domingo, 30 de octubre de 2016

¿Será verdad que quieren que el gobierno caiga?


En el fondo, la inmensa mayoría de los escuálidos no sabe lo que busca, lo que anhela, lo que necesita y desea. En el fondo la libertad no es lo que quiere, porque la libertad no es algo que se pueda buscar, es algo que se ejerce. En el fondo un temor penetrante e intenso les abrasa, un sordo y hasta ontológico culillo que se ha formado al calor de las debilidades que les han inoculado desde niños.
Cuando el pueblo reacciona a las arremetidas de la derecha, ese escuálido pavoso y quejón se escabulle, se encierra en su casa y se pone a rezar, y le pide a todos los santos que no se vaya a formar un zaperoco, que no se vaya a cometer la estupidez, la brutalidad, de intentar derrocar al gobierno, no vaya a ser que se logre. Durante esos minutos de pánico mesurado, a estos escuálidos les penetra un poco la sensatez, la lógica y la sabia prudencia. La verdad es que tampoco les dura mucho, porque están poseídos por la demencia inoculadora que les llega de sus jeques, de CNN, de la condición cobarde y miserable con la que nacieron, de la que están hechos. Pronto irán cayendo de nuevo en sus pozos de amarguras, en sus confusiones, en sus sifrinas idioteces, y cuando vayan al mercado y vean que no consiguen galleta oreo o las sorbeticos, entonces la sangre (esclava) se les sublevará y desearán horriblemente matar con sus propias manos a Maduro.
Me gustaría pasarles una película de ficción macabra en el que aquí viéramos a Ramos Allup o a Capriles en el poder, y que entonces las calles se encontraran plagadas de protestas: verdaderamente el país sin gasolina, sin electricidad ni gas; todos los trabajadores en huelga general. Todas las vías trancadas. El Metro y el trolebús paralizados. Un caos total en todas las escuelas. Un descontento y paralizante absoluto en las Fuerzas Armadas. Sin alimentos, sin dinero para comprar realmente lo necesario. La inseguridad batiendo récord en todo el país. El gobierno reculando en política internacional. Los recursos petroleros al garete. Colombia batiendo palmas porque al fin podrá imponer su agenda de asesinatos y despojos como lo hizo durante siglo y medio. Y nadie que pueda dar la cara por ese gobierno de ficción. Nadie que salga a la calle a defenderlo. Caos e indefensión por doquier. ¿Y qué pasaría con los millones de beneficiarios de las Misiones marchando de veras hacia Miraflores? ¿Y dónde podrían encontrar otra Policía Metropolitana? ¿A otros asesinos como Forero y Simonovis? ¿Otro Henry López Sisco?
Y entonces aquel escuálido que se volvía razonable cuando los chavistas gobernaban, también tendría que salir a la calle para protestar contra el fulano Ramos Allup o el fulano Capriles, instalado en Miraflores. Este par de cagones no podrían salir a la calle, no podrían hablar en público. Fin de fines, caballeros. Piénselo, piénsenlo…

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