Por: Ismael Noé V. /Voz
Insurgente
Luego de la derrota electoral del
6-D y superando la consecuente desmoralización y distribución de culpas, un
importante sector de la población militante de la revolución bolivariana,
diseminado a lo largo y ancho de la geografía nacional, nos hemos reunido y
conformado en Asambleas Permanentes del Poder Popular; para reencontrarnos cara
a cara en comunidad de afectos, con las bases populares del chavismo llano, ese
sujeto histórico siempre invisibilizado que encontró su lugar en la historia en
sincera identificación con la revolución bolivariana, y que no forma parte de
las estructuras políticas partidistas tradicionales que pretenden
representarlos, la izquierda socarrona, oportunista y corrupta que ha enfilado
el proceso revolucionario venezolano y sus conquistas hacia un despeñadero.
El proceso electoral propio del
estado burgués, su escrutinio y la consecuente debacle nos coloca frente a un
abismo, pero también frente a nuevos retos que debemos asumir sin mas
miramientos, el reto de reconstruir el movimiento popular organizado,
vanguardia de las conquistas sociales. Urge la depuración de los procesos revolucionarios
señalados por Hugo Chávez en el “Golpe de timón”, empezar a contruir una nueva
forma de hacer política, no desde cero, sino de las experiencias gestadas en
nuestras comunidades populares, obreras y campesinas, desde abajo, desde lo
colectivo y no desde las cúpulas individualistas del poder formalmente
constituido. Solo así podremos centrar en una nueva etapa y cerrar el ciclo
histórico que culminó con la catástrofe electoral del 6-D.
Basta ya de señalar a la “guerra
económica” como culpable de nuestras desgracias mientras nos cruzamos de brazos
frente al enemigo hambreador, haciendo del concepto en si mismo un comodín que
nos libra de toda culpa o responsabilidad, mientras la derecha fascista avanza
y gana espacios políticos estratégicos, ocupados ahora por intereses
transnacionales imperialistas. Los partidos políticos tradicionales, de
estructura piramidal, que se abrogan la representación popular, son los grandes
responsables de una derrota que no terminan de asumir; trasladan la culpa a los
sectores populares calificándolos de “traidores”, cuando en realidad la
traición producto del negociado y los pactos con la derecha provienen de ellos.
Acusan a nuestro pueblo, golpeado en el estómago y obligado a padecer
interminables jornadas de colas y humillaciones, mientras ellos con sus
anacrónicas estructuras burocráticas y clientelares nunca dieron respuesta de
organización y lucha, escogieron el camino fácil de la dádiva, el clientelismo
y el triunfalismo irresponsable.
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