El aumento de los aditivos y la comida procesada son algunas de sus causas, pero existen más factores.
El número de niños con reacciones alérgicas a los alimentos aumenta cada año. La Organización Mundial de la Alergia estima que, en los países desarrollados, uno de cada 10 tiene una reacción de este tipo.
La alergia alimentaria se define como "una emergencia que suele manifestarse durante los primeros minutos posteriores al contacto o ingesta del alimento responsable".
Los síntomas pueden ser variados: en una reacción de leve a moderada: erupción, inflamación, picor, lagrimeo, enrojecimiento ocular, irritación nasal, tos… En una reacción grave: dificultad respiratoria, asma, opresión torácica, palpitaciones, mareo.
La reacción de mayor gravedad, según la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Latex (Aepnaa), es la anafilaxia, con afectación cardiovascular y riesgo de muerte.
La intolerancia alimentaria puede provocar malestar, mientras que la alergia es una reacción del sistema inmunológico a determinados alimentos, que desencadena la producción de químicos como histamina para protegernos.
Múltiples causas
La prevalencia y aumento de estas reacciones en niños tiene causas multifactoriales: el cambio climático y el calentamiento global, los nuevos hábitos en la alimentación, con más consumo de comida procesada y aumento de aditivos y alérgenos ocultos.
Las reacciones alérgicas más frecuentes en niños son las producidas por la leche, huevos, frutos secos y pescado.
En el caso de la leche, la más común es la de vaca (es diferente a la intolerancia a las proteínas de la leche o la lactosa); en niños, la alergia a los huevos puede desaparecer cuando entran en la adolescencia; con los frutos secos, la reacción persiste con los años, siendo raro que desaparezca; igual que en el caso del pescado.
Qué hacer
Para mayor seguridad, el tratamiento es evitar la ingestión y el contacto con el alérgeno, así como los utensilios empleados en el cocinado. Hay que seguir una dieta de exclusión. Se recomienda limitar el consumo de productos industriales.
En algunos casos, hay que evitar el contacto cutáneo (besos, roces) con la persona alérgica; también, cuidado con los síntomas respiratorios por inhalación.
Y en el caso de que exista riesgo de anafilaxia, consultar con el médico la necesidad de llevar adrenalina autoinyectable.
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