Los líderes mundiales iniciaron el lunes un ambicioso esfuerzo para contener el alza de las temperaturas del mundo, con el presidente francés Francois Hollande asegurando que el planeta está en un "punto de inflexión" en la lucha contra el calentamiento global.
Unos 150 jefes de Estado, entre ellos el presidente estadounidense, Barack Obama, y su par chino, Xi Jinping, instaron a hallar una causa común en dos semanas de negociaciones destinadas a reducir la dependencia de los combustibles fósiles que sufre la economía global.
Los líderes arribaron a las conversaciones sobre cambio climático de Naciones Unidas en París acompañados por altas expectativas y armados con promesas de actuar. Luego de décadas de complicadas conversaciones marcadas por el fracaso de la anterior cumbre de Copenhague hace seis años, tampoco está asegurado algún tipo de acuerdo histórico para mediados de diciembre.
"Lo que nos debería dar esperanza es que este es un punto de inflexión, que este es el momento que finalmente determinamos que queremos salvar nuestro planeta. Es el hecho de que nuestras naciones comparten un sentido de la urgencia sobre este desafío y una creciente conciencia de que está dentro de nuestro poder hacer algo sobre ello", dijo Obama.
Las advertencias de científicos del clima, demandas de activistas y exigencias de líderes religiosos como el Papa Francisco, sumadas a grandes avances en fuentes de energía alternativa como la solar, son factores que han añadido presión para recortar las emisiones de gases de efecto invernadero, responsables por el calentamiento del planeta.
La mayoría de los científicos dicen que la ausencia de medidas radicales en París llevaría al mundo a enfrentar temperaturas promedio mucho mayores, provocando más tormentas catastróficas, sequías más frecuentes y el incremento de los niveles de los mares por el derretimiento de los cascos polares.
Ante estas alarmantes proyecciones, los líderes de las naciones responsables de cerca del 90 por ciento de las emisiones de C02 en el mundo han llegado con compromisos para reducir su producción nacional de gases de efecto invernadero, aunque en niveles diferentes.
Para algunos el asunto ya es controvertido en sus países de origen. Mientras se inauguraba la cumbre en París, las capitales de dos de las naciones más pobladas del mundo, China e India, estaban sumidas en un peligroso y asfixiante smog, con Pekín en alerta "naranja" de polución, la segunda de mayor nivel.
La cumbre podría ser la última oportunidad de la humanidad para impedir un desastre medioambiental global, afirmó el Papa Francisco, advirtiendo que el mundo está "al borde del suicidio". En las próximas dos semanas, los negociadores forjarán el mayor pacto climático internacional hasta ahora.
El acuerdo marcará un paso trascendental en la búsqueda a menudo frustrante de una alianza global, aunque un pacto no sería suficiente para evitar que las temperaturas del planeta suban más allá de un umbral dañino. En vísperas de la cumbre, unas 785.000 personas desde Australia a Paraguay se sumaron al mayor evento activista por el cambio climático en la historia, recordando a los líderes del mundo que "no existe un planeta B" en los esfuerzos contra el calentamiento global.
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