¿Che, cuándo te vas a casar? le pregunta el poeta Alfredo Le Pera a Carlos Gardel. Sin pensarlo dos veces el agraciado cantante, a quien le escribió más de 30 canciones, responde: para qué me voy a casar con una cuando tengo tantas.
Y no era para menos, aquel hombre impregnado por un fino aire francés y bonaerense, podía hacer caer a sus pies a cualquier mujer. Era el Morocho del abasto, el Rey de tango que con su armoniosa voz hizo suspirar a las mujeres de su época.
La zulianas no escaparon a su encanto. Es sábado 18 de mayo de 1935, gobierna el país el general Juan Vicente Gómez y el Rey del tango está llegando a Maracaibo para cumplir con una apretada agenda de conciertos. La ciudad se paraliza. Todos quieren ver y escuchar a Carlos Gardel, la figura del momento.
La empresa del Teatro Metro tiene el honor de presentar personalmente al máximo intérprete del tango argentino, con su famoso conjunto de guitarristas argentinos: José Aguilar, Domingo Rivero y Guiller Barbieri, se lee en un aviso publicado en PANORAMA el sábado 13 de mayo del año 1935.
Faltaban cinco días para el esperado arribo. Los marabinos se preparaban con sus mejores trajes para ser partícipes del espectáculo que incluiría canciones criollas, zambas, bailecitos cantados, tangos, estilos y vidalitas, según anunciaban los organizadores de la gira.
Muy clara fue la advertencia de los organizadores al subrayar en un aviso publicitario: Estando casi agotadas las localidades tanto para el Baralt como para el Metro, la empresa ruega a los interesados recoger sus localidades apartadas antes de las 12 del mediodía.
Amaneció el 18 de mayo y los zulianos dieron una cálida bienvenida al artista de porte elegante y voz singular.
“El sábado en la mañana la ciudad de Maracaibo dio la más espléndida recepción al argentino”, reseñó este rotativo en su edición del lunes 20 de mayo.
En la misma página quedó plasmado el revuelo ocasionado por la presentación del también llamado Zorzal criollo. “Gardel triunfa ruidosamente en nuestros dos principales teatros” decía el encabezado de una de las notas periodísticas.
“El destacado cantante, guitarrista y actor de cine, Carlos Gardel tuvo el sábado y domingo en los teatro Baralt y Metro de esta ciudad un triunfo resonante. Gardel cantó con el sentimiento, la fuerza y vitalidad que ya le conocimos en sus películas, interpretando admirablemente los sentimientos de la raza indio-española, que se extiende desde la Patagonia hasta México”.
Las piezas que más sacaron aplausos fueron los tangos Cuesta abajo, Tomo y obligo, y el vals Ilusión de amor, describió PANORAMA.
“Las palmas que el público tributó a Gardel, así como a sus artistas colaboradores —guitarristas de primera clase— fueron tan sinceras como merecidas”.
Aunque era apenas un niño cuando el Rey del tango visitó a Maracaibo, Enairo Villasmil, recuerda las historias que escuchó de sus padres. “Él se hospedó en el hotel Victoria que estaba en la plaza Baralt, pero tuvieron que llevarlo a hotel Granada porque la gente lo asediaba mucho. Luego las personas se acercaron al Granada para verlo”.
María Luisa Faría de Pasini recordaba los relatos de su esposo Giovany Pasini, quien fue uno de los encargados de llevar a Gardel a Cabimas, localidad donde también presentó. “Lo llevaron en una piragua. Todo el mundo lo aplaudía en el puerto”.
El cantante de temas como Por tus ojos negros, Silencio y Me da pena confesarlo, había llegado a la tierra del sol amada para quedar en las memorias de quienes lo conocieron y tararearon sus melodías.
“Mi suegra Elsa Beltrán Seijas siempre contaba con orgullo que había bailado con Gardel”, mencionó el historiador Kurt Nagel von Jess.
Se dice que durante su estadía en Maracaibo embarazó a una de sus fans. La versión ha sido ampliamente difundida, pero no hay un aval histórico que certifique su paternidad en suelo criollo.
El ocaso del rey
En Venezuela pasó 22 días. Se marchó a Curazao para seguir la gira que incluía a México, Panamá, Puerto Rico, Cuba, Aruba y Colombia, país este donde lo azotó la sombra de la muerte en una tragedia que involucró a dos aeronaves. Su gloria terminó entre las llamas que devoraron los cuerpos de 19 de los 20 los pasajeros que viajaban a bordo de los trimotores de las compañías Scadta y Saco.
El accidente se produjo a las 3:00 de la tarde. Hacía apenas 37 días que el artista había llegado por primera vez a Maracaibo, sin imaginar que esa sería su última presentación en la ciudad que lo llenó de ovaciones.
“Puede decirse que más de 50.000 personas de Medellín y las poblaciones cercanas rodean el aeródromo, tratando de entrar”, reseñó PANORAMA el 25 de junio, un día después de la tragedia.
Su desaparición dio lugar al nacimiento de las casas gardelianas donde se escuchaba su música y se hablaba de él. El Empedrao y El Saladillo fueron escenario de estos particulares centros, refirió Enairo Villasmil.
“Existieron durante mucho tiempo y se popularizaron a raíz de su muerte. Escuchaban tangos, colocaban fotos suyas y compartían tragos al compás de los tangos de Gardel”.
En otra de las reseñas del siniestro se lee: “El cadáver del ídolo de las mujeres de la América Latina fue puesto al lado de otros 18 que presentan un aspecto horrorizante”.
El mundo lloró su partida. El ocaso del Morocho de la esquina, del Zorzal criollo, del Rey del tango y el amo de corazones llegó de imprevisto. Su cuerpo expiró en las llamas, pero su voz sigue viva, viva como sus canciones y su inigualable presencia.
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