sábado, 12 de noviembre de 2016

ROSA MIRIAM ELIZALDE ¿Por qué fallaron las encuestas en las elecciones de EEUU?



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El 90 por ciento de los sondeos durante la jornada electoral en Estados Unidos resultaron equivocados, un fenomenal fracaso en la meca de los pronósticos y encuestas a boca de urna. Pero, ¿fue realmente un error de los encuestadores o los electores de Trump fueron demasiado astutos para obviar los sondeos?, ¿cómo se comportaron las redes sociales esta vez, que usualmente son subestimadas o sometidas a metodologías que no resisten la prueba del tiempo?
Nos hemos hecho estas preguntas en la redacción con el grupo de la Universidad de las Ciencias Informáticas encargado del desarrollo, administración y posicionamiento de Cubadebate, cuya sección de análisis de las tendencias en la web publicamos bajo el crédito colectivo de root@cd. Aquí están algunas posibles explicaciones a la pregunta que muchos se hacen:
¿Por qué fallaron las encuestas en las elecciones de EEUU?
1.- Mientras Hillary Clinton logró casi la unanimidad del periodismo en su país –y también en el exterior–, Trump la superó en las redes sociales en cantidad de seguidores y en interacciones. Para un grupo de expertos –también para el equipo desarrollador de Cubadebate– este hecho fue clave en los resultados de las elecciones y marca el inicio de una nueva era en la comunicación digital en las campañas políticas.
Si en el pasado Barack Obama fue líder en las redes y basó en ellas una buena parte de sus campañas, tanto en 2008 como en 2012, esta vez Donald Trump fue rey absoluto en ese campo. El sistema de inteligencia artificial MoglA, el cual predijo correctamente las tres últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos, eligió al candidato republicano por delante de su rival demócrata. La máquina explora y analiza la información en sitios como Google, Facebook, Twitter y YouTube para hacer sus predicciones. Según el algoritmo que utiliza, Trump superó en 25% la popularidad de Obama en las elecciones presidenciales de 2008.
“Si nos fijamos en las primarias, hubo muchos intercambios negativos alrededor de Trump. Sin embargo, cuando estas conversaciones comenzaron a acelerarse en los últimos días, esto significó una gran apertura de juego para Trump y ganó las primarias con un buen margen”, dijo el desarrollador de MoglA, Sanjiv Rai, en una entrevista telefónica con CNBC. Un comportamiento similar ha ocurrido ahora.
2.- La campaña negativa en medios tradicionales no le hizo el daño esperado al candidato republicano. Mientras que a Hillary Clinton la respaldaron 243 diarios y 148 semanarios, Trump solo recibió el apoyo de 20 diarios y 1 semanario. La proporción fue de 27 a 1, como se puede ver aquí.
Tan solo una fracción de esta cobertura negativa hubiera bastado, hace un tiempo atrás, para dañar las posibilidades de un candidato presidencial y tal vez incluso descarrilar la candidatura en su totalidad.
Si embargo, las redes sociales se comportaron de modo muy diferente. El viernes 4 de noviembre, la página de Facebook de Trump acumulaba 11,9 millones de Me gusta y su cuenta de Twitter contaba con 12,9 millones de seguidores. El número de Clinton fue de 7,8 millones y 10,1 millones. En otras palabras, a partir de ese día, Clinton tenía 53% menos Me gusta en Facebook y 27% menos seguidores en Twitter.
Donald Trump está más adelante en el compromiso total, o el número de veces que la gente interactuó con o respaldó su contenido social. En total, del 1º de enero al 6 de noviembre, Trump obtuvo 351 millones de contratos en Facebook, Twitter e Instagram. Hillary Clinton atrajo menos de la mitad del total de Trump: 145 millones.
En total, del 1º de enero al 6 de noviembre, Trump obtuvo 351 millones de seguidores en Facebook, Twitter e Instagram. Hillary Clinton atrajo menos de la mitad del total de Trump: 145 millones. Fuente: Crowdbabble.
Aunque es posible que muchos de esos seguidores se hayan sentido atraídos por la extravagancia del candidato o los escándalos, el favoritismo nunca disminuyó, ni siquiera cuando la percepción de ventaja para Clinton era abrumadora. Un post sobre un acto de campaña subido a la página de Facebook de Trump, 14 horas antes de la apertura de las urnas, acumulaba 92.000 Me gusta, 40.000 Me encanta, lo habían compartido 9.782 veces, y el video incluido lo habían visto 2.100.000 veces.
Para comparar, casi al mismo tiempo, un post en la página de Facebook de Hillary Clinton, también sobre un acto de campaña, tenía 14.000 Me gusta, 1.300 Me encanta, lo habían compartido 1.965 veces, y el video incluido había sido visto 218.000 veces.
Es decir que el post de Trump recibió 30 veces más Me gusta que el de Hillary, lo que marca una gran diferencia de intensidad en la interacción.
3.- En las redes sociales “el votante deprimido, que va a votar por compromiso como explicó Michael Moore, no vibra”. La gente visita las redes sociales varias veces al día y se informa sobre la actualidad, no como una actividad en el centro de su atención, sino como un resultado incidental de consumir Facebook, Twitter o Snapchat, generalmente en las pantallas pequeñas de sus dispositivos móviles. Este votante desmotivado –que Hillary Clinton no terminó de capitalizar– “no comparte, no difunde, no genera discurso porque no está comprometido con el debate…”, reflexionaba uno de los integrantes de nuestro equipo técnico.
Habría que añadir los desplazamientos de los usuarios, que suelen estar simultáneamente en otras redes o hacer búsquedas para completar o contrastar información, generalmente con el objetivo de reforzar la opinión que posee previamente.
