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Había una vez una economía monoproductora que solo producía petróleo, el resto de los bienes era, y sigue siendo, importado, incluyendo los alimentos. Allí nadie trabaja, para qué, si todos viven de la renta petrolera. Todos, absolutamente todos, son unos vagos y unos flojos. Es la razón por la que se encuentran sumidos en la pobreza y el subdesarrollo.
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Afortunadamente hay un grupo de grandes empresarios privados, la mayoría de ellos extranjeros, que desde inicios del siglo pasado han apostado al país. Se pierde de vista la cantidad de capitales que han llevado e invertido. Si no fuese por ellos no habría que comer, porque el Estado, a todas estas, es extremadamente ineficiente.
Estos, como muchos otros, son algunos de los cuentos que durante décadas nos han echado acerca de la economía venezolana y de nosotros los venezolanos. Forman parte de nuestra cultura popular. Los repetimos a diario. No son relatos inocentes.
Tienen una intencionalidad: buscan desdibujar la realidad económica en el imaginario del pueblo venezolano para encubrir y, sobre todo, justificar el principal e histórico negocio de la burguesía nacional y transnacional: la apropiación de la “renta petrolera”, además de desmoralizarnos como pueblo.
Otros cuentos más recientes, como por ejemplo el supuesto fracaso del modelo socialista de la Revolución Bolivariana, pretenden encubrir con teorías neoliberales y monetaristas los planes, acciones y agresiones enmarcadas en una guerra no convencional y multidimensional del imperialismo estadounidense contra el pueblo venezolano.
Nos dimos a la tarea de desmontar, con datos estadísticos y análisis económicos, las falacias que durante décadas nos han contado. En un libro que titulamos “La economía venezolana. Cuentos y verdades” rescribimos la otra versión de las historias.
El libro en cuestión, que editamos de la mano con la Editorial Trinchera, fue prologado por el profesor Mario Sanoja Obediente y está escrito en un lenguaje muy sencillo, apto para todo público. Para leerlo no se requiere conocer los términos indescifrables empleados por los economistas. Aunque cada análisis cuenta con la rigurosidad científica que este tema se merece, nuestro objetivo es que el mensaje llegue.
Agrupamos los cuentos en tres momentos: 1) Los cuentos de la IV República que se repiten en la V; 2) Los cuentos en/y de la Revolución Bolivariana y 3) Los cuentos en tiempos de guerra económica. Entre los relatos de la IV que repetimos en la V, incluimos: Vagos y flojos; Rentismo petrolero; Monoproductores; Economía de puertos; Sustitución de importaciones; Inversiones/privadas/extranjeras; Vividores de la renta petrolera; Tributo a la burguesía; La gota que rebosó el vaso. Algunos de los relatos que desmontamos sobre la Revolución Bolivariana son: La culpa es del modelo socialista fracasado; Culpa de Chávez; Expropiaciones; Al borde de la quiebra. Y sobre los cuentos en tiempos de guerra económica rescribimos por ejemplo: La maquinita de dinero; Huyen millones; Crisis Humanitaria.
El libro está dedicado a David Nieves, es su regalo por los 80 años recientemente cumplidos, años de lealtad, de lucha revolucionaria, de patriotismo, de ejemplo, por ser como es, por el infinito respeto que se merece y porque lo quiero mucho..
La presentación será el próximo viernes 14 de febrero de 2020 en la Librería Colombeia, ubicada en la planta baja del Palacio de las Academias de Caracas, a las 3 pm. Están todas y todos cordialmente invitados.
Compartimos, en este espacio que nos queda, algunos fragmentos de uno de los tantos cuentos que desmontamos en el libro, el del Rentismo Petrolero.
“Quienes repiten que los venezolanos no producimos y, por lo tanto, que no trabajamos, buscan esconder la historia realmente importante, aquella que narra por qué, a pesar de haber registrado un crecimiento del producto interno bruto de 160% desde 1976, o por qué habiendo tenido una balanza comercial de bienes siempre positiva, que suma US$ 555.409 millones entre 1976 y 2018, o por qué a pesar de tener la mayor reserva mundial de petróleo y de oro, y a pesar de haber avanzado los últimos 20 años en un modelo económico, social y político, menos desigual que ha saldado parte de una gran deuda social, aún vemos hogares venezolanos sumidos en la pobreza.
“La burguesía en Venezuela ha tenido dos mecanismos para apropiarse de las riquezas”
¿Dónde han ido a parar los ingresos provenientes de la exportación de petróleo? ¿Y dónde ha ido a parar el 3% anual de crecimiento económico registrado desde 1976? ¿Quiénes, en realidad, se han apropiado de esta nueva riqueza? ¿Quiénes han vivido de la “renta” petrolera en Venezuela?
Antes de 1976, los grandes capitales, tanto industriales como financieros, se apropiaban de manera directa de las riquezas de los venezolanos: extraían el petróleo, lo vendían en los mercados internacionales y cobraban por su venta. Después de la “nacionalización” el proceso de apropiación de nuestras riquezas ha mutado: ya no se ocupan, directamente, de la extracción y del proceso de producción de petróleo que, ahora, es responsabilidad del Estado venezolano, sino que, con estrategias de neo colonización, se apropian de los ingresos que el petróleo genera.
“No somos todos los venezolanos los que “vivimos de la renta petrolera”, los vividores de la “renta” son otros, unos pocos”
Visto así, la burguesía en Venezuela ha tenido dos mecanismos para apropiarse de las riquezas: por una parte, la clásica plusvalía en el marco del proceso social del trabajo, y por otra parte, la captación de las divisas provenientes de la venta de petróleo.
El Estado venezolano, administrador de la riqueza petrolera en nombre de todos los venezolanos, exportó US$ 1.335.762 millones, de los cuales US$ 1.268.657 millones fueron por concepto de hidrocarburos. Divisas todas que ingresaron entre 1976 y 2018.
Del total de los ingresos petroleros, la burguesía se apropió de, por lo menos, la mitad, US$ 624.286 millones. La otra mitad de los ingresos petroleros se usó, en principio, para importar los insumos, materias primas, tecnología y repuestos, para la producción nacional, así como, también, los bienes finales.
De esa nueva riqueza que se generó en la economía a través de la producción nacional que implicó un aumento de 160% del PIB entre 1976 y 2014, la burguesía, que representa el 3,3% de la población ocupada y el 1,3% de la población total, se apropió del 41%; mientras que al proletariado, que representa el 96,7% de la población ocupada, le correspondió 36% en promedio.
Ese es el verdadero cuento del modelo rentista petrolero. No somos todos los venezolanos los que “vivimos de la renta petrolera”, los vividores de la “renta” son otros, unos pocos. Nosotros, la mayoría, la clase obrera, los que hicimos posible que la economía, principalmente la no petrolera, creciera 160% desde 1976, vivimos de nuestro trabajo que, además y por reglas del capital, el 41% ha ido a parar a manos de la burguesía.
Por lógica, si lo que queremos es superar el modelo rentista petrolero, y quienes viven de la renta petrolera son los grandes capitales, debemos comenzar por cortar la transferencia de dicha renta a la burguesía.”
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