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Cientificos han demostrado que muy pronto las comunicaciones cerebrales pueden ser una realidad.
Un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Washington (capital de EE.UU) demostró cómo se puede controlar el cerebro de otra persona a distancia mediante un complejo interfaz conectado a internet .
El estudio fue publicado en la revista Plos One, en la que se explicó que los investigadores utilizaron una conexión entre dos cerebros situados a más de un kilómetro de distancia y lo aplicaron a un videojuego en el que había que defender la ciudad de los ataques de los enemigos.
“La diferencia residía en que uno de los dos participantes podía ver el juego en la pantalla pero no podía disparar. El disparador estaba en la mano del otro participante que no tenía pantalla para ver el juego”, señala la publicación.
¿Cómo funcionó?
El experimento funcionó cuando el primer celebro, -que iba equipado con un sistema de electroencefalografía que registraba las señales eléctricas- se concentró en disparar y a continuación el segundo cerebro, -el cual llevaba un aparato de estimulación magnética transcraneal en la zona que controla la señales motoras-, disparó.
Todo el proceso se registró a través de un software que descodificó las señales eléctricas de emisor, las envió por internet y a continuación las volvió a codificar para que el receptor pulsara el disparador. El procedimiento se desarrolló en 650 milisegundos.
“Para que el sistema funcione correctamente, tanto el emisor como el receptor deben hacer su trabajo: el remitente debe identificar los cohetes y la mano del receptor debe golpear el teclado. A veces, al remitente se le escapa un cohete y, en ocasiones, la mano del receptor se movía de manera errónea. Estos fallos ocurren cuando se juega a cualquier juego y reflejan la exactitud de los sujetos, dijo la coautoria del estudio, Andrea Stocco.
Es un prototipo
La científica indicó que el software fue desarrollado para trabajar sin tener que intervenir durante el experimento. Sin embargo, se trata de un prototipo, aunque el software y la tecnología estaban listos para ser usados.
“Mediante el uso de sujetos ajenos y limitando la intervención entre bastidores de los experimentadores, realmente podemos ver si nuestra interfaz cerebral funciona de verdad y cuánto de bien”, concluyó la experta en neurociencia.
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