INVESTIGACIÓN ESPECIAOCTUBRE 30 DE 2018, 3:40 PM
Las relaciones entre Venezuela y Brasil fueron reimpulsadas por Hugo Chávez y Lula da Silva mediante una alianza estratégica que miraba hacia la configuración de un continente con proyecto y actores propios. ¿La victoria de Jair Bolsonaro el domingo podría cambiar esta orientación y marcar un giro?
Algunos hitos históricos: entre la buena vecindad y la neutralidad
Aun cuando fueron discretas, las relaciones de Venezuela y Brasil datan desde la época de la revolución independentista. En ese entonces, el Imperio del Brasil mantuvo una posición neutral durante la guerra emancipatoria contra España.
Cuenta el historiador venezolano Luis Salcedo Bastardo que Simón Bolívar en 1830 recibió a un representante diplomático del Imperio brasileño en medio del entorno adverso por el que pasaba Venezuela, devastada por 20 años de guerra, que buscó así la distensión de sus indisposiciones con el vecino y pasó a concebir a Brasil como garante del orden republicano regional, siempre y cuando el gobierno imperial fuese guiado por los preceptos liberales constitucionales. El enviado brasileño tenía instrucciones de dar pruebas sinceras de la amistad imperial y de la disposición de Brasil de abrazar la causa americana.
Luego, a partir de la mitad de ese siglo, Brasil formó parte de la articulación de un sistema de relaciones internacionales en su frontera norte cuya dinámica de alianzas coyunturales lo involucraron con Venezuela, Gran Bretaña y Estados Unidos. Esto generó, como efecto secundario, el acercamiento entre Caracas y Río de Janeiro.
Uno de los factores que intervino en la maduración del tratado de límites y navegación entre Venezuela y Brasil fue la adopción de la estrategia para la internacionalización del río Amazonas. Del mismo modo, desde el momento en que ambos países firmaron el acuerdo de 1859, se negoció un único tratado sobre límites y navegación fluvial; los límites naturales fueron valorizados, de acuerdo a la definición de las cordilleras, ríos y otras referencias naturales como marcos indiscutibles de territorialidad de ambas naciones.
Brasil estuvo involucrado en la disputa como administrador de los intereses de ambas partes luego de que las potencias mundiales bloquearon navalmente a Venezuela durante el gobierno de Cipriano Castro. En 1908, Jacob Sleeper, entonces encargado de negocios ad ínterim de Estados Unidos, informó que la presencia de un representante de Estados Unidos ya no sería útil, por lo que decidió cerrar la delegación y poner "sus intereses, propiedad y archivo en Venezuela en manos del representante del Brasil, país que afablemente ha consentido en encargarse de ellos".
Ese tramo histórico culminó con la firma de un modus vivendi el 11 de junio de 1940 que buscó regular el comercio entre Venezuela y Brasil. Consistía en otorgar un trato recíproco e incondicional de nación más favorecida a ambos y produjo aumento del flujo de comercio entre los dos países.
En febrero de 1963, ocho miembros de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) tomaron el control de la nave de la marina mercante venezolana "Anzoátegui" en el puerto de La Guaira para llamar la atención del mundo hacia su causa revolucionaria. El barco tenía como destino Cuba. La posición de Brasil fue neutral, su embajador de entonces dijo que estaba "convencido de que sería fuente de problemas para Brasil" el establecimiento de una "dictadura de izquierda o de derecha" en Venezuela y que, por lo tanto, "estaremos sirviendo a nuestro mejor interés dando, en lo que esté a nuestro alcance, el apoyo a la consolidación de un gobierno constitucional en este país". Esto causó incomodidad al gobierno venezolano.
En marzo de ese mismo año se sucedieron eventos disruptivos a lo interno de Brasil promovidos desde Estados Unidos, renuncias en el gabinete ejecutivo, conspiraciones políticas, sucesivas crisis militares y graves dificultades económicas que llevaron al dramático derrocamiento del presidente João Goulart.
En abril de 1964, Venezuela suspendió las relaciones diplomáticas a causa de la turbulencia política brasileña, las exigencias del sistema interamericano en garantizar la libertad y la democracia, y el respeto a la "política exterior de principios", especialmente de la doctrina Betancourt. Las relaciones se restablecieron en 1966.
Flujos económicos: de lo energético a lo geoestratégico
Durante los siguientes 30 años, Venezuela fue clave para Brasil (en particular durante la crisis petrolera de los 70), las relaciones se centraron en construir un eje energético que se concretó en la construcción de una planta, que debía producir entre 540 y 1300 megavatios de potencia, con la participación de Brasil en la construcción, para la interconexión eléctrica entre el estado Bolívar en Venezuela y el estado de Roraima en Brasil, así como el proyecto de construcción de la refinería Abreu e Lima en Pernambuco.
