domingo, 19 de marzo de 2017

MARÍA CRISTINA MARTÍNEZ LETRA CRÓNICA / El Caribe de la Niña Emilia



En Colombia, Telecaribe (televisora regional y pública) estrenó a principios de marzo una serie llamada Déjala morir que ha puesto en jaque el horario estelar de RCN y Caracol (canales nacionales y privados) y ha entrado en competencia en el mercado internacional. Su lanzamiento fue visto en más de 60 países vía streaming y fue tendencia número uno en redes sociales.
La serie –un hibrido entre ficción y documental– narra la vida de la cantautora de bullerengue Juana Emilia Herrera García, artísticamente conocida como la Niña Emilia, quien nació en 1932, en Evitar, un pueblito del departamento de Bolívar (costa norte colombiana). La producción fue ideada por iniciativa de Nelly Herrera, una de las hijas de Emilia, quien le comentó a un famoso libretista (Andrés Salgado) el deseo de llevar a la pantalla chica la historia de su madre: un personaje pintoresco, pero sobre todo caribeño, que pudo haber existido fácilmente en Macondo.
Para que algún empresario le produjera un disco, un día –años 80– Emilia, con sus dedos sobre una mesa improvisó un tambor, grabó dos canciones y envió con un primo un casette a Medellín.
Poco tiempo después la mandaron a buscar. En la primera reunión de negocios, sacó sus propios trapos al sol: “Dejé a mis hijos sin comida y en mi casa llueve más adentro que afuera, así que necesito un préstamo”. Volvió a Evitar con cinco mil pesos.
En sus 61 años de vida, solo se dedicó a cantar y bailar al ritmo de tambores (el bullerengue es un género de raíces africanas). Estuvo destinada a un mundo de sufrimiento y hambre del que solo la pudo salvar la música. Despreciada por su padre por elegir el hombre que deseaba y casada a la fuerza, Emilia soportó la muerte de su primer hijo y la ausencia de otro (Nadim) que se largó a trabajar, primero a Venezuela –durante el boom petrolero– y luego a Brasil, sin enviarle jamás una carta.
Para enfrentar la indiferencia, el dolor causado por Nadim (o para que regresara a su regazo), construyó una metáfora jocosa y magnífica: le compuso la canción titulada Coroncoro, que se remite al pez de agua dulce que tiene un duro caparazón y del que se dice que pone la hueva y la abandona. “Coroncoro se murió tu mae, déjala morir, Coroncoro se murió tu pae, déjalo morir, Coroncoro se murió tu tío, déjalo morir, Coroncoro se murió tu prima, déjala morir”.
Seiscientos millones de pesos (200 mil dólares) se han invertido en narrar la vida de una cantadora y no en la de otro capo. Una serie sobre una folclorista oriunda de un remoto rincón de Colombia que, aprovechando la aldea global, atrapa la mirada de gente regada por todo el mundo. Déjala morir, con una actuación maravillosa de Aída Bossa en el papel principal, nos recuerda que el Caribe es una nación, en circunstancias periféricas, sí, pero de una espléndida mezcla cultural, de una alegría incomparable de quienes la habitan.

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