08:40 AM / 26/12/2017-Agencias
Agencias
El desasosiego, la intranquilidad, la falta de ánimo…todas ellas son sensaciones que alguna vez en la vida, cualquier persona ha experimentado. Lograr un equilibrio es el reto, lograr bienestar emocional y espiritual nos dará tranquilidad.
Las preocupaciones del día a día pueden llevarnos a vivir diferentes situaciones bastante angustiosas que nos absorberán una gran parte de la energía mental y nos agotarán los recursos que pudiéramos tener destinados a lo que verdaderamente es importante, por lo que es necesario transformar todas esas experiencias negativas en positivas.
Para ello en primer lugar hay que conocer el origen del problema que nos inquieta. Y es que cuando se pasa una etapa de intranquilidad es importante darse permiso para sentir esas emociones tan humanas como puede ser la impotencia, la decepción, la envidia o el miedo. Conocer primeramente y aceptar después el origen de todas esas sensaciones nos permitirán desatar ese nudo interior.
Hay que tomar el control de la mente ya que los pensamientos son los que dirigen todas nuestras emociones. Una vez se tiene claro lo que sucede, hay que buscar el bienestar interior rechazando las ideas negativas y centrando toda nuestra atención en los pensamientos positivos. Una buena idea es proponerse retos futuros aunque sean a corto plazo.
Sufrir en balde es una auténtica pérdida de tiempo pero algunas veces se hace de forma inconsciente. Es necesario dar a cada problema solamente la importancia que se merece. Si lo hacemos así, sufriremos mucho menos al ver las cosas de una manera mucho más equilibrada y objetiva, enfocando la mente hacia algo placentero y obtener paz.
La paz interior es aquella certeza, impalpable pero real, de bienestar emocional y espiritual. Es la tranquilidad profunda que nos llega cuando somos capaces de desconectarnos de la terrible batalla que mantenemos con nosotros mismos, esa batalla de los pensamientos inquietantes y perturbadores. La paz interior se convierte en una realidad cuando decidimos trasladarnos de la tristeza y las preocupaciones a la tranquilidad y la dicha. Si queremos llegar a esas realidades positivas, es necesario desbaratar algunos de los obstáculos personales que nos subyugan, como lo son el miedo al futuro y las lamentaciones sobre el pasado. Debemos abandonar los antiguos equipajes con sus monstruos adentro.
El viaje completo a la paz interior empieza cuando evadimos los caminos de la envidia y del qué dirán, los desvíos de la impaciencia y las calles sin salida de la terquedad y la ignorancia.
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