En las administraciones de Hugo Chávez y Luiz Inácio Lula da Silva, entre 2003 y 2010 se consolidaron las relaciones bilaterales entre Venezuela y Brasil en una "alianza estratégica" basada en el diálogo político, la expansión del comercio de bienes y servicios y la integración de la infraestructura. De los 800 millones de dólares que intercambiaban en 2003, Brasil pasó a exportar 2.9 mil millones de dólares a Venezuela e importó 528 millones, lo que representó un aumento significativo del comercio en relación al total de 2005.
En 2007 comenzaron los encuentros presidenciales trimestrales, que se prolongaron hasta 2010, lo geoestratégico se consolidó en la sustitución de uno de los ejes de integración de la IIRSA (Iniciativa para la Integración Regional Sudamericana), la implementación de proyectos de desarrollo integral buscando la integración del sistema de transporte terrestre, fluvial y aéreo, la integración energética eléctrica y la posible construcción de un Gasoducto del Sur para interconectar Venezuela, Brasil y Argentina.
La visión de un espacio económico común en el norte de Brasil y el sur de Venezuela es de importancia geoestratégica, según el relatorio del IPEA de mayo de 2011. El análisis, que trascendía a lo meramente extractivo, destaca la cantidad y calidad de los recursos que posee la región, entre los que incluye biodiversidad, cuencas hidrográficas, energía y mineral de hierro, entre otros, despierta diversos intereses y enfrenta una creciente complejidad de actores.
El eje Amazonia-Orinoco posibilita la aproximación de Brasil con los países de la cuenca del Caribe en un contexto en que la política externa para la integración regional amplía su área de actuación de América del Sur hacia otras regiones de América Latina y del Caribe. De allí que esa nueva frontera se enmarca con la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), impulsada por Brasil en el mismo periodo.
¿Venezuela como primera línea de defensa para Brasil?
En el territorio venezolano están la primera reserva de petróleo del mundo, la tercera de bauxita, la cuarta de oro, la sexta de gas natural y la décima reserva de hierro. Además, en Roraima (estado brasileño) yacen importantes reservas de oro, niobio, estaño, torio, cobalto, molibdeno, diamantes, uranio y titanio.
La relación entre ambos países ha buscado darle mayor densidad económica, demográfica y política a esta zona por su importancia geoestratégica para el continente. La alianza fraguada entre Chávez y Lula privilegió la integración productiva en agroindustria, construcción civil, minerales y metalmecánica, además de la cooperación entre las zonas francas de Manaos y Puerto Ordaz.
A través de la articulación de las cadenas productivas de ambos países, Brasil ha aportado la promoción del desarrollo industrial de Venezuela para la superación de nuestra dependencia de petróleo, importaciones de alimentos y de la mayor parte de los productos industrializados. Además, ocupando la zona fronteriza es posible responder al Plan Colombia diseñado por el Comando Sur, su zona de expansión natural son la Amazonia, la cuenca de los ríos Orinoco y Amazonas y la región andina.
La fuerte relación económica de Venezuela con China y el abastecimiento de armamento ruso no han mermado su alianza con Brasil, menos la cooperación en proyectos de equipamiento e infraestructura militar. En 2012, el periodista Raúl Zibechi reseñaba dos declaraciones desde Estados Unidos que son elocuentes respecto al significado de las relaciones diplomáticas de Venezuela para las pretensiones subimperiales de Brasil:
- Evan Ellis, del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa, adjunto al Pentágono, declaraba sobre las relaciones sino-venezolanas: "En la era de la globalización, tener como consejeros a banqueros chinos es el equivalente de tener consejeros militares de la Unión Soviética en Cuba y Nicaragua durante la Guerra Fría". (Miami Herald, 9/7/12).
- ¿Será por eso que militares brasileños celebran el ingreso de Venezuela al Mercosur, a la que consideran la primera línea de defensa de Brasil? (Defesanet, 25/6/12).
Una frontera extensa, una problemática común
Venezuela y Brasil comparten una frontera de 2 mil 199 kilómetros. En los últimos años la situación social en esta zona se ha vuelto compleja en el ámbito sanitario debido a la presencia de enfermedades endémicas de Brasil como la difteria que ha impactado a la población venezolana. Además está el dispositivo mediático orquestado por el gobierno de Temer, en el marco del asedio diseñado desde Washington, que ha escenificado una diáspora venezolana con el apoyo de ACNUR. Miles de los venezolanos utilizados para este fin han regresado a su país.
