¿Qué tienen en común Cara de Hamburguesa, Jesús, Bin Laden, Barack Obama y Pito Loco? Todos son candidatos en las elecciones en Brasil, donde un 80% de la población no confía en el Congreso y prefiere a veces un payaso analfabeto a un político corrupto.
Hace cuatro años, el payaso Tiririca, de Sao Paulo, hizo campaña bajo el lema "Peor de lo que está no queda" y resultó ser luego el diputado federal más votado del país, con 1,3 millones de votos.
Es analfabeto y debió aprender a escribir su nombre para asumir el cargo. En cuatro años, nunca habló en público en el plenario, y ninguno de sus proyectos fue aprobado. Pero al menos fue uno de los legisladores con mayor asistencia, y todo indica que en octubre será reelecto con una amplia votación.
En esta sociedad harta de la corrupción política y de las denuncias de sobornos a congresistas, donde más de un millón de personas salieron a las calles en junio de 2013 a exigir el fin de los robos del dinero público, pululan candidatos a diputado federal o estatal con nombres ridículos.
La justicia electoral permite a los candidatos registrarse con el nombre que quieran, de Mujer Maravilla a Rambo, de Mujer Yogur a Dengue, del Hombre de la Moto a Chupacabra o Asno, de Chicle al 007 Brasileño.
"Tiririca hizo escuela, tiene hoy sus discípulos", incluidos otros cinco 'Tiriricas' que son candidatos en otros estados, dijo a la AFP Gil Castello Branco, fundador de la ONG Cuentas Abiertas, que lucha por la transparencia en el manejo de dinero público.
"Pero si proliferan, la pérdida de calidad en el Congreso será muy grande. Es realmente un voto de protesta", opinó.
Muchas veces, estos candidatos "exóticos" buscan posicionarse con una crítica al sistema político y electoral brasileño, donde hay 32 partidos políticos y el que gana solo puede gobernar haciendo alianzas y repartiendo cargos, cuando no comprando votos.
¿Una trampa?
Pero a veces, los candidatos con nombres exóticos son utilizados por los partidos tradicionales para que junten votos y arrastren consigo a otros. Los votos de Tiririca, por ejemplo, sirvieron para que su Partido de la República colocase en el Congreso a tres diputados más.
"La broma sale cara al elector, que vota en el payaso creyendo que critica el sistema, pero el payaso trae de remolque a otros candidatos convencionales, inclusive a algunos con problemas con la justicia, como ocurrió con Tiririca", estimó Castello Branco.
Los brasileños podrán votar también por cinco Barack Obamas o por tres Bin Laden.
Uno de los Bin Laden, candidato a diputado federal en Sao Paulo, de larga barba canosa, aparece siempre en público vestido con el overol naranja de los basureros. "Quiero tirar bombas en Brasilia" para sacudir el sistema político, dijo a AFP. Aunque luego aclaró que a pesar de su apodo no mata ni roba.
Jesús, un candidato a diputado estatal en Pernambuco (noreste) de 31 años, de largos cabellos y túnica blanca, promete "paz en el fútbol" y contó a AFP que ha rechazado pagos de hasta 30.000 dólares para acogerse a partidos tradicionales, pero finalmente escogió al pequeño y pobre PMN.
Un mal menor
Pero estos candidatos, aunque "muchas veces oportunistas y sin nada para ofrecer, en general no son los grandes bandidos de la política brasileña", destacó Sylvio Costa, fundador del portal Congreso en Foco, especializado en información legislativa independiente.
"La verdad es que la gran mayoría es peor" porque el sistema político y electoral brasileño "favorece mucho al corrupto" y es financiado por "dinero sucio", deploró Costa.
Brasil debate hace décadas la necesidad de una reforma política y los principales candidatos a la presidencia admiten que es necesaria. Pero pocos creen que será aprobada en los próximos cuatro años.
"No soy optimista. Cambiar la política no es fácil. Los que legislan solo lo hacen a favor del interés propio", se lamentó el fundador de la ONG Cuentas Abiertas.
