jueves, 20 de octubre de 2016

Mitos, desinformación y verdades en torno a la difteria


Otro caso de manipulación e intoxicación mediática por parte de los medios privados


La reciente amenaza de difteria ha dejado al descubierto una vez más la utilización trágica de hechos concretos que, tergiversados o exacerbados, lo han llevado de evento sanitario (que no niega peligro o cuidado) a una "verdadera" epidemia.
Hay tres características simples que van más allá del cómo se mediatizan los hechos, cosas que se están haciendo y que no, ambas definen la situación endémica:
  • La endeble eficacia que podría estar atravesando el Plan de Vacunación en todo el estado Bolívar.
  • La histeria que acompaña cada reportaje sobre el tema plasmado en medios abiertamente antichavistas.
  • Y el tratamiento epidemiológico del brote por parte del Estado (que evidencia también el peligroso estado en que se encuentran la mayoría de los centros de atención en salud), ya no sólo como un tema apremiante de la salud nacional, sino también como defensa ante una probable agresión que va más allá del terreno sanitario: la agresión bacteriológica.
A todo esto hay que sumarle una variable en contra que mencionaremos al final.

Vacunas: ¿cuándo es responsabilidad del Estado y cuándo no?

En el año 2009, un caso emblemático dejó constancia de cómo enfermedades que creímos erradicadas pueden aparecer de manera súbita, casi fortuita, con todo y la crueldad que ese adjetivo encierra.
Ocurrió en febrero de 2009, si la memoria no me falla, un niño de 11 años era ingresado en la sala de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario del estado Bolívar tras ser operado del cráneo, la caída desde el techo de una casa le produjo un traumatismo craneoencefálico (TCE). Estuvo varios días conectado a ventilación mecánica (eso que todo el mundo llama respirador artificial) y bajo efectos de sedación controlada.
Luego de dos semanas en franca mejoría comenzó el proceso de destete ventilatorio. Cuando el efecto de los sedantes comenzó a desaparecer, su cuerpo empezó a tornarse rígido, cerraba los puños fuertemente y arqueaba su espalda hasta separarla del colchón de la cama sólo sosteniéndose con la cabeza, lograba tal nivel de rigidez y elevación que incluso sus piernas también se despegaban de la cama logrando apoyarse en ese extremos sólo por los talones, parecía que iba a levitar.
Si hay una imagen que pudiese acercarnos visualmente a lo que trato de describir, sería la imagen de la actriz Milla Jovovich en una de las escenas de la película El quinto elemento. Esa forma que alcanzaba su cuerpo durante esos espasmos era conocida por mí y por el resto de enfermeras y médicos de mi generación, sólo a través de textos con figuras referenciales.
Luego de un segundo interrogatorio y una nueva inspección se corroboró la sospecha: al caer del techo, una de sus piernas fue a dar con un trozo de madera que tenía clavos oxidados. Nadie había mencionado el detalle que dio luz al segundo diagnóstico: tétanos.
La difteria no es una enfermedad erradicada
Sí, en nuestro país convivimos con una cantidad inestimable de personas a las que nunca han vacunado. Las razones son varias, desde "eso duele mucho" hasta "las vacunas no son necesarias", sin contar a los militantes de la secta antivacunas que tienen toda una argumentación antisistema tan ideológica como innecesaria, creen y hacen creer que verdaderamente se puede ir contra multimillonarias corporaciones de la farma que diariamente están creando enfermedades que sólo pueden prevenirse con vacunas. Pero la explicación más apropiada para nuestro caso es la real: a pesar de la disponibilidad y de la gratuidad, en Venezuela se vacuna quien quiere, nadie está obligado a hacerlo. Eso hace que en pleno siglo XXI haya gente que ingrese en una Unidad de Cuidados Intensivos por un TCE y muera por tétanos.
La primera mentira que habría que desvelar sobre esta amenaza actual es esa de que la difteria es una enfermedad erradicada. Por su condición morfológica, etiológica o todas las lógicas que a la ciencia le gusta enumerar, se podría decir que la mayoría de nosotros convive con el bacilo que lo produce, el Corynebacterium diphtheriae se encuentra en la cavidad oral, el hombre es el único reservorio conocido, sólo que por estar vacunados somos inmunes a él.
La difteria hubo en Rusia desde 1990 hasta 1993, diez mil casos según el Servicio de Epidemiología Sanitaria (SES) de la Federación Rusa. En Bolivia en el año 2010, en Francia en el año 2011, en España en el año 2015.
Otro dato obviado por todos los medios que reportan sobre la situación en Venezuela es que actualmente países de Suramérica endémicos de difteria son Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Haití, Paraguay y República Dominicana. Venezuela no lo es.
En marzo de 2015 se reportó un brote de difteria en Maranhão, Brasil, con 27 casos confirmados de los cuales tres fallecieron. Que Brasil sea un país endémico de esta enfermedad dice mucho para nosotros.
Gracias a la extracción ilegal del oro en el estado Bolívar, no hay control sobre la cantidad de ciudadanos brasileños que entran y salen ilegalmente por nuestra frontera, menos hay manera de saber cuáles están vacunados y cuáles no, o cuántos son portadores activos del bacilo; tampoco la permanencia de estos en territorio venezolano. Para un minero la prioridad es extraer oro, hacer dinero, no importa si en ese ejercicio deja difteria para los demás o contrae malaria. Recordemos que los primeros tres casos sospechosos de difteria aquí se presentaron en el municipio Sifontes del estado Bolívar, específicamente en el Km 88, zona minera a escasos kilómetros de la frontera con Brasil.
Es necesario abandonar de una vez por todas ese temor estúpido a decir la verdad

