jueves, 30 de marzo de 2017

Publicado en Argentina el libro Racismo y brutalidad policial en Estados Unidos


ARGENTINA | Cultura (Buenos Aires – LUN.27.MAR / ESPECIAL Para Legado Afro) – “Racismo y brutalidad policial en Estados Unidos” es el más reciente libro de la socióloga y Doctora en Ciencias Sociales Esther Pineda, publicado este mes de febrero en Argentina por Acercándonos Ediciones.
La autora venezolana inicia afirmando que los Estados Unidos han sido en el pasado y aún en la actualidad uno de los países más racistas de toda la América colonizada pues “a diferencia de América Latina y El Caribe –donde posterior al proceso de abolición de la esclavitud el racismo cobró un carácter simbólico-, en EE.UU. se caracterizó por su manifestación explícita y segregacionista; alcanzando su máxima expresión con la legalización e institucionalización de la discriminación racial mediante las Leyes de Jim Crow, periodo en el que la violencia social y policial se estableció como el mecanismo represivo por excelencia, mantenido hasta la actualidad”.
Pineda visibiliza que en el país norteamericano la discriminación racial no desapareció con la aprobación de la Ley de Derechos Civiles en la década de los 60, por el contrario, se perpetuó a través de la racialización de los sujetos, la construcción de prejuicios y estereotipos, el confinamiento de la población afroamericana en los guetos, la minimización de oportunidades, la precarización de sus condiciones de vida, la criminalización, el encarcelamiento masivo y la brutalidad policial justificada en la “lucha contra el crimen”.
Esta política alcanzó su máxima expresión en la década de los 90 con el gobierno de Bill Clinton -esposo de la ex candidata presidencial Hillary Clinton-, lo cual desató grandes protestas raciales; situación que se profundizó con la desatención de esta población en las políticas públicas y la pasividad indolente del gobierno republicano de George Bush ante contingencias como el Huracán Katrina donde los afroamericanos fueron los más afectados. De este modo, afirma Pineda “en una sociedad racista en la que formalmente ya no podían negárseles sus derechos a los afroamericanos, podía limitarse el acceso a ellos mediante una mayor precarización de su existencia, la confinación en los guetos y su reducción a la mera sobrevivencia física y simbólica”.
Nos dice la especialista en temas de discriminación racial que, ese descontento de las minorías fue capitalizado por Barack Obama, sin embargo, considera que “con su llegada a la presidencia en 2008 se creó en el imaginario social la idea de plena superación del racismo en EE.UU., pero la denominada era ʺposracialʺ no fue más que una ficción, quedando en evidencia ante el significativo incremento de la violencia policial contra los afroamericanos. Ese cuestionamiento a la posracialidad cobró grandes dimensiones con el asesinato del joven desarmado Michael Brown a manos de la policía en agosto de 2014; hecho que motivó importantes jornadas de disturbios y manifestaciones de protesta en la ciudad de Ferguson, que además fueron violentamente reprimidas por las fuerzas del orden de un Estado históricamente racista”.
El libro explica que este aumento en la criminalización y asesinato de la población históricamente vulnerada no es casual, responde por un lado al reavivamiento en los medios de comunicación del prejuicio de la ʺdelincuencia étnicaʺ, es decir, a la racialización del crimen, pero también, de la criminalización de la racialidad, imaginarios construidos a partir de discursos y representaciones televisivas y cinematográficas donde los afroamericanos son considerados una potencial amenaza física, sexual y material.
Aunado a ello, puede explicarse como una consecuencia del recrudecimiento de los sentimientos de superioridad racial por parte de la población blanca conservadora, así como, a la sensación de pérdida de control y poder social generada por la elección del primer presidente afroamericano; esto ha quedado en evidencia con el exponencial incremento y reagrupamiento de los denominados ʺgrupos de odioʺ, entre los que destacan el Ku Klux Klan, el movimiento neonazi, neo-confederados, skinheads racistas, entre otros, y que Según Southern Poverty Law Center para el año 2016 se contabilizaron 917 de estos grupos de odio activos en todo el país, principalmente en los estados de California, Texas y Florida, donde además se registraron los mayores índices de asesinatos de afroamericanos a manos de la policía.
En Estados Unidos los afroamericanos son víctimas de forma sistemática y repetida de detenciones, registros y controles de tráfico injustificados. También tienen 3 veces más probabilidades de ser víctimas de malos tratos, patadas, puñetazos, golpes con porras u otras armas, la aplicación indiscriminada de armas de electrochoque y disparos con armas de fuego incluso al encontrarse desarmados y no representar una amenaza; prácticas que además gozan de aceptación y tolerancia en los cuerpos de seguridad y el sistema de justicia penal cuando se trata de la aplicación de sanciones.
Para la socióloga Esther Pineda “la brutalidad policial y el asesinato de afroamericanos resurgen en EE.UU. como un mecanismo de neutralización de los tímidos avances en materia de derechos civiles e igualdad social; así como, del aumento de la interracialidad –pues según las proyecciones en 2040 los blancos de origen europeo dejarían de ser mayoría- principalmente por parte de la generación millennials quienes durante la última década se mostraron más proclives y receptivos a las relaciones sociales más igualitarias”. Esta tesis de la autora cobra mayor validez con la reciente elección del magnate Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, cuya campaña electoral y las primeras acciones de su mandato se han caracterizado por la construcción de ʺotredadesʺ, la explotación del odio, la recurrencia al racismo, la xenofobia y la misoginia como discurso aglutinador de las masas, aunado a una permanente y desmesurada criminalización de las minorías.

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