sábado, 18 de mayo de 2013

espionajes a periodistas



Espionaje a medios, otro escándalo Obama 


17/05/13.-La ajetreada agenda semanal del presidente Barack Obama ha sido marcada por algunos escándalos en serie. A las audiencias en el Congreso sobre el atentado de Bengasi se suma el escándalo del escrutinio a grupos políticos de la oposición conservadora por parte de Hacienda, es decir, Tea Party y asociados, y ahora el espionaje telefónico a periodistas de la agencia de noticias Associated Press (AP).

Todo lo anterior sin mencionar la detención y expulsión de Rusia de un supuesto espía norteamericano que se dedicaba a reclutar los servicios para Washington de un agente ruso.

Con el tema del espionaje telefónico a la agencia AP, según analistas como Marta Torres, periodista del diario La Razón de España, se puede dar por finalizada oficialmente la luna de miel de Obama con los medios de difusión. Lo que aún no se sabe es si será para siempre.

LA DENUNCIA
El pasado lunes una de las agencias estadounidenses de información más grande del mundo como Associated Press (AP) denunció que el Departamento de Justicia de Estados Unidos obtuvo registros telefónicos de manera secreta de las llamadas hechas por teléfono de alrededor de cien periodistas desde las oficinas de Nueva York, Washington, Hartford (Connecticut) y la sala de prensa de la Cámara de Representantes.

Fue solo hasta el viernes pasado que el fiscal del distrito de Columbia, capital de Washington, Ronald Machen, notificó a la agencia de noticias que el Departamento de Justicia había obtenido de forma secreta los referidos registros.

Al respecto, en una carta enviada el lunes por el presidente de AP, Gary Pruitt, al fiscal general, Eric Holder, el editor señala: “En lugar de hablar con nosotros por adelantado, se apoderaron de estos registros telefónicos en secreto, diciendo que de habernos avisado hubiesen puesto en peligro la investigación. No ofrecen ninguna explicación de esto, sin embargo”.

AP está pidiendo al Departamento de Justicia una explicación inmediata de la acción y la devolución de los registros y todas las copias destruidas.

Pruitt destaca que esto es “una intromisión masiva y sin precedentes. No hay justificación posible para tal abordaje de la comunicación de AP y sus reporteros. Estos registros revelan posibles comunicaciones con fuentes confidenciales y fuentes de las noticias de AP durante un período de dos meses, proporciona una hoja de ruta de cómo AP opera y revela información de sus actividades que el Gobierno no tiene derecho a saber”, concluye.

Entre las líneas intervenidas figuran las listas de las comunicaciones de cinco periodistas y el redactor jefe, que participaron en la elaboración de una noticia publicada el 7 de mayo de 2012, sobre una operación de la CIA que frustró un supuesto atentado de Al Qaeda contra un avión.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN
El espionaje a periodistas de AP, según el Departamento de Justicia, se inició tras la noticia publicada por esta agencia el 7 de mayo de 2012 donde se detallaba un plan de la CIA. Esto dio pie a sospechas sobre la filtración de información de instituciones de seguridad del Estado norteamericano hacia medios de difusión. El objetivo era descubrir cómo AP sabía de la operación.

La incautación de los registros ha sido denunciada como un grave atentado contra la libertad de expresión, ha provocado alboroto en Washington y planteado preguntas sobre cómo la administración Obama está equilibrando la seguridad nacional con los derechos individuales y colectivos.

Floyd Abrams, un abogado defensor de la Primera Enmienda y medios de comunicación, dijo que “el impresionante alcance de esas órdenes legales a las compañías telefónicas podría sugerir que después de todo este tiempo, no tienen idea de lo que están buscando”.

FILTRACIONES COMO ESTRATEGIA DE GOBIERNO

En junio del año pasado, el fiscal general Eric Holder, quien se retiró del caso y ya fue interrogado por el FBI, anunciaba investigaciones especiales sobre casos de filtraciones en medio de una petición del Congreso para que se acabara con ellas: guerra cibernética contra Irán; la captura de Osama Bin Laden; cómo se configuraba la lista de los terroristas que debían ser eliminados, etc, entonces, los republicanos acusaron a la Casa Blanca de filtrar esas informaciones en un intento de engrandecer a Obama a los ojos de la opinión pública en plena y reñida lucha por la Casa Blanca.

También dijeron que Holder estaba siendo muy flojo y que se había quedado corto. Hoy, algunos de esos mismos republicanos acusaban a la Casa Blanca de haber ido “demasiado lejos”, con el espionaje a los periodistas de la agencia AP.

El fiscal anunció que se inhibe del caso sobre espionaje telefónico de periodistas y reporteros de la agencia AP, por lo que cualquier declaración o decisión sobre el respecto competirá al “número dos”, Jim Cole.

DECEPCIÓN OBAMISTA
Desde la comunidad de periodistas y asociaciones de derechos civiles estadounidenses, las críticas no se han hecho esperar. El veterano investigador del caso Watergate que terminó con la presidencia de Nixon, Carl Bernstein, lo describió como “un acto nuclear”. Si de algo no hay duda es que desde que llegó a la Casa Blanca, Obama ha decepcionado de forma paulatina a los grupos que le apoyaron: Guantánamo, el matrimonio gay, la reforma migratoria, “y ahora nos tocó a los periodistas, al permitir que se vulnere la libertad de nuestro trabajo con el ataque a una de las agencias más importantes del mundo”, dijo.

Por su parte, la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) expresó solo “preocupación” por el caso, a un país que no ha ratificado la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH).

SIN RESPUESTA PRESIDENCIAL
El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, salió al paso a la polémica y aseguró que el presidente Obama “cree que la prensa debe tener por norma la habilidad de realizar periodismo de investigación sin trabas”, aunque declinó hacer comentarios sobre la investigación en curso. El Presidente no ofreció declaraciones sobre el caso.

En el contexto de las controversias, la Casa Blanca anunció este miércoles que un proyecto de ley que refuerza la protección de las fuentes de los periodistas será presentado al Senado estadounidense. Habrá que ver en qué resulta este aterrizaje forzozo.

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La noticia de la sospecha
El 7 de mayo de 2012 la agencia de noticias Associated Press (AP) publicaba un despacho escrito por los periodistas Matt Apuzzo y Adam Goldman, con contribuciones de los reporteros Kimberly Dozier, Eileen Sullivan y Alan Fram. La nota revelaba detalles de una operación de la CIA en Yemen para detener un plan que tenía como fin hacer explotar un avión comercial. Fue publicado cerca del primer aniversario de la muerte de Osama Bin Laden ocurrida el 2 de mayo de 2011. El plan era importante, pero la Casa Blanca había dicho anteriormente al público que “no tenía información creíble de que organizaciones terroristas, como Al-Qaeda, estuvieran planeando ataques en Estados Unidos para coincidir con el aniversario de la muerte de Bin Laden’’. Según relataron desde la agencia AP, la publicación de la nota demoró por una solicitud de funcionarios del Gobierno, quienes dijeron que ponía en peligro la seguridad nacional. Una vez que los funcionarios ratificaron que esas preocupaciones ya no existían, AP reveló el plan.

En la nota se puede leer que la información fue proporcionada por fuentes gubernamentales sin precisar sus voceros: “Los funcionarios del Gobierno que informaron del plan terrorista dijeron que un terrorista había sido interceptado antes de llegar a un aeropuerto, fuera de Yemen. El artefacto explosivo fue traído a EE UU y se halla ahora en manos del FBI, que lo está analizando”.

CIUDAD CCS
ILUSTRACIÓN: ETTEN CARVALLO/CIUDAD CCS

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