miércoles, 23 de abril de 2014

No fue un Jefe de Estado, pero podría ser Jefe de las Letras



ACTUALIDAD INTERNACIONAL




Amaneció muerta en Jueves Santo (…) La enterraron en una cajita que era apenas más grande que la canastilla en que fue llevado Aureliano y muy poca gente asistió al entierro (…) ese mediodía hubo tanto calor que los pájaros desorientados se estrellaban como perdigones (…)
(De "Cien años de soledad")
Especial Prensa del Sur  

Al igual que Úrsula Iguarán, su personaje principal de la novela "Cien años de soledad", Gabriel García Márquez nos dejó el pasado Jueves Santo. Al igual que ella, sus restos reposan en una pequeña cajita, puesto que fue incinerado. Al igual que ella, su sepelio se produjo con un calor sofocante, pero, al contrario que en la novela, a su despedida asistieron miles de personas. Se le han rendido honores casi de Jefe de Estado, y lo tenía merecido, pues se le podría nombrar Jefe de las Letras.

El marco de la despedida ha sido el magnífico Palacio de Bellas Artes en México DF. Una joya arquitectónica que se empezó a construir en 1904 (a cargo del arquitecto italiano Adamo Boari) en el terreno donde estuvo el Teatro Nacional, y que no se pudo acabar hasta 1934 (a cargo de Federico E. Mariscal).

En este adiós, los mexicanos se han volcado con un fervor casi místico. La mansión donde ha vivido el famoso escritor y Premio Nobel de Literatura, situada en una bella colonia (El Pedregal) del sur del Distrito Federal, ha estado permanente adornada con flores amarillas, llevadas a diario por sus admiradores; esas que García Márquez llevaba siempre prendidas en la solapa, porque creía firmemente en que ese color le daba suerte. La fachada que resguardó su intimidad y su opulenta vida también tiene flores, pero no son amarillas. Son rosadas, y se llaman azaleas.

En la explanada de Bellas Artes, hombres, mujeres y jóvenes, mucha gente joven, pasaron varias horas perfectamente ordenadas, en fila, esperando que se abrieran las puertas para dar el último adiós al escritor. Y en la espera, mucha gente mitigaba el cansancio y el calor enfrascados en la lectura de alguna de sus obras. Cientos de regazos acogían flores amarillas, cuyo destino era la urna (sencilla, de madera sin labrar) con sus cenizas, que se exhibía en el vestíbulo del Palacio, donde la viuda, Mercedes Barcha, los hijos (Rodrigo y Gonzalo) y sus cuatro nietos daban la bienvenida a todos los ciudadanos. A nadie se le impidió entrar.

El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, y el colombiano, Juan Manuel Santos, junto con el máximo responsable de Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), Rafael Tovar, han estado al frente de la representación oficial. Por cierto, quien no ha estado allí, pero sí dio el pésame a la familia, fue el expresidente Carlos Salinas de Gortari. Estuvo en la residencia familiar el sábado pasado, sobre las 3 de la tarde y, a la salida, atendió a los medios que hacen guardia en la calle desde que se supo el deceso. Según comentó un reportero, Salinas les contó que García Márquez tuvo un papel importante como mediador en la crisis de los balseros de 1994, que involucró a los gobiernos de Cuba, de México y de Estados Unidos.


Homenaje de los presidentes de México y Colombia
Homenaje de los presidentes de México y Colombia
Fachada de la mansión del escritor, en México D.F.
Fachada de la mansión del escritor, en México D.F.


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Lic. Ángel Cristóbal
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