15-12-17.-Efraín Campos Flores entró al juzgado de la corte Sur de Nueva York le sonrió a su esposa, Jessair del Valle Rodríguez, que estaba en primera fila, le guiñó el ojo y lanzó un beso al aire. Franqui Flores de Freitas se mostró mucho más serio. El juez Paul Crotty les impondría una condena de 18 años (216 meses) de prisión, sin posibilidad de libertad condicional, y el pago de una multa de 50 mil dólares a cada uno.
Vestidos con los usuales atuendos de prisión -pantalón y camisa azul oscuro y los pies esposados- afirmaron sentirse arrepentidos de todo el daño causado y pidieron perdón públicamente. Los sobrinos de Cilia Flores, primera dama de Venezuela, fueron hallados culpables de conspirar para traficar 800 kilogramos de cocaína que iban a ser distribuidos en Estados Unidos.
El primero en tomar la palabra fue Campos Flores. Le agradeció la oportunidad al juez de hablar y el respeto con el que los han tratado a ambos. “Sé que he cometido errores terribles en este caso… perdí de vista lo más importante para mí”, señaló el joven de 31 años.
Agradeció a su esposa por el amor y apoyo que le ha dado durante su vida juntos y le dijo que la amaba con toda el alma. Volvió a pedir disculpas por no estar presente durante el nacimiento de su hijo y dijo que eran: “la luz más brillante en la noche más oscura”.
Compartió con los asistentes -familiares, periodistas y curiosos- sus vivencias. Explicó que cuando llegaron a Estados Unidos no sabían prácticamente nada de las leyes ni del idioma y que se ha esforzado por entenderlos. Reiteró que está avergonzado y arrepentido por todo el daño y sufrimiento causado.
Aunque toda su intervención la hizo en español coló algunas palabras en inglés. Ya para finalizar volvió a agradecer a “su señoría” por el respeto con el que los trataron y se mostró confiado en que sería justo con la sentencia.
Luego le tocó el turno a Franqui Flores. Hombre de pocas palabras, dijo que era bueno mostrando emociones a través de acciones y gestos. Reafirmó estar arrepentido por “el terrible error que cometió”, pero echó mano al argumento de que “somos humanos y cometemos errores”.
Describió la experiencia que se inició cuando fueron detenidos por la DEA en noviembre de 2015 en Haití como la más “vergonzosa” de su vida. También aprovechó que la sala estaba a casa llena para contar un poco de su historia previa. Aseguró que nunca había tenido recursos, que hacía trabajos esporádicos para sobrevivir y que incluso a veces no tenían suficiente plata para comprar comida.
Narró cómo su papá lo botó de la casa cuando aún era un adolescente y que empezó a trabajar desde los 12 años. Su mamá falleció cuando él era un niño.
Dijo que siempre había sido “una buena persona” y aseguró que ayuda a la gente en la cárcel, que le corta el pelo a otros reclusos y que lo hace con mucho gusto. Que está aprendiendo inglés, va a la iglesia y lee la Biblia y que trata de mantenerse positivo.
También hizo mención a su hijo que nació cuando él tenía 23 años y que es lo más importante para él. Admitió estar deshecho y desconsolado de saber que no va a estar en Venezuela y que nunca ha dejado de hablarle del valor de la familia y del respeto a los demás.
Hizo un mea culpa y ofreció excusas a su familia. Se comprometió a reparar el daño que causó y le pidió al juez que le permitiera regresar a Venezuela.
La defensa hizo énfasis en los hijos pequeños que tenían ambos acusados, en busca de una sentencia reducida.
Ante estos acontecimientos, la Fiscalía insistió en otorgarles una pena de 30 años de cárcel pues consideraron que “se debe castigar este tipo de conductas”, donde se destacó la impunidad con la que se operaban en Venezuela, el uso de las instalaciones del presidente de la República, Nicolás Maduro, para cometer el delito y la intención de usar las ganancias obtenidas para mantener a su familia en el poder. Sin embargo, el juez decidió reducirlo a 18 años de prisión porque no contaban con registros criminales previos.
Los abogados defensores de los Flores calificaron a los mismos como “hombres humildes”, que habrían entrado al narcotráfico como “novatos” y terminaron cayendo en “una trampa de la DEA”.
