidencia un ambiente enigmático e íntimo; mientras que la nostalgia y la tragedia se manifiestan en ese amor que murió, representado en “Paula C”. Esos estados emocionales se logran gracias al vibráfono.
“Es un instrumento particular que le dio una posibilidad a la música latina cuando lo incluyen Cal Tjader, Tito Puente y el Sexteto de Joe Cuba. Hizo un aporte inédito porque era quebrar con las orquestas grandes, con metales. Entonces, irrumpe con una sonoridad única en formatos pequeños. Posteriormente lo vemos ya en el fenómeno salsero, con Rubén Blades y Louie Ramírez, cuando Cheo (Feliciano) reaparece, después de su paso por Fania, con este instrumento combinado con trombones. El vibráfono se consigna en la música del Caribe porque logra una conexión con la gente; además de construir atmósferas: tristeza, sonido aguerrido, baile”, expone el vibrafonista y director venezolano Alfredo Naranjo.
Como refiere el líder de Guajeo, hablar de esta herramienta musical es nombrar a esas figuras que le dieron el protagonismo que se merece en el mundo caribeño, comenzando por Tito Puente, Cal Tjader y Joe Cuba. Pero antes hay que decir que el vibráfono pertenece a la familia de percusión afinada y se popularizó en el jazz, especialmente en cuartetos, quintetos o sextetos. Entre las fuentes inspiradoras están Lionel Hampton, Milt Jackson y Bobby Hutcherson. El vibráfono adquiría un rol melódico y armónico.
“El tumbador cubano Luciano ‘Chano’ Pozo participó en una sesión dirigida por el vibrafonista Milt ‘Bags’ Jackson (In the Beginning, Galaxy), pero no fue hasta 1949 o 1950 que el multiinstrumentista neoyorquino Ernest ‘Tito’ Puente adaptó el vibráfono a su repertorio mambolero”, explica Luis Tamargo en su artículo “Desde Puente hasta Samuels: la latinización del vibráfono” (revista Latin Beat. 2000). Esto para citar un antecedente de su introducción dentro del latinjazz.
“Tjader estaba destinado a convertirse en el vibrafonista más prominente e influyente en la historia de la música latina”, acota Tamargo. Desde ese instante el vibráfono empieza a escribir una nueva historia en la música caribeña. Su primera etapa latina fue entre finales de los 50 y los 60, siendo Joe Cuba un paradigma, pues ya no son piezas instrumentales y de puro jazz latino, sino ritmos cubanos y afroamericanos cantados.
Luego del auge de los sextetos, entrando la era salsera de los 70 y la post-salsa, hay que resaltar, como bien recordó Naranjo, los discos de Cheo Feliciano en solitario, con la colaboración de uno de los vibrafonistas y arreglistas más importantes que ha dado la salsa: Louie Ramírez. También es necesario señalar la labor de Ricardo Marrero con Seis del Solar (de Blades).
Y no podemos dejar de lado a Venezuela, con sus aportes a través del Grupo Mango y su vibrafonista Freddy Roldán, Rubén García y su fusión de música afrovenezolana y jazz, Franklin Veloz con salsa y jazz latino; Naranjo y la combinación de música tradicional, world music, salsa; y nos quedamos cortos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario