http://www.colombiainforma. info/cultura/162-medios-de- comunicacion/1819-jose- ignacio-lopez-vigil-las- radios-comunitarias-y- alternativas-tienen-una- mision-urgente-inaplazable-en- la-colombia-de-hoy-en- visperas-de-acuerdos-de-paz
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- | Publicado el día Jueves, 30 Octubre 2014
la Comunicación es el tema propuesto por la Fundación Rosa Luxemburg, la Corporación Memoria y Saber Popular, la Secretaría de la Universidad pedagógica Nacional y La Agencia de Comunicación de los PueblosColombia Informa. Este conversatorio se realizará el próximo 31 de octubre en Bogotá. Entrevistamos al cubano José Ignacio López Vigil, una autoridad en comunicación radial y actualmente director y fundador de Radialistas Apasionados y Apasionadas.
El conversatorio tendrá lugar en la sala Mercedes Carranza del Centro Cultural Gabriel Betancur en la Universidad Pedagógica Nacional y contará con la participación del Colectivo Quac de la misma universidad, el experto en comunicación Radial, José Ignacio López Vigil y un representante de la Corporación Memoria y Saber Popular. En diálogo con Colombia Informa, Vigil hizo un recorrido por el proceso de la comunicación radial en América Latina, los diferentes desafíos que debe afrontar este espacio con relación a la oferta comercial y el papel de las radioemisoras en el contexto colombiano.
Colombia Informa: Teniendo en cuenta que usted es considerado el padre de la comunicación radial alternativa en América Latina, ¿cómo viene el proceso de la comunicación radial en América Latina con respecto al proceso que usted inició años atrás?
José Ignacio López Vigil: Ningún padre. La comunicación radial alternativa latinoamericana nació cuando yo era un bebé apenas. La primera radio fue La Voz del Minero, en el campamento Siglo XX, en Bolivia, alturas de Potosí. Los mineros la inauguraron un 1 de mayo de 1947. Luego fue Radio Sutatenza en Colombia. Y luego fueron centenares de organizaciones, comunidades campesinas y barriales, sindicatos, ONG´s, grupos que decidieron ejercer el derecho a la comunicación, a tener palabra pública y propia. En estos casi 70 años de comunicación comunitaria y popular hay experiencias altamente significativas como Radio Venceremos en El Salvador y muchas otras en todos los países de la Patria Grande. Hoy hemos avanzado en algunos países (Uruguay, Argentina, Bolivia, Ecuador) en cuanto a leyes democratizadoras del espectro radioeléctrico.
C.I.: ¿Es posible hacer radio en América Latina, como proceso de construcción popular y alternativa con la capacidad de ofrecer programas que le hagan frente a la oferta comercial?
J. I. L V.: No solo es posible, es lo que se ha estado haciendo durante años y en muchos países. Por supuesto, el reto ha sido y sigue siendo ofrecer programas que combinen los contenidos con las formas. Aburrir con contenidos pesados, ladrilludos, es muy fácil. Entretener banalmente, cediendo a los criterios comerciales, a la frivolidad, es también fácil. El desafío es matrimoniar los temas sociales en formatos atractivos. Educar entreteniendo. Entretener educando.
C. I: ¿Cuál cree usted que debe ser el papel de las radioemisoras en un país como Colombia, que lleva un proceso de confrontación armada por cincuenta años entre Estado y guerrillas, las cuales se encuentras en diálogos de paz?
J. I. L.V.: Creo que las radios comunitarias y alternativas tienen una misión urgente, inaplazable, en la Colombia de hoy, en vísperas de acuerdos de paz. El primer reto, como siempre, será dar voz a todos los sectores. Que todos puedan opinar y sus opiniones se respeten. Pero no basta. Hay que producir contenidos de buena calidad que promuevan los valores de tolerancia, de respeto, de consensos, de atender más a las semejanzas que a las diferencias. A un amigo colombiano le escuché: “Siempre nos enseñaron que había que amar a los semejantes. Es a los diferentes a quienes hay que amar.” Esta producción de contenidos debe hacerse en red, intercambiando los programas entre todas las emisoras que le apuesten a la paz. Por cierto, los formatos dramatizados me parecen especialmente aptos para favorecer valores de paz.
C. I.: ¿Cuáles son las fortalezas, limitaciones y debilidades de las radioemisoras, según su percepción en los países de América Latina?
Debilidades hay muchas. La primera, que todavía prevalecen leyes discriminadoras que obligan a Radialistas a transmitir clandestinamente. El caso de México es patético. Otro problema grave es la sostenibilidad de las emisoras comunitarias. En muchos países las estrangulan con prohibiciones publicitarias. A veces, a los compañeros y compañeras no se les ocurre entender que una radio es más que una radio. Es una empresa social y puede tener emprendimientos de muchas clases para generar ingresos propios. A esto se suma un concepto que se va superando más y más, pero que estuvo presente: la idea de que lo popular es lo de segunda clase, lo mal terminado, lo pesado. Necesitamos programa de excelente calidad. Necesitamos competir.