Los males que afectan a esta zona van desde la tala y quema indiscriminada y la minería ilegal hasta el tráfico y contrabando de gasolina, drogas, animales exóticos y madera. El problema de la minería ilegal es transversal a lo social, económico, ambiental y de seguridad, múltiples actores se mueven dentro de esa actividad mediante redes y mafias dedicadas al contrabando de oro, diamante, combustible e incluso al tráfico de personas.
Entre Brasil y Venezuela se calculan más de 80 mil garimpeiros involucrados en la actividad minera ilegal, aterrorizando y desplazando a la población indígena, con una logística de más de 300 pistas "clandestinas" que sirven de tráfico a más de 800 aerotaxis, operan unas 10 mil máquinas de extracción y más de 2 mil dragas que lavan el suelo de los ríos para sustraer el oro. Cifras oficiales declaran que se extraen alrededor de 60 toneladas anuales de oro, otros reportan hasta 200 toneladas por año. El financiamiento proviene de grandes transnacionales de la minería aurífera instaladas en Bélgica, Canadá, Inglaterra, Holanda, Estados Unidos, Brasil, Colombia, Guyana, Uruguay, entre otros países.
La selva y el agua son objetos de deseo de potencias mundiales. la incursión de mafias mineras que transitan hacia y desde Brasil por los estados Bolívar y Amazonas es de larga data, ya en los años 90 se atribuía sus acciones al financiamiento de corporaciones con sedes en el Reino Unido, Suráfrica y otros países. En 2015, el gobierno venezolano decretó un estado de excepción en el estado Amazonas, fronterizo con Colombia y Brasil, para combatir el paramilitarismo, el narcotráfico, el contrabando y otras actividades delictivas. Fueron halladas cantidades importantes de coltán, combustible, puertos y muelles clandestinos que servían para la extracción, sacos de cemento, motocicletas, repuestos de moto, plantas de equipos de sonido y mini laptops, entre otro tipo de artículos.
En lo que va de 2018 ha habido distintos enfrentamientos entre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y las mafias del oro que se han sumado, además, al tráfico de efectivo.
¿Podrá Bolsonaro revertir lo avanzado entre Venezuela y Brasil?
En septiembre pasado los ministros de defensa de ambos países se reunieron para tratar el tema del suministro eléctrico de Roraima y construir una agenda común para atender la migración. Asimismo el presidente Maduro se reunió con la gobernadora de Roraima, Suely Campos (quien quedó de tercera en las recientes elecciones).
Una eventual ruptura de relaciones con Venezuela y un consecuente corte del suministro eléctrico desde acá generaría un caos social a la próxima administración Bolsonaro en los estados del norte brasileño, cuyos niveles de pobreza están entre los primeros del país. Particularmente, en un estado como Roraima donde el empresario Antonio Denarium, de su coalición, acaba de ganar de manera holgada. Ya rápidamente, grupos de venezolanos que migran por Brasil se enfrentan a restricciones de paso tras la elección del nuevo gobernador de Roraima.
Es posible que las relaciones con Brasil se tornen agresivas dado el discurso de Bolsonaro y el contexto de hostilidad regional contra Venezuela, sumado a presiones para armar una coalición militar. De ahí que se esperarían desde algunas sanciones hasta la suma de Brasil a la agenda de la demanda ante la Corte Penal Internacional contra el presidente Nicolás Maduro.
Se torna difícil predecir si quienes respaldan política y financieramente a este nuevo gobierno permitan giros en la diplomacia, dado que muchos factores de política interna y de la geopolítica brasileña (como las relaciones estratégicas con China) influirían sobre una toma de decisiones. En este punto, la tradición de neutralidad de los militares brasileños también jugará un papel importante en el empuje de hacer girar la política exterior brasileña hacia la confrontación frontal.
En la noción subimperial del Brasil histórico no está la inestabilidad de la región. Romper con esa tradición y con la simbiosis ejército-empresarios no sería fácil y redundaría en su imagen antes de los primeros 100 días.
Lo indudable es que Estados Unidos aprovechará la victoria de Bolsonaro para sumar a Brasil a su agenda golpista e intervencionista, eso si las elecciones de medio término lo permiten.
La expectativa gira en torno a si las élites brasileñas que acompañaron a Bolsonaro asumirían una tarea tan costosa que afecte la hegemonía que vienen construyendo.
Ya en las primeras de cambio, Jair Bolsonaro rechazó la idea de una intervención en Venezuela, seguido de Colombia, ante una polémica publicación de Folha Sao Paulo que afirmó que ambas naciones discutían planes para una agresión bélica contra el país.
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