El 24 de junio la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda (popularmente conocida como La Carlota) fue nuevamente escenario de ataques violentos por parte de grupos armados de la oposición venezolana.
La "protesta pacífica" convocada por la oposición venezolana a nivel nacional, bajo la consigna "Detengan la violencia y pónganse del lado del pueblo", tenía como objetivo asediar y ejercer presión sobre distintas bases militares del país, en el marco de una nueva etapa de violencia armada que comprende la provocación y posterior enfrentamiento directo contra fuerzas militares.
Así lo han definido las principales vocerías políticas del antichavismo, quienes luego de no poder capitalizar una resolución antivenezolana en la Reunión de Cancilleres y Asamblea General de la OEA, establecen (manipulando la esencia del artículo 350 de la Constitución venezolana) como principal objetivo táctico de la agenda del golpe lograr un mayor nivel de hostigamiento (tanto mediático como en el frente callejero) sobre los componentes de la FANB.
Por esa vía no sólo pretenden inhibir e inmovilizar su función de garantes del orden público para intensificar los focos de violencia, sino también minar las bases de apoyo del sector militar con respecto a la dirección política del Gobierno, amenazándolos con ser juzgados por crímenes de lesa humanidad y terrorismo de Estado en un hipotético gobierno antichavista.
Así como en Maracay (estado Aragua) y Naguanagua (estado Carabobo), aunque con un menor nivel de intensidad, la convocatoria opositora a la Base Aérea La Carlota derivó en grupos violentos rompiendo las rejas e ingresando en la zona de seguridad, confrontando directamente a la fuerza militar con armas artesanales tipo mortero, cócteles molotov y explosivos de distinto alcance.
En medio de los acontecimientos, dirigentes juveniles de los partidos Primero Justicia y Voluntad Popular se contradijeron unos con otros, bien para intentar desligarse de los hechos de violencia y atizar la confusión, bien para auparla y respaldarla.
Por ejemplo, el diputado por Primero Justicia Juan Requesens motivaba directamente al grupo de encapuchados diciéndoles: "Yo también quiero prender en candela esta mierda", refiriéndose a la Base Aérea La Carlota y admitiendo por la vía de los hechos que conoce a los miembros de la denominada "Resistencia".
Contradiciendo el respaldo dado por Requesens a los encapuchados, el también diputado por Primero Justicia José Manuel Olivares, afirmó que "todo el que se meta a esa base militar es un infiltrado", complementando con que "nunca nos hemos planteado ingresar a ninguna base militar". Las palabras de Olivares no fueron atendidas por las fuerzas de choque quienes al final ingresaron y propiciaron el choque con las fuerzas militares.
De igual forma el diputado por Voluntad Popular, Juan Andrés Mejía, aclaró que "nuestra lucha es absolutamente pacífica", minutos antes de que los encapuchados ingresaran a la Base Aérea.
No sólo quedan demostradas las contradicciones dentro de la dirigencia cuando las manifestaciones se tornan violentas, sino el uso premeditado de la palabra "infiltrado" (chavista, por supuesto), a modo de barajita, cuando los costos políticos que deben asumir luego de cada protesta se vuelven demasiado altos.
Para rematar Freddy Guevara exigió que los "manifestantes" deben evitar formar parte de los focos de violencia al culminar las protestas, especialmente para mantener la integridad física de quienes lo hacen pacíficamente, negando por elevación la existencia de los supuestos "infiltrados".
Reconociendo que la incursión de estos grupos violentos forma parte de la estrategia opositora, dejando a los "pacíficos" como extras para los fotorreporteros de la prensa internacional y para preparar la mutación del terreno civil al de la guerra urbana.
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