¿Difteria o histeria? La mediática desinformativa hace su trabajo

A pesar de los brotes recurrentes en el vecino país, allá las campañas mediáticas histéricas no existen. Caso contrario aquí en Venezuela. El 28 de septiembre de este año es la fecha en que comienza a tenerse información no oficial sobre supuestos casos de difteria que ingresaron a hospitales públicos del municipio Caroní provenientes del municipio Sifontes en el estado Bolívar. El medio que más ha publicado notas con respecto al tema ha sido el portal web antichavista El Estímulo. Hasta la fecha, en ese portal pueden leerse alrededor de 16 artículos en 22 días (si contamos el primero que salió el mismo 28 de septiembre).
El interés mediático de El Estímulo nada tiene que ver con la denuncia, o con la investigación periodística, de hecho ni siquiera tiene que ver con el periodismo.
El Estímulo, así como también Tal Cual o Runrunes, para hablar del tema se nutren exclusivamente de los reportajes que suministra El Correo del Caroní, periódico del estado Bolívar que desde que comenzó a documentar la situación lo ha hecho predominando el uso de la frase "casos sospechosos" en el desarrollo de sus notas, aunque utilicen titulares tan alarmantes como "Gobierno oculta que han muerto 17 niños por difteria en el estado Bolívar".
Al hacer una rápida revisión de ese artículo, llama la atención que, para confirmar lo que aseguran en su titular, se basan en declaraciones anónimas de médicos y en supuestas palabras de la coordinadora del Programa Ampliado de Inmunización del Ministerio de Salud en Bolívar, Marisol Escalona, quien según ellos dijo: "no se puede informar nada porque eso va contra la revolución". También aparece reflejado el pronunciamiento de la Sociedad Venezolana de Salud Pública y la Red Defendamos la Epidemiología quienes aseguran que hay casos sospechosos desde abril de este año.
Van a continuación todas las preguntas de rigor:
¿Si la Sociedad Venezolana de Salud Pública y la Red Defendamos la Epidemiología tenían datos confirmados con pruebas serológicas, por qué no las mostraron? ¿Por qué resumieron la alerta a una publicación en medios abiertamente antigobierno? ¿Los temas de la salud pública no son para trabajarlos en conjunto con el Estado? ¿Cómo es que sus investigaciones, si es que verdaderamente las hicieron, no aparecen reflejadas en las principales revistas epidemiológicas del mundo? ¿No sería la muerte por difteria de 17 niños, lo suficientemente importante como para alertar a todas las organizaciones de salud? Por otra parte, si estos médicos que atendieron de primera mano los casos sospechosos tenían la certeza de que se trataba de esta enfermedad, ¿por qué reducir la alerta al anonimato o a unos cuantos tuits indignados o posteos en redes sociales? ¿Por qué no mostraron los resultados de laboratorio donde se indicara que el antígeno diftérico estaba elevado en esos pacientes? ¿Esa es la ética que rige la protección sanitaria de toda una población?
Si ellos callaron ante los primeros casos que ellos mismos afirman como reales, entonces son tan responsables de esas supuestas muertes como todos los demás que también callaron u ocultaron la información.
El Gobernador del estado Bolívar habló de casos sospechosos por difteria y de jornadas especiales de vacunación el 27 de septiembre, el 11 de octubre la ministra de Salud desmintió que hubieran ocurrido 23 muertes por difteria, habló casi un mes después de que comenzaran a publicarse todas esas notas inconsistentes sobre el tema.
Es justo aquí donde se pone de manifiesto la variable en contra: dejar toda la información sobre casos concernientes a la salud pública en manos de expertos en el sensacionalismo es un error garrafal, si se tienen sospechas o confirmación de enfermedades que pueden poner en peligro a la población es necesario decirlo, sentarse en una rueda de prensa y hablar con claridad para hacerle frente a la contrainformación, para disminuir la paranoia y atenuar el riesgo.
Ninguna de las dificultades que atraviesa Venezuela puede analizarse fuera de la lógica de asedio
Es necesario abandonar de una vez por todas ese temor estúpido a decir la verdad, de lo contrario el resultado es lo que vemos hoy en hospitales y en los medios antichavistas; mucha gente con sintomatología característica de una enfermedad, y muchos medios asegurando que es difteria sin que ninguna autoridad confirme nada.
La insistencia con que estos medios trabajan para imbuir a sus lectores en un estado de miedo o de rabia por desprotección no puede confundirse con preocupación, no podemos ser tan inocentes. Absolutamente todos los medios que siguen líneas editoriales impuestas desde el antichavismo no van a abandonar el tema sanitario en Venezuela ni la narrativa de "crisis humanitaria", esa es su tarea principal y la hacen de manera muy eficaz. Además, el estado en el que se encuentran varios hospitales y centros de atención en el país les deja más fácil el trabajo.