Fortalezas tenemos muchas también. Muchas radios comunitarias están haciendo un uso excelente de las tecnologías modernas no solo para la producción sino para el intercambio. También muchas han descubierto el software libre (y también la cultura libre) como camino para mejorar calidad y romper dependencias. Algunas están recuperando formatos olvidados que son de gran aceptación popular (radiodramas, debates, consultorios, etc). Y lo más importante: muchas emisoras están haciendo una opción clara contra el extractivismo y confrontando las políticas neoliberales (y otras que se disfrazan de progresistas, pero que siguen depredando a la Madre Tierra). En fin, sería largo de hablar de las debilidades. Y todavía más largo, de las fortalezas. Porque las radios comunitarias gozan de muy buena salud en la mayoría de nuestros países.
Colombia Informa: Teniendo en cuenta que usted es considerado el padre de la comunicación radial alternativa en América Latina, ¿cómo viene el proceso de la comunicación radial en América Latina con respecto al proceso que usted inició años atrás?
José Ignacio López Vigil: Ningún padre. La comunicación radial alternativa latinoamericana nació cuando yo era un bebé apenas. La primera radio fue La Voz del Minero, en el campamento Siglo XX, en Bolivia, alturas de Potosí. Los mineros la inauguraron un 1 de mayo de 1947. Luego fue Radio Sutatenza en Colombia. Y luego fueron centenares de organizaciones, comunidades campesinas y barriales, sindicatos, ONG´s, grupos que decidieron ejercer el derecho a la comunicación, a tener palabra pública y propia. En estos casi 70 años de comunicación comunitaria y popular hay experiencias altamente significativas como Radio Venceremos en El Salvador y muchas otras en todos los países de la Patria Grande. Hoy hemos avanzado en algunos países (Uruguay, Argentina, Bolivia, Ecuador) en cuanto a leyes democratizadoras del espectro radioeléctrico.
C.I.: ¿Es posible hacer radio en América Latina, como proceso de construcción popular y alternativa con la capacidad de ofrecer programas que le hagan frente a la oferta comercial?
J. I. L V.: No solo es posible, es lo que se ha estado haciendo durante años y en muchos países. Por supuesto, el reto ha sido y sigue siendo ofrecer programas que combinen los contenidos con las formas. Aburrir con contenidos pesados, ladrilludos, es muy fácil. Entretener banalmente, cediendo a los criterios comerciales, a la frivolidad, es también fácil. El desafío es matrimoniar los temas sociales en formatos atractivos. Educar entreteniendo. Entretener educando.
C. I: ¿Cuál cree usted que debe ser el papel de las radioemisoras en un país como Colombia, que lleva un proceso de confrontación armada por cincuenta años entre Estado y guerrillas, las cuales se encuentras en diálogos de paz?
J. I. L.V.: Creo que las radios comunitarias y alternativas tienen una misión urgente, inaplazable, en la Colombia de hoy, en vísperas de acuerdos de paz. El primer reto, como siempre, será dar voz a todos los sectores. Que todos puedan opinar y sus opiniones se respeten. Pero no basta. Hay que producir contenidos de buena calidad que promuevan los valores de tolerancia, de respeto, de consensos, de atender más a las semejanzas que a las diferencias. A un amigo colombiano le escuché: “Siempre nos enseñaron que había que amar a los semejantes. Es a los diferentes a quienes hay que amar.” Esta producción de contenidos debe hacerse en red, intercambiando los programas entre todas las emisoras que le apuesten a la paz. Por cierto, los formatos dramatizados me parecen especialmente aptos para favorecer valores de paz.
C. I.: ¿Cuáles son las fortalezas, limitaciones y debilidades de las radioemisoras, según su percepción en los países de América Latina?
Debilidades hay muchas. La primera, que todavía prevalecen leyes discriminadoras que obligan a Radialistas a transmitir clandestinamente. El caso de México es patético. Otro problema grave es la sostenibilidad de las emisoras comunitarias. En muchos países las estrangulan con prohibiciones publicitarias. A veces, a los compañeros y compañeras no se les ocurre entender que una radio es más que una radio. Es una empresa social y puede tener emprendimientos de muchas clases para generar ingresos propios. A esto se suma un concepto que se va superando más y más, pero que estuvo presente: la idea de que lo popular es lo de segunda clase, lo mal terminado, lo pesado. Necesitamos programa de excelente calidad. Necesitamos competir.
Fortalezas tenemos muchas también. Muchas radios comunitarias están haciendo un uso excelente de las tecnologías modernas no solo para la producción sino para el intercambio. También muchas han descubierto el software libre (y también la cultura libre) como camino para mejorar calidad y romper dependencias. Algunas están recuperando formatos olvidados que son de gran aceptación popular (radiodramas, debates, consultorios, etc). Y lo más importante: muchas emisoras están haciendo una opción clara contra el extractivismo y confrontando las políticas neoliberales (y otras que se disfrazan de progresistas, pero que siguen depredando a la Madre Tierra). En fin, sería largo de hablar de las debilidades. Y todavía más largo, de las fortalezas. Porque las radios comunitarias gozan de muy buena salud en la mayoría de nuestros países.
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