Un kilo de harina de maíz, cuatro rollos de papel sanitario o un kilo de leche en polvo se han vuelto mercancía tan apetecible para los delincuentes, como un reloj de marca o quizá un teléfono inteligente.
Lo mismo sucede con algunas piezas de automóviles, como las baterías, reproductores, rines y cauchos. Ahora engrosan la lista de los objetos preciados por las bandas delictivas que hacen vida en el país.
Para convertirse en una víctima solo basta correr con la suerte de conseguir en el supermercado toda la lista de productos básicos o dejar el carro estacionado en algún lugar poco vigilado.
"En la entrada del Metro de Chacaíto una señora me golpeó para robarme los dos kilos de leche que pude comprar, y se los llevó corriendo", contó Andrea Vilchez a la salida de un supermercado, quien advirtió que ahora al salir de hacer las compras en el mercado, teme que la vuelvan a atacar.
El clima de violencia como el que se vive en Venezuela, sumado a la escasez de productos básicos, trajo a la escena nacional el incremento de robos y hurtos de alimentos y piezas de carros. Las historias de personas que se convirtieron en víctimas aumenta, y con sus casos, se incrementan los subregistros de los populares delitos del robo o el hurto, que además son poco denunciados.
"¿Si tenemos impunidad con todos los delitos que ocurren en el país, por qué sería distinto en estos casos? Lo que debemos analizar es por qué Venezuela llegó a esta situación donde la gente está robando comida y no precisamente por hambre, sino porque los productos básicos no se consiguen", expresó el abogado criminólogo y experto en seguridad Javier Gorriño.
"En la avenida Los Apamates de Las Palmas nos tienen a monte. Todas las noches es un carro distinto. Me rompieron el vidrio y se llevaron mi batería, pero para poder comprar otra me exigían la denuncia que debía formular en el Cicpc, porque si no, no me la podían vender", relató Alfonzo Fuentes.
El escaneo de las bolsasAhora, hasta por maña, las personas van por la calle pendiente de lo que llevan los demás en las bolsas. Para evitar riesgos, quienes salen de los supermercados optan por camuflar sus compras.
"He visto que pasan los motorizados y le arrebatan las bolsas a la gente, sobre todo a las mujeres mayores. Ahora vengo al supermercado con un bolsito oscuro para que no vean lo que compré", dijo Isabel Rivas.Como el robo y el hurto son delitos de oportunidad, mientras se hace la cola para comprar también se está expuesto al peligro. "Los motorizados saben que la cola comienza a formarse a las 5 de la mañana. Aprovechan para robar, sobre todo a las personas mayores, que tienen el dinero en efectivo", contó Luis Delgado en la cola de un supermercado en San Bernardino.
Gorriño advirtió que parte del problema es la ausencia de funcionarios policiales en las calles. "La policía no se ve patrullando y el delincuente ve que no existe ninguna razón para dejar de cometer el delito. Salen a rebuscarse y lo logran tranquilamente", dijo..
El Universal
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