sábado, 29 de abril de 2017

Tetas en revolución: Feminismos y maternidades


Rosa Raydán

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Rosa Raydán
La maternidad, como fenómeno social y cultural asociado intrínsecamente a la mujer, ha sido uno de los grandes temas de reflexión de los movimientos feministas en todas sus corrientes y momentos históricos. Este permanente cuestionamiento ha traído como consecuencia que en el imaginario colectivo se considere a ambos términos: maternidad y feminismo, como puntos de vista en disputa, al menos en el llamado “mundo occidental”.
Las corrientes fundacionales del feminismo, cada una desde su perspectiva teórica y de militancia, situaron a la maternidad como labor doméstica que contribuye a la opresión de la mujer y a su confinamiento al espacio privado.
Incluso Simone de Beauvoir, en su libro El segundo sexo (1949), obra clave e histórica para los movimientos feministas, calificó a la maternidad como un obstáculo para la emancipación del sujeto femenino. “La gestación es una labor fatigosa que no ofrece a la mujer un beneficio individual y le exige, por el contrario, pesados sacrificios”, adelanta en el primer capítulo del libro.
Probablemente, este antagonismo histórico entre el feminismo y la maternidad responde a una asociación directa de la maternidad con el modelo patriarcal, que ha sido utilizado para ejercer la gestación y la crianza, modelo que efectivamente ha limitado a las mujeres en sus posibilidades de alternar y complementar sus roles en la sociedad.
Abrir la discusión sobre el ejercicio de la maternidad pasa por reclamar una reflexión del término y del ejercicio del mismo con perspectiva de clase y desde lo femenino, no desde la otredad (desde lo masculino, que es el lugar desde donde se construyeron en el pasado las concepciones sobre lo que debe ser todo aquello asociado a la mujer).
Comprender que la maternidad puede ejercerse como acto político de militancia implica despatriarcalizar (¿descolonizar?) su concepción y su práctica, cuestionando temas como sus vinculaciones institucionales, interpelando la visión tradicional de la familia, y asumiendo a la mujer-madre como sujeto histórico.
Y este cuestionamiento implica necesariamente incorporar a la mujer real a las reflexiones de ciertos feminismos académicos y tecnocráticos, que han cuestionado el modelo androcéntrico pero no la matriz colonial, teniendo como resultado un discurso hegemónico y occidentalizado.
En ese sentido, es una tarea urgente de los nuevos movimientos feministas, especialmente en el momento histórico que vive nuestra Patria, la reflexión alrededor de un nuevo concepto de maternidad, pensado desde lo femenino, liberador, rebelde y militante, que reivindique la labor de crianza de los nuevos seres y ciudadanos.
Y para que estas reflexiones tengan un sustento anclado en la realidad deberán partir de una metodología participativa, que incorpore tanto al feminismo de la academia como a los movimientos populares de mujeres, para lograr así reivindicar a la maternidad como la labor fundamental y punto de partida de la nueva sociedad, en el parto de la mujer nueva y del hombre nuevo, por quienes apostamos.
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