domingo, 1 de febrero de 2015

Vuelven las Amenazas en Colombia

                    

Rafael Grimaldos                                                      
         
En los últimos meses se han hecho públicas una serie de amenazas a periodistas y comunicadores populares, hombres y mujeres  que desarrollan programas de radio, periódicos  locales o virtuales, llegando hasta medios de mayor cobertura como canal capital, personalidades como la ex senadora Piedad Córdoba o senadores como Iván Cepeda. También se reactivó el amedrentamiento contra defensores de Derechos Humanos, dirigentes sindicales, populares y activistas políticos de oposición.

Estas amenazas han sido firmadas por grupos paramilitares, principalmente por  las Águilas Negras, enviadas de forma masiva por la web, acompañadas por amenazas telefónicas e incluso por sufragios enviados a los domicilios de los amenazados. En Colombia se conoce que las Águilas Negras son la fachada que utilizan las fuerzas armadas estatales para aplicar la guerra sucia y el Terrorismo de Estado.

El terrorismo se volvió política oficial del Estado, por mandato del Pentágono y su doctrina de Guerra de Baja Intensidad. Allí se orienta que para acabar con las guerrillas, había que aniquilar la base social que le sirviera de apoyo y para realizar ese genocidio se crea el paramilitarismo, que se financia con el narcotráfico.

Aunque la violencia estatal contra la población se implementa desde los años 40 del siglo pasado, es a partir de los años 80 que se recrudece la última fase de Terrorismo de Estado que se mantiene hasta nuestros días. Especial saña se ha desatado contra las organizaciones sociales y políticas de posición. Así fueron asesinados más de 10 mil militantes de izquierda, miembros de sindicatos,  estudiantes, campesinos, organizaciones barriales, etc.,  llegando al extremo de eliminar a partidos políticos como fue la Unión Patriótica, A Luchar y el Frente Popular.

Colombia ha sufrido un verdadero holocausto con cerca de un millón de asesinatos, más de 150 mil personas desaparecidas, más de 7 millones de desplazados,  algunos de ellos se encuentran en países vecinos y la gran mayoría se encuentra en las grandes ciudades de la misma Colombia. Con estos antecedentes de sangre, cualquier amenaza de los paramilitares se toma en serio, por esto,  ser amenazado en Colombia tiene graves consecuencias, genera miedo y zozobra, destierro y desarraigo para quien recibe la amenaza y se extiende a su  familia.

Ante este gigantesco drama que padecen los colombianos,  ¿cómo reacciona el país frente a la nueva ola de amenazas?:

El gobierno delega en la Unidad de Protección  de Victimas, la atención de los amenazados, estudio que demora varios meses y que normalmente termina con una carta dirigida a la policía del sector donde habita la víctima; son miles las denuncias de amenazas que reposan en las oficinas, sin investigar quién las profirió y mucho menos hallar culpables.

La derecha no se pronunció, antes por el contrario denunció hace poco una supuesta amenaza que se la indilga a las FARC contra la Senadora del Centro Democrático María Fernanda  Cabal, inmediatamente las FARC desmintió la autoría de esta amenaza. Esto suena a una auto amenaza o un falso positivo informático, en la lógica que, si a los uribistas también los amenazan, entonces ellos no tienen ninguna responsabilidad con las otras amenazas.

El  país ya conoce el proceder del Centro Democrático y su jefe Álvaro Uribe Vélez, mentir, desinformar, crear falsos atentados, contratar hackers, chuzar llamadas telefónicas, mentir y recurrir a la propaganda sucia y los montajes para ocultar la realidad que vive el país. El conjunto de la población padece los afanes económicos, el control y la desinformación a que son sometidos los colombianos por parte de los medios de comunicación.

Está evidenciado que el uribismo está comprometido con el narco paramilitarismo y la guerra sucia. También han desarrollado una abierta cruzada contra los diálogos que adelanta el gobierno con las guerrillas. Esta nueva campaña de amenazas hace parte del clima de zozobra que está generando la extrema derecha para sabotear los diálogos con la insurgencia.

El Terrorismo de Estado sigue siendo la nefasta realidad de Colombia, masacres, amenazas, destierro, tiempos de olvido y mentir. Sólo la persistencia, la denuncia y la lucha de los pueblos será capaz  de construir un escenario de paz y armonía, con mejores condiciones de vida y El Ejército de Liberación Nacional acompaña esta lucha para que por fin podamos construir una Nueva Nación.




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