Los virus de la guerra y nosotros en ella

Como lo detallamos al principio, continuamente están reapareciendo en el mundo enfermedades que se creían erradicadas, o cepas de microorganismos más resistentes a viejas fórmulas antibióticas, hay virus que tuvieron que cruzar dos océanos enteros hasta llegar a nuestras tierras, como por ejemplo el Chikungunyá. Hay sectores económicos que rigen diversos campos farmacéuticos y biológicos del planeta, aliándose para diseminar el virus del Zika en diversos países, como lo hicieron a finales del año pasado y principios de este y de los cuales en Venezuela se reportaron muchos casos. Son problemas estructurales en los que influyen muchos sectores de poder, eso hace que sus soluciones no dependan exclusivamente de acciones gobierneras.
Ninguna de las dificultades que atraviesa el Estado venezolano puede analizarse fuera de la lógica de asedio. Ya sea esta financiera, mediática, económica, política o sanitaria, todas las agresiones por las cuales hemos atravesado desde la llegada del chavismo al poder, han estado signadas por algún componente de guerra. Es por ello que -sin ningún tipo de alarde- el Ceofanb ha custodiado la entrega de vacunas a los centros de vacunación dispuestos en todo el estado Bolívar, esto obedece al conocimiento institucional sobe la guerra no convencional que se impone día a día sobre nuestro país.
Efectivos de la Fuerzas Armadas Bolivariana de Venezuela (FANB) comprenden el estadio en el que se encuentra la amenaza de difteria, pero el abordaje que les corresponde a ellos es distinto, es bajo estrategias militares. Las políticas sanitarias en salud y el procedimiento militar no pueden estar divorciadas cuando de proteger a la población se trata. Es bajo la concepción de guerra que puede entenderse el pliegue de la FANB a esta tarea epidemiológica. La guerra bacteriológica no es un cuento de camino, y en nuestra FANB lo saben.
Con la misma velocidad que varían los métodos de guerra, hay corporaciones trabajando para desarrollar enfermedades y costosas curas, hay virus mutando y reproduciéndose en países cercanos gracias a la voracidad del cambio climático, pero nadie habla de estos aspectos cuando tienen la facilidad de culpar únicamente a los gobiernos de esos países. De este lado, la defensa con astucia se hace impostergable.

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