Y con un país y un parlamento posiblemente dividido tras la victoria de la ecologista Marina Silva o la presidenta Dilma Rousseff en un balotaje el 26 de octubre, las chances de que la madre de todas las reformas sea aprobada disminuyen.
Hace cuatro años, el payaso Tiririca, de Sao Paulo, hizo campaña bajo el lema "Peor de lo que está no queda" y resultó ser luego el diputado federal más votado del país, con 1,3 millones de votos.
Es analfabeto y debió aprender a escribir su nombre para asumir el cargo. En cuatro años, nunca habló en público en el plenario, y ninguno de sus proyectos fue aprobado. Pero al menos fue uno de los legisladores con mayor asistencia, y todo indica que en octubre será reelecto con una amplia votación.
En esta sociedad harta de la corrupción política y de las denuncias de sobornos a congresistas, donde más de un millón de personas salieron a las calles en junio de 2013 a exigir el fin de los robos del dinero público, pululan candidatos a diputado federal o estatal con nombres ridículos.
La justicia electoral permite a los candidatos registrarse con el nombre que quieran, de Mujer Maravilla a Rambo, de Mujer Yogur a Dengue, del Hombre de la Moto a Chupacabra o Asno, de Chicle al 007 Brasileño.
"Tiririca hizo escuela, tiene hoy sus discípulos", incluidos otros cinco 'Tiriricas' que son candidatos en otros estados, dijo a la AFP Gil Castello Branco, fundador de la ONG Cuentas Abiertas, que lucha por la transparencia en el manejo de dinero público.
"Pero si proliferan, la pérdida de calidad en el Congreso será muy grande. Es realmente un voto de protesta", opinó.
Muchas veces, estos candidatos "exóticos" buscan posicionarse con una crítica al sistema político y electoral brasileño, donde hay 32 partidos políticos y el que gana solo puede gobernar haciendo alianzas y repartiendo cargos, cuando no comprando votos.
¿Una trampa?
Pero a veces, los candidatos con nombres exóticos son utilizados por los partidos tradicionales para que junten votos y arrastren consigo a otros. Los votos de Tiririca, por ejemplo, sirvieron para que su Partido de la República colocase en el Congreso a tres diputados más.
"La broma sale cara al elector, que vota en el payaso creyendo que critica el sistema, pero el payaso trae de remolque a otros candidatos convencionales, inclusive a algunos con problemas con la justicia, como ocurrió con Tiririca", estimó Castello Branco.
Los brasileños podrán votar también por cinco Barack Obamas o por tres Bin Laden.
Uno de los Bin Laden, candidato a diputado federal en Sao Paulo, de larga barba canosa, aparece siempre en público vestido con el overol naranja de los basureros. "Quiero tirar bombas en Brasilia" para sacudir el sistema político, dijo a AFP. Aunque luego aclaró que a pesar de su apodo no mata ni roba.
Jesús, un candidato a diputado estatal en Pernambuco (noreste) de 31 años, de largos cabellos y túnica blanca, promete "paz en el fútbol" y contó a AFP que ha rechazado pagos de hasta 30.000 dólares para acogerse a partidos tradicionales, pero finalmente escogió al pequeño y pobre PMN.
Un mal menor
Pero estos candidatos, aunque "muchas veces oportunistas y sin nada para ofrecer, en general no son los grandes bandidos de la política brasileña", destacó Sylvio Costa, fundador del portal Congreso en Foco, especializado en información legislativa independiente.
"La verdad es que la gran mayoría es peor" porque el sistema político y electoral brasileño "favorece mucho al corrupto" y es financiado por "dinero sucio", deploró Costa.
Brasil debate hace décadas la necesidad de una reforma política y los principales candidatos a la presidencia admiten que es necesaria. Pero pocos creen que será aprobada en los próximos cuatro años.
"No soy optimista. Cambiar la política no es fácil. Los que legislan solo lo hacen a favor del interés propio", se lamentó el fundador de la ONG Cuentas Abiertas.
Y con un país y un parlamento posiblemente dividido tras la victoria de la ecologista Marina Silva o la presidenta Dilma Rousseff en un balotaje el 26 de octubre, las chances de que la madre de todas las reformas sea aprobada disminuyen.
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