Tras oír a ambas partes, a las 4:00pm, el juez Paul Crotty dio su veredicto. Ninguna de las dos partes se opuso al veredicto, al cual la defensa tiene la opción de apelar. Lo que sí hicieron fue pedirle a Crotty que recomendara al Buró de prisiones que Campos Flores y Flores de Freitas fueran enviados a una prisión en Florida para hacer más fácil las visitas de sus familiares. También solicitaron mantenerlos juntos.
Vestidos con los usuales atuendos de prisión -pantalón y camisa azul oscuro y los pies esposados- afirmaron sentirse arrepentidos de todo el daño causado y pidieron perdón públicamente. Los sobrinos de Cilia Flores, primera dama de Venezuela, fueron hallados culpables de conspirar para traficar 800 kilogramos de cocaína que iban a ser distribuidos en Estados Unidos.
El primero en tomar la palabra fue Campos Flores. Le agradeció la oportunidad al juez de hablar y el respeto con el que los han tratado a ambos. “Sé que he cometido errores terribles en este caso… perdí de vista lo más importante para mí”, señaló el joven de 31 años.
Agradeció a su esposa por el amor y apoyo que le ha dado durante su vida juntos y le dijo que la amaba con toda el alma. Volvió a pedir disculpas por no estar presente durante el nacimiento de su hijo y dijo que eran: “la luz más brillante en la noche más oscura”.
Compartió con los asistentes -familiares, periodistas y curiosos- sus vivencias. Explicó que cuando llegaron a Estados Unidos no sabían prácticamente nada de las leyes ni del idioma y que se ha esforzado por entenderlos. Reiteró que está avergonzado y arrepentido por todo el daño y sufrimiento causado.
Aunque toda su intervención la hizo en español coló algunas palabras en inglés. Ya para finalizar volvió a agradecer a “su señoría” por el respeto con el que los trataron y se mostró confiado en que sería justo con la sentencia.
Luego le tocó el turno a Franqui Flores. Hombre de pocas palabras, dijo que era bueno mostrando emociones a través de acciones y gestos. Reafirmó estar arrepentido por “el terrible error que cometió”, pero echó mano al argumento de que “somos humanos y cometemos errores”.
Describió la experiencia que se inició cuando fueron detenidos por la DEA en noviembre de 2015 en Haití como la más “vergonzosa” de su vida. También aprovechó que la sala estaba a casa llena para contar un poco de su historia previa. Aseguró que nunca había tenido recursos, que hacía trabajos esporádicos para sobrevivir y que incluso a veces no tenían suficiente plata para comprar comida.
Narró cómo su papá lo botó de la casa cuando aún era un adolescente y que empezó a trabajar desde los 12 años. Su mamá falleció cuando él era un niño.
Dijo que siempre había sido “una buena persona” y aseguró que ayuda a la gente en la cárcel, que le corta el pelo a otros reclusos y que lo hace con mucho gusto. Que está aprendiendo inglés, va a la iglesia y lee la Biblia y que trata de mantenerse positivo.
También hizo mención a su hijo que nació cuando él tenía 23 años y que es lo más importante para él. Admitió estar deshecho y desconsolado de saber que no va a estar en Venezuela y que nunca ha dejado de hablarle del valor de la familia y del respeto a los demás.
Hizo un mea culpa y ofreció excusas a su familia. Se comprometió a reparar el daño que causó y le pidió al juez que le permitiera regresar a Venezuela.
La defensa hizo énfasis en los hijos pequeños que tenían ambos acusados, en busca de una sentencia reducida.
Ante estos acontecimientos, la Fiscalía insistió en otorgarles una pena de 30 años de cárcel pues consideraron que “se debe castigar este tipo de conductas”, donde se destacó la impunidad con la que se operaban en Venezuela, el uso de las instalaciones del presidente de la República, Nicolás Maduro, para cometer el delito y la intención de usar las ganancias obtenidas para mantener a su familia en el poder. Sin embargo, el juez decidió reducirlo a 18 años de prisión porque no contaban con registros criminales previos.
Los abogados defensores de los Flores calificaron a los mismos como “hombres humildes”, que habrían entrado al narcotráfico como “novatos” y terminaron cayendo en “una trampa de la DEA”.
Tras oír a ambas partes, a las 4:00pm, el juez Paul Crotty dio su veredicto. Ninguna de las dos partes se opuso al veredicto, al cual la defensa tiene la opción de apelar. Lo que sí hicieron fue pedirle a Crotty que recomendara al Buró de prisiones que Campos Flores y Flores de Freitas fueran enviados a una prisión en Florida para hacer más fácil las visitas de sus familiares. También solicitaron mantenerlos juntos.
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