El día de las elecciones, The Guardian reconocía que el mundo ha buscado en Google más veces el nombre de Donald Trump que el de Hillary Clinton, excepto durante la Convención Nacional Demócrata, cuando se hizo oficial su candidatura por el Partido Demócrata y la pausa que hizo a la campaña por problemas de salud.
Los usuarios buscaron dos veces más en Google el término Donald Trump que el de Hillary Clinton.
Los usuarios buscaron dos veces más en Google el término Donald Trump que el de Hillary Clinton.
4.- La investigadora alemana Elisabeth Noelle-Neuman demostró que “la espiral del silencio” existe y hace que los ciudadanos se abstengan de emitir su opinión si esta es percibida como minoritaria o poco popular. Los expertos coinciden en que este fenómeno incidió fuertemente en el fracaso de las encuestas que pronosticaron la victoria de Clinton, tal como ocurrió durante la votación del Brexit en Gran Bretaña.
En las encuestas, generalmente realizadas por teléfono o presencialmente, muchas personas que apoyaban a Trump no hicieron explícito su voto, por vergüenza, por presión social dado el alto repudio a las posiciones no compartidas por los medios tradicionales, o simplemente por desinterés y desconfianza en las encuestas. Durante el Brexit, la prensa británica acuñó el término de “conservadores tímidos” que identifica al votante oculto, aquel que no manifiesta su preferencia durante el período pre-elección y solo se manifiesta a través del voto secreto, en la soledad de la urna.
5.- Los métodos estadísticos de las encuestas utilizan elementos demográficos y geopolíticos para construir la muestra, mientras las redes sociales digitales están logrando una heterogeneidad difícil de estratificar. En el debate con el equipo técnico de Cubadebate, conveníamos en que los medios tradicionales sin duda lograban –en el pasado– homogeneizar matrices de opinión en comunidades cercanas, pero ya no es así.
Las encuestas de salida no reflejan cómo es la gente. Los votantes norteamericanos no son pobres o negros o femeninos o universitarios. En realidad, un individuo encaja en varios grupos diferentes a la vez. Dos hechos son simultáneamente posibles: que los votantes más pobres eligieron a Clinton y que los votantes blancos más pobres eligieron a Trump.
“Me parece que los estudios tradicionales están perdiendo la capacidad de saber qué realmente quiere la gente. Ese conocimiento se está trasladando hacia las grandes concentraciones de personas que funcionan hoy, como son Google, Facebook y Twitter y sus bases de datos. Ahí no hace falta estratificar para hacer análisis, tiran contra la información primaria”, advertía root@cd.
6.- Hay cada vez más dinero en las redes sociales. Mientras los ingresos de The New York Times Company, por nombrar una empresa líder, que además apuesta a lo digital, están estancados desde hace 5 años, los de Facebook se han cuadruplicado en el mismo período.
En un estudio para Nieman Lab, el profesor de la Northwestern University, Pablo Boczkowski, reconoce que todos los medios de comunicación, los de noticias y las redes sociales compiten por la atención del público en el mismo mercado: “65% de los dólares de publicidad digital de pantalla gastados en Estados Unidos se repartió entre cinco empresas, ninguna de las cuales está en el negocio de noticias. Facebook fue la gran ganadora, recibiendo 30 centavos de cada dólar, (…) lo cual representa un incremento de 20% respecto de 2014”.
Son números que permiten comprender “por qué una presencia más fuerte en las redes sociales pudo haber
permitido a la campaña Trump contrarrestar su posición abrumadoramente inferior entre los medios de noticias”.
Boczkowski recuerda que las prioridades comerciales de una empresa como Facebook moldean la lógica algorítmica de su “feed” de noticias: dado que cuanto más felices somos, más probabilidades hay de que los anuncios que nos muestran sean efectivos, el algoritmo prioriza elementos de información que son consistentes con nuestros puntos de vista. Por lo tanto, incluso si se nos presentara un gran número de noticias en los medios sociales y nosotros les dedicásemos mucha atención, la probabilidad de obtener información que nos exponga a puntos de vista alternativos y nos ayude a aprender algo nuevo sería relativamente baja.
Esta lógica algorítmica aísla a las personas de la influencia de noticias que podría alterar sus preferencias de políticas preexistentes.
7.- Clinton no logró ganarse la confianza de los millenials (jóvenes entre 20 y 35 años de edad), que eran votantes de Sanders y terminaron muchos apoyando a Trump, según The New York Times.
Una encuesta a boca de urna después de la votación evidenció que consideraban a Clinton poco confiable y, en definitiva, no tenían planeado votar por ella y un gran número de ellos no lo hizo, a pesar de que la candidata demócrata utilizó todo tipo de recursos muy populares entre este grupo. Desde que se convirtió en la nominada, Clinton cortejó a estos jóvenes con visitas a las empresas de Silicon Valley y sumando a su campaña a un buen número de celebridades.
Pero tuvo grandes problemas para emocionar a los votantes jóvenes. “Para que el Partido Demócrata avance y gane, los jóvenes –entre los más críticos del partido– no pueden ser excluidos de lo que será el proceso de reconstrucción… El proceso de asociación con ellos no será fácil. Hoy en día, muchos millenials están más escépticos ante el sistema que nunca, pero los jóvenes son esenciales para la vitalidad del Partido Demócrata. A los jóvenes activistas, manifestantes y hacedores de ruido… es hora de dejarlos entrar y dejarlos hacer”, escribió este miércoles en la página de opinión del Times, Symone D. Sanders, exsecretaria de prensa de la campaña presidencial de Bernie Sanders.
FUENTE CROWDBABBLE

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